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Ocupar el Congreso

Desde hace semanas, se está produciendo un debate, tan rico como confuso, sobre una de las acciones más beligerantes contra la crisis de la política democrática: ocupar el Congreso el próximo 25-S. Rodearlo indefinidamente, exigir su disolución, provocar la dimisión del Gobierno y del Jefe del Estado, abrir un período constituyente y convocar nuevas elecciones. Este programa de máximos, de fuerte contenido ideológico, no es nuevo y es compartido, de forma difusa o expresa, por sectores muy combativos de nuestra sociedad. También por los decepcionados y hartos, a los que se añaden algunos posibles sospechosos pescadores en ríos revueltos.

Pero lo significativo de esta acción es que rodear el Congreso e impedir —intencionadamente— el desarrollo normal de sus funciones está tipificado como delito en el Código Penal en su artículo 493 y siguientes. Sea cual sea la discutible consideración ideológica sobre la legitimidad (ética y política) de nuestra legalidad vigente, lo cierto es que el debate sobre una acción política que implica cometer un delito abre poderosos interrogantes. A esto hay que añadir el flirteo con la discutible violencia legítima, la radicalidad de la acción rupturista y las dudas (sobre sus últimas intenciones y sus intereses) que han generado algunos de sus principales instigadores: Promotores anónimos que han roto los puentes de coordinación con otros sectores del 15-M, más conscientes de los costes/beneficios de una acción imprevisible que propone el «todo o nada».

Las respuestas, por parte de los actores políticos tradicionales, van desde la preocupación o la histeria, a la ceguera y sordera social y política. El hecho de que la acción pueda vulnerar la Ley, tal y como está planteada hasta la fecha, actúa como placebo entre los dirigentes políticos. Así, la tentación se instala y se deja de pensar y de actuar con prudencia, atención y responsabilidad, inhibiéndose la reacción urgente e imprescindible de la política formal. Se trataría, simplemente, de un asunto de orden público. Y aquí está el error.

Hoy, muchas y diversas mayorías se sienten excluidas del sistema económico y sufren el desgarro social. Consideran que nuestro sistema político actual es la coartada y la argamasa que consolida un estado de cosas que son insostenibles, e injustas. La lista de razones para la indignación, la irritación, e —incluso— la insumisión o la desobediencia, es larga y legítima. La crisis económica sería, entonces, la consecuencia de la crisis de la política. Una política insuficiente, cobarde y cómplice, piensan.

Estamos, también, frente a una ruptura generacional y cultural incuestionable. Una parte muy importante de los jóvenes no sienten esta democracia como suya, y sus instrumentos de representación, articulación y gobierno son percibidos como hostiles a sus propias vidas. La mayoría de los partidos políticos (y los sindicatos) formarían parte del sistema y no se plantan frente a él. Esta es la percepción creciente en la nueva cultura política que emerge entre las costuras del Movimiento 15-M.

La política formal debe dar respuesta al desafío real, más allá del 25-S. Las mareas destituyentes crecen y tienen corrientes de fondo que se nutren de aguas frías y calientes: de los que quieren otra política y de los que defienden —consciente o inconscientemente— la antipolítica y la apolítica. Entre los que quieren más democracia… y los que, quizás, quieren menos.

Nuestra democracia (nuestras instituciones) debe reconocer que muestra signos de deterioro muy preocupantes. Y que, como cualquier enfermo sabe, lo importante para abordar un proceso de regeneración y recuperación con éxito pasa por el reconocimiento y aceptación de la gravedad de las lesiones, y de la relación entre estas y las prácticas que las provocan.

Frente a los que proponen Ocupar el Congreso, hay otras voces —tan críticas como los que supuestamente se autoproclaman como más radicales— que se desmarcan o que proponen Rescatar el Congreso «del mercado y de los mercaderes». El matiz no es solo semántico. Es un enfoque que pretende, para generar más apoyos y mayorías, anclar la acción en las lógicas de la no-violencia, la radicalidad exigente y responsable —que no arrastre a sus participantes a acciones ilegales de alto coste personal y político— y en la gestión lúcida de la fuerza crítica. Mejor un día de participación/manifestación masiva, pacífica y coordinada, que una ocupación dividida, con episodios incontrolables (con infiltraciones de todo tipo) y que sería la coartada legal para la respuesta inevitable por parte de las instituciones.

