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El rescate del Presidente

Publicado en: El País (24.07.2012) (blog ‘Micropolítica‘)

El gobierno portugués, con el primer ministro Pedro Passos Coelho a la cabeza, ha contratado los servicios de la consultora internacional de comunicación Brunswick para que le ayude a construir su imagen ante la troika y los inversores internacionales. Lisboa ha conseguido, con discreción, alejarse del foco, minimizar los comentarios negativos en Bruselas y otras capitales comunitarias, y mostrarse, sin arrogancia ni exceso, como el contrapunto sensato y prudente frente a la torpe actitud nacionalista con la que, demasiadas veces, el presidente Mariano Rajoy ha gestionado su comunicación. En ausencia de estrategia profesional, la gesticulación ha sustituido reiteradamente a un enfoque más efectivo y menos efectista. Rajoy no ha comprendido, todavía -y quizás es demasiado tarde- que una comunicación de crisis tiene sus propias lógicas y métricas. Casi siempre se desprecia lo que se ignora.

En una dura y reciente crónica, ‘Rajoy podría aprender algunas lecciones de Portugal’, Reuters asegura, con el testimonio de expertos internacionales, que los problemas de España son, en buena medida, los problemas que genera la estrategia cacofónica y errática de la comunicación del Presidente: “Rajoy y su gabinete se pasaron los primeros seis meses de gobierno enviando mensajes contradictorios a los mercados sobre sus planes presupuestarios, la toma de control público de la problemática Bankia, el rescate de sus bancos y la forma en la que controlarán los presupuestos de las autonomías y su acceso a los mercados”. Reuters, la agencia que ha marcado nuestra agenda en los últimos meses, sabe de lo que habla.

La constatación -extendida en las instituciones europeas- de que el gobierno español ha perdido credibilidad y margen de maniobra nos maniata a la hora de implementar la política económica o corregir los errores. Rajoy, por cálculo, temperamento y osadía, ha perdido un tiempo vital. Ahora ya no va encima del caballo, sino detrás, con el riesgo de ser pateado por el propio animal.

Parece que ha prescindido de servicios externos para definir e implementar un plan de actuación. Una extraña mezcla de prepotencia y autosuficiencia ha impedido que el Gobierno pidiera ayuda. La humildad es clave, incluso con mayoría absoluta, hasta para reconocer que, frente al desafío y al brutal reto al que nos enfrentamos, se necesitan más neuronas y profesionales experimentados. Los mejores. Recortar en inteligencia operativa nos ha llevado a un callejón sin salida.

Por si fuera poco, Rajoy nunca se ha reunido con la prensa internacional acreditada en Madrid. Ni él, ni la vicepresidenta, ni el ministro de Economía. El Círculo de Corresponsales Extranjeros en España no ha obtenido una respuesta positiva, en todos estos meses, para tener una relación fluida y frecuente que habría permitido al Gobierno dirigir, condicionar o intentar orientar los mensajes que salían hacia los diarios internacionales por parte de los corresponsales. Un repaso a la lista de medios y periodistas agrupados en esta plataforma indica hasta qué punto La Moncloa no sabe porque no oye, ni mira. Los periodistas más veteranos no dan crédito. La falta de diálogo con todos los corresponsales, no solo algunos elegidos, es un error de manual. Otro más.

Nada que ver, por ejemplo, con la estrategia de Mario Monti que, antes de comparecer ante el Congreso de los Diputados y el Senado para exponer su plan de ajuste, se presentó en la sede de Roma de la asociación de corresponsales extranjeros en Italia. Todo un contraste respecto a Silvio Berlusconi que, desde hacía años, se negaba a comparecer ante la prensa internacional. El orden de los pasos dados -primero ante la prensa extranjera, luego ante los diputados y finalmente ante los senadores- dejó claro cuáles eran sus prioridades. Y sus necesidades.

España está frente al rescate total. Pero quien necesita un rescate urgente es el Presidente. Bien podría mirar el ejemplo portugués o el italiano. Rescatar la presidencia del temperamento y de las limitaciones de su titular es una tarea urgente. O su tozudez y rigidez no serán síntoma de lo que quiere hacer creer, sino de algo mucho más  peligroso y sospechoso. Este desafío no es para héroes de ficción, sino para equipos competentes. “Estamos aplicando las recetas de los deportistas: esfuerzo, dedicación y perseverancia”, dijo ayer en la recepción a nuestros atletas olímpicos. Su cara, sus caras lo decían todo. Cuando no crees ni tus propias palabras, no puedes esperar que nadie confíe en ti. Y Rajoy ha perdido brío y seguridad. Su cuerpo le delata.

Rescatar, pero al Presidente, antes de que sea demasiado tarde para él y para el país, es el desafío. Quizás el nuevo Departamento de Seguridad Nacional creado ayer en La Moncloa, dirigido por Alfonso de Senillosa y que apoyará al Presidente en situaciones de crisis, pueda conseguirlo asumiendo como una de las primeras y estratégicas tareas lo que es un clamor dentro y fuera de nuestras fronteras: que la crisis es también de comunicación.

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