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El pequeño paso del Rey

El mensaje del Rey ha supuesto un paso hacia delante, aunque muy corto. En un mensaje de más de 1.500 palabras, ha resuelto la gran expectación existente en relación con el caso Urdangarín dedicando, del total, simplemente unas 100 breves y prudentes palabras. El monarca ha tropezado varias veces este año. Pero sus problemas de movilidad no son nada en comparación con los posibles problemas vinculados a la sensibilidad y a la credibilidad.

Sus omisiones son reveladoras. El año pasado finalizó su discurso con este mensaje: «¡Muy feliz Navidad y Año Nuevo 2011, en nombre propio y de mi familia, a todos los españoles y a cuantos extranjeros viven con nosotros!». Este año, por primera vez, no ha mencionado a su familia. Tampoco a la Reina, ni a las infantas.

Reivindicar que «la justicia es igual para todos» es lo mínimo exigible a quien representa la máxima visibilidad del Estado de Derecho. Se podría decir a su favor que pedir «rigor, seriedad y ejemplaridad en todos los sentidos» y afirmar que «las personas con responsabilidades públicas tenemos el deber de observar un comportamiento adecuado, un comportamiento ejemplar» es un gran paso. Pero no lo es, aunque tragó saliva cuando lo dijo. El Rey alude a lo que todos pensamos, pero elude su posición personal y su reflexión como padre. No ha dicho ni tan solo que se siente triste o avergonzado. Esta noche se esperaba ver al Rey decepcionado y afligido. Era lo mínimo. No mostrarse así le convierte en alguien insensible o, lo que es peor, protagonista de un artificio.

En su discurso, debería haber sido capaz de reconocer, al menos, el daño que miembros de su propia familia han causado a lo que él mismo reconocía como «la desconfianza respecto a la credibilidad y prestigio de algunas de nuestras instituciones». Ha sido una oportunidad perdida. O frustrada.

No citar a su familia refleja, quizás, sentimiento de culpa. O de soledad. O una torpe estrategia que pretende hacernos olvidar lo que no se menciona. O todo a la vez. Esta Nochebuena, y por primera vez en 14 años desde su boda, la infanta Cristina no le acompañará en la tradicional cena navideña en la Zarzuela. Un momento seguramente triste para quien ha servido a la sociedad española durante 36 años, como él mismo ha tenido que recordarnos buscando exculpación, comprensión o perdón, dado su balance global.

La escenografía del mensaje real ha sido cuidada, como siempre, con una realización hierática y tradicional. El Rey ha hecho esfuerzos en la comunicación gestual, pero sin registros emocionales justo cuando más lo necesitaba. Ha locutado su mensaje, pero no sé si ha escuchado el mensaje que le llegaba de la sociedad en forma de expectativa crítica. La monarquía, como la liturgia vaticana, es especialista en hablar elípticamente con un rígido control simbólico. Pero la sociedad española, sacudida por la crisis y el desánimo, no está para fintas semánticas o matices palaciegos. La claridad es la clave de la ejemplaridad. La ética necesita luz clara, no sombras, ni mucho menos penumbras.

El Rey no se ha disculpado. Y para quien crea que no debería asumir responsabilidades que no son suyas, será bueno recordar que la única razón de peso para aceptar que el linaje sea fuente de legitimidad pública es la moralidad. Si no hay votos, debe haber ética y autocrítica, al menos. Es cierto que la justicia debe ser para todos igual, pero el juicio de lo moral debe ser superior para aquellos a los que la cuna o los lazos familiares les otorgan el privilegio de la representación constitucional.

Su tropiezo es severo, aunque no irreversible. Veremos los siguientes pasos que, inevitablemente, deberá dar cuando avance el proceso judicial contra su yerno. En el juego del ajedrez, el rey es la figura clave pero con menor movilidad. Hoy, quizás mal asesorado y defendido, el rey Juan Carlos I se ha movido, calculadamente, como una pieza fría de un tablero. Ha perdido la oportunidad de mostrarse como una persona real. Él, que ha pedido a los demás que actúen con «realismo», no ha predicado suficientemente con el ejemplo. Justo lo que esta noche se juzgaba.

Publicado en: El Periódico (24.12.2011) (versión pdf)

Artículo asociado:
El Rey está desnudo (El Periódico, 24.12.2011)

Enlaces de interés:
Texto íntegro del discurso de Navidad del rey (RTVE, 24.12.2011)
El Rey pide que la ley actúe ante los corruptos en pleno ‘caso Urdangarín’ (El Periódico, 24.12.2011)
Reforzar la confianza (Josep Ramoneda. El País, 29.12.2011)
Ejemplos más allá de las leyes (sobre el concepto de ejemplaridad pública sistematizado por el pensador Javier Gomá). (El País, 29.12.2011)

Documento con los mensajes más difundidos en Twitter con los hashtags #eldiscursodelrey y #discursodelrey realizado por Mariluz Congosto que enlazo aquí en formato pdf.

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94 COMENTARIOS

  1. Buena reflexión. Uno puede darse el lujo de no conquistar nuevos corazones, pero dejar de lado a aquellos que son nuestros principales defensores es una equivocacion inútil. Una pena. Lo digo con el focoen la gestión de la comunicación, no en la ideología. Escribí hace unas semanas sobre el punto. Merece que lo enlace como digno colofón.

  2. El rey no tiene porque diculparse de nada de lo que haya hecho algun miembro de su familia. No mezclemos cosas que ya somos maduros. El rey ha estado en su papel institucional sin hacer mas dano a una de sus hijas. Bastante ha hecho este rey por nuestra democracia. Yo estoy agradecido a su majestad por hacer magnificamente su trabajo.

  3. En tiempos como los nuestro en que la emoción es moneda de cambio, sorprende que no haya habido emocionalidad. Un líder compungido, dolido, humano, genera empatía e incluso compasión. Un líder lejano e hierático, un cierto desdén. Una oportunidad perdida sin duda…Buen artículo. 🙂

  4. El rey tendría que haberse mostrado más «humano», la verdad. Aún así, yo pienso que intentó romper esa poca expresión sentimental de otros años a través de sus gestos y voz (un poco) más expresivas.
    No estoy de acuerdo que no mencionara a su familia, ni en el discurso ni en la foto de la mesita. Otra cosa es analizar el paper que ha hecho jugar a su familia en los discursos navideños anteriores. Como jefe del estado, en esta comparecencia es necesaria?
    Un saludo y Feliz Navidad Antoni! 🙂

  5. A mi me ha impactado la puesta en escena, el árbol de Navidad sin apenas luces ni colores, y esa foto del Rey con Rajoy y Zapatero que me ha parecido artificial y fuera de lugar.
    Este año ha estado aún más distante que otras veces, parece que está en una burbuja.
    Por otro lado en Twitter he podido leer opiniones espontáneas de los ciudadanos, algunas con el hashtag #eldiscursodelrey. Muchos de ellos aluden a la falta de referencias a la familia y por supuesto al caso del yerno. ¿tal vez los asesores del Rey están al tanto de lo que se opina en Twitter?
    Aunque es un poco tarde he empezado a a recoger los tweets con este hashtag porque me parecen de interés. El primer tweet que he pillado es del las 21:09, he perdido los comentarios del principio del discurso pero tendré los de las reflexiones posteriores.

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