La calle hierve. La política formal quiere tirar de manguera, pero las condiciones para el estallido social están ahí. Y no faltarán pirómanos. De nuevo, el tiempo corre muy rápido y la política sigue con el reloj averiado. La agenda de cambios que se debe abordar es, otra vez, constituyente. Debemos recordar, por ejemplo, que la Constitución Española solo pudo ser votada (o no) por las personas que hoy tienen más de 52 años. El resto o no era mayor de edad o no había nacido… ¿Es esto aceptable?

Reconozcamos que es necesario y vital abrir varios y simultáneos procesos o la olla a presión no resistirá. Cuando lo sólido se diluye, por sobrecalentamiento, el paso al estado gaseoso depende, solo, del tiempo y el aumento de la temperatura.

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Publicado en: El País (22.09.2012)

Artículos de referencia:
Qué es y qué pretende la acción Ocupa el Congreso el 25S (Qué hacen los diputados, 21.08.2012)
#25S Nos sobran motivos – Iñaki Gabilondo ‘Vivimos en una dictadura’ (Armak de Odelot, 13.09.2012)

Más enlaces de interés:
La democracia aletargada (Joaquín Estefanía. El País, 13.09.2012)
El desprestigio del Estado (Javier Pérez Royo, El Periódico, 9.09.2012)
La enfermedad institucional de España (Víctor Lapuente Giné. El País, 15.08.12)
Sociedad civil y poder político (Mario Conde. El blog de Mario Conde, 24.06.12)
Una teoría de la clase política española (César Molinas. El País, 10.09.2012)
¿Súbditos o ciudadanos? (Fernando Vallespín. El País, 13.09.2012)
CiU plantea la criminalización de la resistencia pasiva (Iñigo Sáenz de Ugarte. Zona Crítica, 18.07.12)
Zygmunt Bauman: Un pensador en la pequeña Jamaica (El País, 19.08.12)
#25S, ¿cómo tomar el Congreso de verdad y que no puedan desalojar? (senti2comunes, 17.09.2012)
La gran confusión (Ignacio Sánchez Cuenca. El País, 18.09.2012)

Curiosidades:
El león castrado del Congreso: ¿olvido o mensaje político? (El Mundo, 8.09.2012)

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91 COMENTARIOS

  1. Desde el otro lado de las vallas, como lo vemos algunos diputados. Se nos pide rescatar la democracia (y la política) del secuestro del poder económico y financiero. Se nos pide resistir(nos) a la lógica de los mercados y devolver a la política su amplio margen en una democracia. Pero al mismo tiempo se nos debilita, se nos deslegitima, se nos envía a esa batalla con un brazo atado a la espalda. Desde el propio parlamento hay quien deslegitima a la institución ( sin dimitir inmediatamente, claro) desde los medios de comunicación cualquiera se apunta a reformar el sistema de arriba abajo con un esquema de servileta de bar, todos hablan de un asunto tan complejo como el sistema electoral con una frivolidad desarmaste, y gente que viene de trabajar para Merril Lynch habla del concejal de cementerio de Puentedeume como parte de la «clase extractiva». Y en medio de este clima, se nos pide que resistamos a un poder económico que puede emplear y pagar a los mejores asesores, los mejores cerebros, las mejores compañías de publicidad, las mejores campañas de imagen y en medio de un ambiente en el que el enfado ciudadano les llega diferido y atenuado porque está concentrado en sus políticos. QUe alguien se plantee esta contradicción
    y se plantee que el poder no lo tendrían los hipotéticos ocupantes del Congreso,sino que estaría/seguiría (tan ricamente, nunca mejor dicho) en los edificios de cristal de la Castellana. En Nueva York sí sabían qué espacio publico debían ocupar, Wall Street.

  2. Por lo que leo entre el artículo 493 y siguientes del Código penal, estar al lado del congreso no es un delito. Tendría que haber violencia para que fuese delito. Enhorabuena por el artículo!!!!

