Esta misma semana, Barack Obama acaba de entrar en Snapchat. Era la red que le faltaba. En el 2008, irrumpió en YouTube. En el 2012, demostró el enorme potencial de Twitter, Facebook y el ‘big data’. Y ahora, en el 2016, apuesta por la comunicación segmentada con Facebook Ads, sorprende con Instagram y se lanza en Snapchat. La gran mayoría de sus usuarios ni siquiera tiene edad para votar, pero no importa: llega a un público nuevo (creando audiencias futuras) e influye en sus entornos familiares y de amistades (en el presente). Y en su propio lenguaje.
En estas elecciones Donald Trump (con su política pop) y Hillary Clinton (con el soft power) han trasladado a las redes su rivalidad. Pero con estrategias y acciones muy diferenciadas.
Trump ha primado la búsqueda de visibilidad indirecta en los medios a través de su actividad digital. Trump sabe perfectamente cómo usar la red, como un espacio desintermediado y “libre”, según afirma. Y de ahí al gran público a través de la viralidad (utilizando bots si es necesario) y el eco mediático. No necesita gastar dinero en anuncios porque los medios ya hablan de él y de su mensaje, y porque sus seguidores se alimentan en directo de lo que dice o piensa. Su éxito en Facebook Live es parte de su cruzada contra, según el propio Trump, la conspiración mediática en su contra.
Es él quien escribe siempre la mayoría de sus propios tuits. Lo hace sobre todo por la noche, cuando su equipo de comunicación se ha ido ya a casa, rompiendo moldes y abriendo frentes. Le encanta hacerlo. Se comporta como un activista agitado y excitado, sin pudor y sin rubor.
Respecto a Hillary Clinton, su campaña online ha sido mucho más tradicional y profesional, basada en la creación de contenidos de calidad, microsegmentados, apelando al argumento y la razón. Son los mejores contenidos en estas elecciones, con vídeos cortos, infografías, imágenes, mensajes personalizados, respuesta rápida… Ha publicado más tuits diarios que Trump, más posts en Facebook, más vídeos… y ha llegado a más gente (tiene más visualizaciones, engagement y subscriptores).
El equipo de Clinton sabe perfectamente los públicos a los que debe llegar e impactar con su mensaje, haciendo una llamada constante al voto comprometido. Los vídeos y testimoniales constantes con latinos, a favor de las mujeres o sobre la justicia social con afroamericanos han sido numerosos. Clinton, además, creó una web (The Briefing) para defenderse de las mentiras y calumnias, que ha usado también para criticar al republicano, a través del ‘fact checking’. Además, su web ha tenido mucha importancia, ya que es donde enviaba a la gente a buscar más información, para desenmascarar las mentiras de Trump, durante los debates electorales.
Finalmente, en esta campaña la auténtica batalla ha estado en el posicionamiento del buscador Google. Ocupar relevancia en las búsquedas se ha convertido en la estrategia más profunda, y en la nueva demoscopia. Los candidatos han descubierto que es mejor encontrar los intereses (búsquedas) de los electores, que sus simples opiniones (encuestas). Descubre un interés y encontrarás los elementos movilizadores, los influencers y sus comunidades.
Publicado en: El Periódico (1.11.2016)
Artículos de interés:
– Clinton y Trump se entregan al uso del ‘Big Data’ para identificar potenciales votantes (Idoya Noain. El Periódico, 1.11.2016)