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El pánico en política

Publicado en: El País (11.04.2012) (blog ‘Micropolítica‘)

El pánico en política es muy contagioso. La RAE lo define así: “Se dice del miedo extremado o del terror producido por la amenaza de un peligro inminente, y que con frecuencia es colectivo y contagioso”. Pero su origen, en la palabra griega marenguakös, resulta revelador e interesante. Hace referencia al «terror pánico» de los viajeros en las encrucijadas de los caminos, cuando se les aparecía el semidiós Pan, similar a un fauno con cuernos y extremidades inferiores de cabra. El temor que provocaba en los caminantes, hacía tomar el sendero equivocado a los que huían presos del pánico. Y se perdían.

¿Qué le pasa al presidente? ¿Por qué huye? ¿Qué semidiós ha visto para salir, casi corriendo, por la puerta del garaje del Senado? Mariano Rajoy ayer cometió un grave error, lloviendo sobre mojado con la nota de prensa del día anterior en la que como camuflado, de incógnito, se anunciaba un nuevo recorte de 10.000 millones de euros en Sanidad y Educación. La sensación de que Rajoy evita dar la cara se ha confirmado con la gincana de ayer por los pasillos. Hemos pasado de la arrogancia de no conceder ruedas de prensa en la campaña electoral, a ignorar a los periodistas durante los 100 primeros días de su Gobierno sugiriendo incluso que se aparten de él en la entrada del Congreso, para acabar huyendo de ellos.

Supongo que habrá visto las imágenes. Sería terapéutico para él y conveniente para su gestión. Es probable que no fuera consciente del impacto que van a tener en su imagen, y en la de España. La sensación de fragilidad y debilidad es máxima, en el peor momento. El siguiente movimiento frente a la prensa y a la opinión pública va a estar escrutado al detalle. Sus nervios y su capacidad de reacción se pondrán a prueba.

Es obvio que así no puede seguir. No me cabe ninguna duda que la situación que debe gestionar es de una extraordinaria complejidad y dificultad. Sería razonable, incluso, que estuviera incómodo, nervioso y ansioso. Y muy preocupado, claro. Sin descartar otras tensiones más personales. Pero no se lo puede permitir. Sus equipos deben de comprender que se han roto las redes de seguridad de protección. Y que hay que empezar, casi de nuevo, a restablecer la autoridad y el respeto zarandeados por él mismo y por una torpe y egoísta estrategia de comunicación que confiaba en que alejarlo, protegerlo de la exposición mediática y pública, era lo más conveniente en tiempo de turbulencias. Justo lo contrario. Tiraron de Manual de Liderazgo desfasado y perdieron el termómetro social. De esta crisis no salimos solo con el poder del BOE, sino con el poder de la reputación. Hoy está deteriorada, gravemente.

Hay que volver a empezar. Esta crisis reclama una comunicación de crisis. Es imprescindible recuperar la autoritas y la credibilidad política. Estas serían, a mi juicio, algunas de las claves:

1. Pedagogía. Los esfuerzos y sacrificios que se deben enfrentar no se pueden asumir sin comprensión. Se pueden imponer, sí; pero más importante que gobernar es gestionar la cultura del cambio de comportamientos sociales, personales y económicos que se deben asumir. Lo que no se explica, no se entiende. Y sin comprensión, no hay esfuerzos. Solo dolor.

2. Humildad. Las hemerotecas van a echar humo. La implacable oposición del PP ha dejado un rastro digital que va ser munición para la oposición, y rubor permanente para el presidente. Sin asumir dosis importantes de humildad y de rectificación no va a poder liderar las reformas. Todo es demasiado reciente. Y la memoria no olvida. Michael Ignatieff afirma: “Los líderes prudentes se obligan a prestar la misma atención a los defensores y los detractores de la línea de acción que están planeando”. Rajoy debería parecer menos obstinado y más receptivo. Ahí radicará su fortaleza.

3. Ejemplaridad. No me refiero solo a la de la imprescindible estética (bajarse el sueldo, renunciar a vacaciones, a algunos privilegios…) sino a la ética. La ejemplaridad significa, por ejemplo, que no hay privilegios y que los que más tienen (aquí o en Suiza) tienen que ser los primeros en apechugar y no beneficiarse de las urgencias de tesorería recaudatoria de nuestro erario público.

4. Unidad. Esta crisis no se resuelve, simplemente, con la aritmética parlamentaria. Reclama aritmética social, que no es lo mismo. Es cierto que el presidente debe y puede (tiene la legitimidad democrática y la mayoría absoluta) marcar el ritmo y la intensidad de las reformas. Pero no estamos hablando de capacidad de tomar decisiones. Sino de conseguir que sean asumidas por la mayoría. Rajoy debe liderar una gran unidad política y social para luchar contra la crisis. Es un momento excepcional que reclama generosidad y altura de miras. La campaña acabó el 20N. El presidente parece que ha perdido capacidad de interlocución y, así, no podrá mantener su agenda reformista.

5. Sensibilidad. Esta crisis provoca miedo y desasosiego. A los que han perdido la casa y/o el empleo, la política no puede ni debe parecer insensible y alejada. La mayoría de los ciudadanos vive con preocupación y los jóvenes asisten al deterioro casi irreparable de las oportunidades vitales. El pesimismo colectivo da paso a la depresión individual creciente. Y a situaciones trágicas. Rajoy no puede encerrarse en La Moncloa. Debe mostrar sentimientos, no la ausencia de ellos. No es más fuerte porque haga lo que debe, sino porque sepa, comparta y asuma el sacrificio que ello supone. Para entendernos, no ha abrazado a nadie y, sin compasión, sin ponerse en la piel de las personas que más sufren, no hay salida.

