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El salario de la codicia

Publicado en: NY Al día (Artículo 4. 24.08.2009) (versión pdf) (banda sonora de este artículo, sugerida por Julio Estrela)

Mientras las palabras protagonistas para millones de ciudadanos son crisis, paro, hipoteca, deudas, dificultades… los beneficios que obtienen grandes entidades bancarias, como Goldman Sachs, golpean, ética y estéticamente, desde el mismo centro de Wall Street a todos los ciudadanos del país.

Las ganancias de algunos ejecutivos, en forma de salarios desmedidos, alimentan la rabia de muchos que no entienden que la codicia se prime, además, con retribuciones extras y primas de beneficios. Diversas voces, desde el Gobierno a múltiples instituciones económicas del país, ven en estas prácticas un mecanismo perverso que anima a los gestores y directivos del sector financiero a asumir riesgos, más allá de los previsibles, con el fin último de obtener más beneficios «personales». A cualquier precio.

Ante esta situación, a finales del mes de julio, el Congreso daba poderes al Gobierno para que pueda prohibir este tipo de remuneraciones (salarios y primas) que se considera que pueden incentivar una serie de riesgos fuera de lugar. Los miedos y las incertezas de los ciudadanos se comparten a pie de calle -en largas colas para acceder a las oficinas de empleo o con suerte a la posibilidad de un nuevo trabajo- y, también, la opinión mayoritaria sobre el hecho de que la obtención de beneficios por parte de estas grandes entidades no justifica en ningún caso las pagas adicionales.

Son muchas las voces que se alzan, poco a poco, pero con firmeza, llamando la atención sobre la necesidad de generar un cambio radical en el actual sistema de retribuciones. El Tesoro de Estados Unidos planteaba la posibilidad de dar un papel más relevante a los accionistas para que sean ellos quienes decidan cómo y cuándo debe premiarse a los ejecutivos ante la obtención de determinados resultados.

Mientras el fiscal de New York, Andrew Cuomo, presentaba los resultados de su informe de investigación -donde entidades como Citigroup, Bank of America y Merrill Lynch (junto a otras seis) pagaron más de 32.000 millones en bonus, al tiempo que recibían recibían 175.000 millones en fondos públicos-, se extiende en la opinión pública una exigencia moral de contención, ahorro y reevaluación de las retribuciones de los consejeros y altos directivos de las grandes empresas. Un pálpito crítico que se percibe día a día de manera más audible. La legitimidad del exceso se cuestiona, no sólo desde la ideología, sinó desde la ética moral o política. El malestar de accionistas, consumidores y contribuyentes se puede transformar en ira. La codicia no puede tener sueldo, primas y bonus.

Líderes políticos, como el presidente de Estados Unidos, reclaman sueldos éticos.  Obama, en su plan de ayuda para aminorar los efectos de la crisis financiera, introdujo cláusulas que limitaban la remuneración máxima de los directivos de aquellas entidades que recibían dinero público.

Se empieza a intuir que no se trata de una contención puntual, vinculada a la ayuda pública o a la coyuntura de crisis, sino que urge modificar la ecuación básica que fija la remuneración de los directivos basándose en un cálculo cortoplacista del beneficio inmediato.

El mundo y la economía necesitan perspectivas a medio y largo plazo, decisiones responsables basadas en la continuidad, la estabilidad y la sostenibilidad del sistema. La llamada ética o la condicionalidad puntual pueden ser no suficientes. En Europa, en el caso de Alemania, por ejemplo, se aprobó el pasado mes de junio un paquete de leyes mediante las cuales se pone coto a las remuneraciones y potestades de los altos cargos de las empresas. Las remuneraciones totales de los ejecutivos «deberán guardar relación proporcional a sus tareas y a la situación de la sociedad».

El valor de la responsabilidad, entonces, no el precio de la ambición, es el camino para salir de esta crisis sistémica. La responsabilidad de largo alcance es la única que puede crear riqueza, más allá de los beneficios.

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3 COMENTARIOS

  1. La crisi ja no és econòmica, sinó moral. Fins que no canvien el sistema de funcionament de la societat actual, recaurem constantment en diverses crisis. Unes estaran provocades per la bombolla immobiliària i d’altres per d’altres motius, però fins que no erradiquem la mala praxis de part de la societat, tot seguirà igual.

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