  3. No veo mi comentario, lo reitero.
    Desde el otro lado de las vallas, como lo vemos algunos diputados. Se nos pide rescatar la democracia (y la política) del secuestro del poder económico y financiero. Se nos pide resistir(nos) a la lógica de los mercados y devolver a la política su amplio margen en una democracia. Pero al mismo tiempo se nos debilita, se nos deslegitima, se nos envía a esa batalla con un brazo atado a la espalda. Desde el propio parlamento hay quien deslegitima a la institución ( sin dimitir inmediatamente, claro) desde los medios de comunicación cualquiera se apunta a reformar el sistema de arriba abajo con un esquema de servileta de bar, todos hablan de un asunto tan complejo como el sistema electoral con una frivolidad desarmaste, y gente que viene de trabajar para Merril Lynch habla del concejal de cementerio de Puentedeume como parte de la «clase extractiva». Y en medio de este clima, se nos pide que resistamos a un poder económico que puede emplear y pagar a los mejores asesores, los mejores cerebros, las mejores compañías de publicidad, las mejores campañas de imagen y en medio de un ambiente en el que el enfado ciudadano les llega diferido y atenuado porque está concentrado en sus políticos. QUe alguien se plantee esta contradicción
    y se plantee que el poder no lo tendrían los hipotéticos ocupantes del Congreso,sino que estaría/seguiría (tan ricamente, nunca mejor dicho) en los edificios de cristal de la Castellana. En Nueva York sí sabían qué espacio publico debían ocupar, Wall Street.

  4. El diputado socialista Nacho Sánchez Amor escribe en el blog apelando a que el 25S se confunde de sitio, habla de manos atadas para defenderse, servilletas de papel, otros innobles diputados carentes de ética que maltratan el hemiciclo sin un mínimo atisbo de dimisión… Le apelo en Twitter a que se una a la ciudadanía a expresar todas las cuestiones y limitaciones que según nos cuenta sufren en el Congreso, a que exprese y describa esa mano que dice les atan para defenderse, pobres ellos. Desde su atalaya de diputado, me contesta que «no está de acuerdo con sus fines, en absoluto. Ese proceso constituyente….uf!» y, como ven, lo remata con esa expresión de suspiro tan español, de que «quita, quita, no me líes…». El argumento es que la verdadera lacra está en la clase económica. Cinismo miserable, del ruin, muy español y muy político, por habitual y por indecente, carente total y absolutamente su Señoría de esa capacidad que deberíamos esperar en unos dirigentes desgraciadamente tan decepcionantes y responsables como los que más en una situación que empieza a desbordarse por varios frentes.
    Me pregunta en Twitter, cuando le explico que El fin del 25S es dejar en evidencia la absoluta falta d capacidad del Congreso (eso mismo que él describe a su manera…), sobre alternativas, y me escribe: “Ok, y la alternativa?? Repase la historia del S XX y vea en qué acabó siempre la deslegitimación de los parlamentos”, me dice. Le respondo que yo estoy viendo en el S XXI el significado de legitimarlos (Grecia,Portugal,Irlanda…) La alternativa está claro que no está en sus manos, pero su Señoría ha declinado seguir con la conversación. Como ciudadano me siento responsable de participar en exigir a los dirigentes de este país que actúen en consecuencia con las realidades diarias que afectan a esos mismos que votaros esas listas cerradas que, afortunadamente para él, incluían su nombre; con mucha mayor razón estando en una oposición que, desgraciadamente, se observa complaciente, inútil y decepcionante.
    Desgraciadamente, este tipo de personajes nos representan, desde esa atalaya en la que realmente suspiran, ¡¡Uff!!, suspiran en esa distancia tranquilizadora, ante cualquier respuesta popular que implique una responsabilidad más allá de la que lamentablemente están habituados a asumir…, no vaya a ser que Alfredo le saque de la lista, y tenga entonces que bajarse de esa atalaya maravillosa desde donde aleccionar a los imbéciles con discursos de siglos pasados …