6. Liderazgo. Hablo de moral. El maestro del liderazgo contemporáneo, Peter Drucker, lo define muy bien: “Administrar es hacer las cosas bien, liderar es hacer las cosas correctas”. Rajoy se enfrenta a su propia realidad. No es un superhombre. No se distingue por sus cualidades empáticas. A sus limitaciones retóricas se suman las cognitivas de una realidad cada vez más compleja e incomprensible. No le arropan virtudes excepcionales. Es, casi, un hombre corriente. Pero es el presidente. Y debe emerger como líder desde esa condición de servidor público. De su capacidad de esforzarse y superar, también, sus propias limitaciones para dar lo mejor de sí mismo a un país que está contra las cuerdas. No necesitamos héroes. Pero sí valientes. Hasta para pedir perdón, aceptar los propios errores, prometer –y ejercer- pedagogía, humildad, ejemplaridad, sensibilidad, unidad, y liderazgo moral.

Rajoy tendrá que superar su condición natural de registrador para renacer como líder. No le será fácil, aunque tenga todo  el poder. Los primeros pasos, a partir de ahora, serán claves. El pánico (propio) y colectivo, así como el bursátil y financiero, solo se supera generando confianza y dando la cara. Hay que empezar de nuevo. Se la juega. Y con él, todos los demás.

Enlaces de interés:
Rajoy a la carrera (animación de David Álvarez desde Animoto 11.04.2012)
La cara de Rajoy (vídeo)
Antología de la puerta de atrás (Luis Arroyo, 11.04.2012)

Artículos en el blog Micropolítica:
Crisis y notas de prensa (Artículo 16, 10.04.2012)
Infografías, visualizaciones y política (Artículo 15, 9.04.2012)
Suicidios políticos (Artículo 14, 6.04.2012)
Presupuestos QR (Artículo 13, 4.04.2012)
Rajoy, 100 días de comunicación (Artículo 12, 1.04.2012)
Imparable (Artículo 11, 30.03.2012)
El ‘photocall’ de Rajoy (Artículo 10, 28.03.2012)
Orgullo frente a soberbia (Artículo 9, 25.03.2012)
Una campaña extraña (Artículo 8, 24.03.2012)
Videopolítica (Artículo 7, 22.03.2012)
Griñán: herencias y albaceas (Artículo 6, 20.03.2012)
Estrangular (Artículo 5, 18.03.2012)
Hoy, Idus de marzo (Artículo 4, 15.03.2012)
La silla vacía (Artículo 3, 13.03.2012)
Presidentes a la reelección (Artículo 2, 12.03.2012)
Gestionar la política (Artículo 1, 9.03.2012)

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38 COMENTARIOS

  1. Su entrada es perfecta -en la línea que mantiene siempre este Blog-, una receta teórica sobre los presupuestos comunicacionales básicos en época de deriva económica. Pero desgraciadamente, la lección le llega un poco tarde a nuestro Presidente y sus asesores de cámara. El presidente ahora no tiene un problema de comunicación -un mantra muy socorrido-, sino fundamentalmente de credibilidad en su doble vertiente nacional e internacional (global). Y esa debilidad está asociada a una imagen muy potente, un Presidente a la deriva que como un zombie va caminando por un pasillo y en un momento determinado decide salir «por la puerta de atrás» (hay un comentario de una periodista en la grabación «anda y se va!» absolutamente demoledor).
    (Rajoy) «Amante del flujo y la resolución por decantación, no ha marcado como debía el ritmo de la comunicación, que es el símbolo de la política», me remito a sus propias palabras. Es más, Rajoy ha cometido un error de estrategia política letal al no controlar los ritmos de la realidad política Europea dejando que Italia nos haya dejado el foco de los ataques a nuestra economía. Quizás Andalucía era una pieza política que a él le merecía la pena pero que al final ha resultado ser un obstáculo que ha repercutido de lleno en su proyección pública y su discurso (¿acaso no viste el vídeo de TVE cuando se dirigía a su partido desde Antequera?, esas caras, esa pesadumbre, ese pesimismo en el ambiente, esa resignación; sencillamente letal). En ese sentido Monti ha sido muchísimo más sutil e inteligente y efectivamente sí ejerce un liderazgo político junto al Presidente de la República. Dúo imprescindible, ¿quién se acuerda de Berlusconi?.
    3 aspectos para terminar:
    – Decir una cosa y hacer la contraria una vez tras otra es una pérdida de crédito brutal, ej. Amnistía fiscal.
    – Al presidente no le gustan los asesores ni la comunicación política, ni tampoco está entrenado ni ha sido consciente de la importancia de este aspecto quizás porque antes toso le venía de cara (recordar que no dio ruedas de prensa en la Campaña electoral).
    – En 2012 no se entiende que un partido de gobierno no articule su política de comunicación ligada a un mass media. ¿Quién puede ejercer esa función en un centro derecha mediático incapaz de liderar esa centralidad?. ¿Intereconomía, La Razón?.
    Un saludo.

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