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Resetear España

Las imágenes más poderosas —y descriptivas— de la brillante inauguración de los JJOO de Londres 2012 se produjeron al inicio de la ceremonia. Coros compuestos por niños de las cuatro naciones del Reino Unido (Escocia, Gales, Inglaterra e Irlanda del Norte) cantaron distintas piezas (Flower of Scotland y The land of my fathers, en el caso de los dos primeros). Aunque uno de los momentos más especiales de la ceremonia de apertura, dirigida por Danny Boyle (director de la película ‘Slumdog Millionaire’), llegó de la mano del coro Kaos Signing Choir for Deaf and Hearing Children, que interpretó el himno «God save the Queen». Niños con deficiencias auditivas y del habla, que cantan usando el lenguaje de signos. Fue la carta de presentación al mundo de Londres: diversidad y multiculturalidad. Ni una sola bandera. Solo voces, idiomas y registros muy diferenciados.

La Conferencia de presidentes autonómicos de hoy llega en un momento complejo, a pocas semanas de las elecciones en las tres «comunidades históricas» (Galicia, País Vasco y Catalunya) que marcarán no solo el curso político de estas comunidades políticas sino buena parte del futuro del Gobierno de Rajoy y la necesidad —o no— de llevar a cabo un «reset» al concepto de unidad de España con reformas, referéndums y consultas de por medio.

Esta cumbre, por ejemplo, no tiene traducción simultánea para las lenguas cooficiales (gallego, euskera, catalán —y valenciano—) de cuatro de los presidentes que las hablan. La política democrática está necesitada de gestos que tienen alto valor y no tienen precio. Habría sido pedagógico reconocer y escuchar las lenguas que, como en Canadá sucede con el francés, deberían ser oficiales en todo Estado que se considere federal, como así se le reconoce internacionalmente este concepto a nuestro estado autonómico.

Habría sido, también, muy estimulante ver cómo nuestros presidentes (barones y varones), con el rey a la cabeza, defendían tal medida enfrentándose a los que la consideran ridícula, humillante o costosa y que fue duramente criticada por algunos sectores por su uso (y su coste) en el Senado. La democracia no tiene precio. Y, en cambio, es muy caro perderla o debilitarla. El combate por las formas, el respeto y la cultura democrática es el primero de los principios exigibles a nuestros representantes.

En este «reset», que debería abrir también la puerta a modificar diversos procesos legislativos (que incluyen el de nuestra Constitución), el papel del escudo debería tener un nuevo protagonismo visual y referencial. Habla más y mejor de la España real nuestro escudo que nuestra bandera, de la misma manera que el himno, con letra, desafina. Las banderas cada cual las siente como las vive; los escudos, sin embargo, pueden reflejar la voluntad de unidad desde la diferencia, el acuerdo, el pacto… o el compromiso. El escudo de España muestra claramente el origen del Estado a partir de acuerdos, pactos y compromisos históricos.

El rey, y la corona, deberían formar parte de este «reset». Y reorientar su función institucional para defender la diversidad, garantizarla, estimularla y conseguir un nuevo ciclo de acuerdo y pacto: el de la libre voluntad, no el de la negación, la restricción o la limitación de la libertad de cada pueblo a decidir cómo y con quién quiere diseñar su futuro. ¿Se imaginan que fuera la corona, por ejemplo, la que propusiera como nombre del Estado el de «Reino Unido de España»? Sin duda, mucho más sugerente que el de Reino de España y una aproximación a modelos de otras monarquías constitucionales tan escrupulosas con la diversidad y la riqueza nacional.

Los símbolos y las formas, en política, lo son casi todo. Llegar el último y marcharse el primero es, claramente, algo más que un gesto. Que el rey dedique más tiempo a un presidente que a los demás es otro gesto. Pero deberemos esforzarnos por racionalizar mejor todos los detalles elocuentes para empezar a comprender que, quizás, hay que volver a empezar, aunque no sea —necesariamente— volver a empezar de cero o desde la nada.

El reset de España es imprescindible. El soft está «colgado» y el hard está «colapsado». La tentación de cambiar de sistema operativo o de máquina es algo más que legítima, puede ser necesaria, o inevitable. Pero queda, todavía, una opción: reiniciar. A veces se pierden documentos no guardados y algunos archivos se dañan… pero es, también, una buena oportunidad para repensarlo todo. Esta es la decisión para la que, quizás, falte coraje y determinación. Paciencia y comprensión.

Otros títulos que he contemplado:
– Reino Unido de España
– Mejor el escudo que la bandera
– Cumbres borrascosas

Publicado en: El País (2.10.2012) (blog Micropolítica)

Imagen de Thomas Breher en Pixabay

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39 COMENTARIOS

  1. Interesante artículo como siempre. Sin embargo, y no sé si te he entendido bien, cuando dices que a un estado autonómico como el nuestro se le reconoce como federal… Por ejemplo, en estos dos enlaces del NYT que te paso se habla de las 17 comunidades autónomas como «semiautonomous regions». Quizás porqué para hablar de federal debería haber un respeto institucional hacia las «nacionalidades y regiones» – según la Constitución – que componen ese Reino Unido de España (brillante invención).
    http://www.nytimes.com/2012/09/28/business/global/spain-unveils-sweeping-budget-cuts.html?pagewanted=all&_r=0
    http://www.nytimes.com/2012/09/04/business/global/money-and-people-leave-spain-as-economic-gloom-deepens.html?pagewanted=all

  2. […] El deterioro de la política es grave. Pero la amenaza que se cierne sobre nuestra democracia es peor aún. La lista de tareas para «recuperar la credibilidad y la imagen de los políticos» reclamará algo más que el bienintencionado Plan anunciado por la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría. La futura Ley de la Transparencia ya no podrá eximir ni a los partidos, ni a la Corona, por ejemplo. Si se persiste en el privilegio de la exclusión, la propuesta será percibida como un insulto insoportable. Se necesita un período reconstituyente de nuestros fundamentos políticos. Un reset inaplazable. […]

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