  5. Este comentario va dirigido al comentario escrito por el diputado Nacho Sánchez Amor.
    Dicho sea desde el cariño, creo que tu comentario es injusto y victimista.
    Personalmente no estoy de acuerdo en el objetivo y el modo en el que se ha planteado la iniciativa del #25S. Sin embargo tu argumentación no me parece válida por el siguiente motivo:
    Se podrá o no estar de acuerdo con el movimiento #25S, pero ni mucho menos creo que los diputados se deban sentir «víctimas» de esta situación, entre otras cosas, porque quien tiene la responsabilidad de actuar frente a los mercados son…., los políticos, ya que para estos temas son para los que precisamente los ciudadanos confiamos y os elegimos en elecciones generales.
    Si tú consideras que con esta iniciativa se os debilita para enfrentaros a esos mercados, quizás habrá que hacerse la pregunta inversa: se ha hecho lo suficiente al respecto hasta ahora para que no se llegue a esta situación?.
    Cierto es que en la actualidad el Congreso se compone de una mayoría absoluta y que el Partido Popular está evitando la cámara gobernando a golpe de decreto ley, pero es que el ciudadano a quien se tiene que dirigir es a la Institución, que es quien nos representa. Por lo que considero injusto tu afirmación de que en USA sí supieron a quién debían dirigirse: a Wall Street…. Y digo yo, que quien se debería dirigir a Wall Street, al BCE…., a los mercados son los políticos elegidos representantes de la ciudadanía.
    Por lo que no, no creo que al ciudadano le tengas que recriminar que se dirija al político en vez de a los poderes económicos, lo veo muy injusto.
    Yo a Botín, por ejemplo, no lo elijo, pero a los diputados sí.
    Un abrazo.
    David.-

  6. Para Iñaki Sebastian:
    No le contesto «desde mi atalaya de diputado», lo he hecho por el canal elegido por usted, mi cuenta de Twitter. Abierta a todos, claro. Y en efecto, disiento, creo que educadamente, de los fines del 25S. No creo que hacer dimitir al Congreso e iniciar nada menos que un proceso constituyente sea muy respetuoso con la democracia que se dice defender. Para apelar a la soberanía e iniciar un proceso constituyente no se me ocurre mejor modo que, precisamente, elegir representantes democráticamente, mediante urnas. Hay sistemas políticos que pretenden legitimarse mediante concentraciones públicas, pero no me parecen un modelo. Yo prefiero las elecciones y los parlamentos, al menos mientras no se plantee un sistema completo de sustitución de la democracia representativa. Completo, repito (lo otro son reformas, perfectamente discutibles). Es obvio que el «uf» del tuit refleja esas dudas, y es producto de la limitación de caracteres. Como Iñaki, para poder desarrollar más la idea, tengo que acudir a este espacio, más amplio. El «uf» le parece a Iñaki muy «español». Es posible, a mi también podría parecerme muy «española» su reacción, si no temiera ser injusto con los españoles. Porque en efecto, esa discrepancia, que a mi no me parece tan sorprendente viniendo de un diputado, se despacha con un muy argumentativo: «Cinismo miserable, del ruin, muy español y muy político, por habitual y por indecente, carente total y absolutamente su Señoría de esa capacidad que deberíamos esperar…». En fin, debe ser el nuevo estilo «constituyente».
    «Su señoría» no ha declinado seguir con la conversación sobre las lecciones históricas de la deslegitimación de los parlamentos, algo que parece ofender también, sino que esta mañana amanecía en Alicante y ahora está en su casa en Mérida. Y nada más llegar, ya ha tenido ocasión de contestar a Iñaki, que ha mostrado al mundo su santa ira al decirme: «su buenrrollismo estúpido me decepciona sobremanera». A lo que le he contestado que no lo lamento excesivamente y que «mucho mejor los diputados que no contestan, porque así uno se reafirma en sus prejuicios».Veis como es complicado?. Si sales al ruedo y contestas, y opinas y participas en un espacio como éste de Antoni Gutiérrez, no es que puedas recibir respuestas de todo tipo, es que algunos ven «atalayas» y soberbia. Y si no sales, si te escondes, si no participas en el debate, das la razón a los que dicen que vivimos en otra galaxia, que somos inaccesibles, que estamos sordos a lo que dice la gente, etc. Es un silogismo cornudo, siempre te pilla el toro. Yo por mi parte voy a seguir haciéndolo, a pesar de los «iñakis» y sus fantasmagóricas «atalayas».

