La Ley de Transparencia es un paso estratégico para todos los que optamos por un modelo de Responsabilidad Social Corporativa (RSC) anclado en una nueva cultura empresarial que lidere el cambio hacia las corporaciones responsables del siglo XXI. Además, la ley incorpora con fuerza la perspectiva tecnológica en la implantación de la transparencia. Y consolida el eje ‘transparencia-tecnología-responsabilidad’ como un itinerario lleno de posibilidades, no sólo para la reputación corporativa o el buen gobierno de nuestras sociedades, sino para la incorporación de prácticas de gestión y decisión basadas en los derechos democráticos de los accionistas e inversores. Derechos que son parte esencial de una política de RSC integral que se compromete con sus accionistas más allá del dividendo. Una empresa transparente que escucha, que da canales de participación y de decisión a sus accionistas, será una empresa abierta y responsable, el único futuro sostenible. Y la dimensión tecnológica deviene el factor de cambio y de aceleración del proceso.
A finales de 2003, la CNMV advertía del punto de partida al observar que un 35% de las empresas cotizadas no tenía página Web. Y el resto estaba lejos ?todavía hoy- de los requerimientos que contempla el reglamento, salvo notables excepciones. Debemos asumir que el centro de gravedad cambia. Del derecho del accionista a ser informado, al deber de las corporaciones a dar información transparente y constante de su gestión, hay un trecho que puede ser visto como una obligación o como una oportunidad estratégica de relación con la sociedad.
Oportunamente, mañana se celebrará la Jornada ‘eTransparencia para el buen gobierno corporativo de las empresas a través de las nuevas tecnologías’, organizada por www.edemocracia.com. El encuentro llega en un buen momento. La ecuación buen gobierno = más participación, avanza sólida entre los dirigentes empresariales que promueven cambios desde la perspectiva RSC. Un pensamiento más dinámico que no contempla colisión entre la necesaria eficacia y la mejora de la democracia en nuestras empresas. Un pensamiento que pretende ser cultura, que ve en las nuevas tecnologías un papel motor del cambio de nuevos modelos organizativos más responsables por más transparentes. Hay recelo disfrazado de prudencia en algunos sectores. Y oposición activa en otros. Pero la eTransparencia es una oportunidad para nuestras empresas. No sólo para cumplir ‘progresivamente’ la Ley incorporando ya lo que anima o exige. Si no para ir más allá, con un modelo empresarial más participativo y equilibrado, garantía de un enfoque de responsabilidad corporativa urgente y necesario.
El uso de las nuevas tecnologías en la atención a los accionistas continúa aumentando, por razones operativas y presupuestarias. Pero el paso determinante de la atención a la decisión es un tramo que se presenta casi insalvable para algunas organizaciones. El accionista (y el mercado) reclama que sea la propia compañía la principal fuente de información. Y exigirá sin demora la soberanía. El absolutismo ilustrado tampoco tiene espacio ya en las corporaciones del siglo XXI. No le demos más vueltas. La ola de cambio, de transparencia, de información, en definitiva de más democracia y de buen gobierno, será imparable. Y a golpe de clic.
Publicado en: Expansión (28.04.2004)
Fotografía: Agence Olloweb en Unsplash