  7. Para David Alvarez.
    Bueno, con David la cosa es diferente, porque él sabe que nunca huyo de una buena discusión en Twitter. Y bien que le doy la lata a veces (para «complementar» su trabajo, claro). Vamos a ver. No hablo solo del 25S, sino del clima de opinión «antipolítica» que amenaza con anegar la discusión pública. Un clima que ayuda objetivamente a la derecha, porque desmoviliza solo al votante de izquierda. Los votantes habituales conservadores van a seguir votando al PP como un ejército, como ha sido siempre. Los de izquierda son mucho más sensibles (afortunadamente) a este tipo de climas de opinión. Por cierto, no tan espontáneo como a veces se pretende.
    Coincides en lo que digo, somos los políticos los que tenemos que reducir el poder del dinero, pero por eso mismo me quejo de la contradicción que supone pedir eso y al mismo tiempo quitarnos toda credibilidad. Lo entiendo desde esas posiciones que pretenden sustituir a los representantes electos de la gente por un brumoso proyecto constituyente del que no se dice cómo se desarrollaría, si con asambleas en las plazas de los pueblos o de qué otro modo. Por tanto, la queja no es sólo por el 25S, sino por el clima general de deslegitimación de la política y de las insttituciones democráticas. Sobre si se ha hecho suficiente, es obvio que no. Ni por parte del Gobierno socialista, ni mucho menos desde luego por éste Popular, mucho más complaciente con esa lógica de los benéficos mercados autoregulados. Tu dices, la gente debe dirigirse a sus políticos y éstos a los poderes económicos. Claro, yo también lo creo. Ahora planteate ésto: «que sepas que no me representas, que quiero que dimitáis todos, que sois una pandilla de inutiles corruptos, vale? Y ahora vete Castellana arriba a pelearte con los poderes económicos y financieros». Lo cierto es que los americanos indignados escenificaron su ira ocupando Wall Street y los españoles han preferido el Congreso. Eso es una realidad, subrayarla por mi parte no me parece descabido ni ajeno a la cuestión. Yo quiero, como tú dices, que los ciudadanos se dirijan a mí (cada uno a quien crea de sus representantes) para exigirme lo que sea, y por eso me parece contradictorio que al mismo tiempo se deslegitime mi función. No me quito de enmedio, al contrario, lo que pido es que creemos las complicidades sociales y políticas necesarias para poder enfrentar ese colosal poder económico. Aunque nuestras perspectivas no sean del todo coincidentes en principio. Por eso yo disiento de los fines del 25S, pero no descalifico a la gente que opte por ese tipo de protesta.
    En fin, un placer charlar contigo, como siempre. Saludo y gracias a Antonio G Rubí por este espacio.

  8. Por si a alguien pudiese interesarle la conversación completa mantenida en Twitter con el diputado Sr. Sánchez Amor, aquí están los dos enlaces: http://bit.ly/VxgZXi y http://bit.ly/PfHZqL
    Le contesto que el hecho de salir al ruedo puede en ocasiones ratificar las opiniones contrarias que se puedan tener sobre lo que se expresa, salir al ruedo no es garantía de llevar razón y menos con un buenrrollismo tan lamentable, salir al ruedo implica la posibilidad de tener que debatir. Pero pretende aleccionar desde su atalaya de representante del pueblo sólo por el mero hecho de salir a contestar algunas cosas. Desde allí arriba, desde su atalaya también se puede twitear, Sr diputado…
    No ha respondido a la situación que le planteo referente al comportamiento de algunos parlamentos en este siglo XXI, sigue sin hacerlo, respuesta estúpidas y faltas de contenido mínimo, y sin la limitación de los 140 caracteres cuando interviene en este blog.
    Insisto en expresar la decepción de mi último twit ante tan limitada capacidad. No hay ira en mis palabras, absolutamente ninguna, sí una decepción tan mayúscula, que realmente me hace muy complicado expresarme con mayor paciencia y comprensión ante semejante nivel de estupidez, un nivel que, desgraciada y concretamente en el caso del Sr Sánchez Amor, nos representa políticamente.
    Demuéstreme que es usted realmente capaz de bajar al fango que nos rodea para defender los derechos básicos de quien le dio la posibilidad de representar a la ciudadanía y seré yo mismo quien le defienda para que siga en esa atalaya que le ofrece su condición de Diputado para que siga defendiendo derechos básicos. Aunque permítame que albergue y exprese la mayores y más evidentes dudas sobre esta posibilidad.

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