El lenguaje corporal proporciona una gran cantidad de información sobre el carácter y las emociones. Desde que en 1872 Darwin presentara a la comunidad científica su trabajo La expresión y las emociones en el hombre y en los animales, base de los estudios modernos sobre la comunicación no verbal, los expertos han identificado alrededor de un millón de claves y señales que transmitimos –y percibimos también- tanto consciente como intuitivamente a través de expresiones faciales y gestos.
El estudio científico de la comunicación no verbal es algo reciente, aunque a principios de siglo ya se investigaba sobre las expresiones del rostro. Fue en la década de los 50 cuando un grupo de científicos enfocó el tema de manera sistemática. Se creaba una nueva ciencia fruto de cinco disciplinas: la psicología, la psiquiatría, la antropología, la sociología y la etología.
La comunicación no verbal expresa nuestro estado anímico, nuestros sentimientos, nuestra personalidad, enviando continuos mensajes que pueden delatar, en algunos casos, una contradicción entre nuestra intención real y la percepción que puede tener la persona o personas con las que estamos interactuando. Es decir, comunicación verbal y no verbal son partes inseparables del proceso global de comunicación. Varios expertos señalan que en una conversación el 65 % de la comunicación se produce de forma no verbal, las palabras suponen el 35 % restante, influyendo más el tono y los matices que las palabras en sí mismas, ya que éstas pueden llegar a engañar pero los gestos corporales se convierten en elementos delatores.
La comunicación no verbal es altamente reveladora y podemos destacar cuatro factores clave. Las cualidades no verbales de la voz (vocalizaciones, risas, gruñidos, bostezos, silencios momentáneos o pausas repentinas,…); la forma en que las personas utilizan el espacio para hablar; el movimiento corporal y la fisiognomía del rostro en busca de claves que expliquen nuestra forma de comportarnos. Todos estos factores están fuertemente entrelazados aunque es importante matizar que el contexto es fundamental para entender una situación correctamente.
Señales de acercamiento
En la fantástica fotografía de Albert Bertrán podemos interpretar algunas de las señales de los protagonistas de la imagen. Sus cuerpo hablan, y mucho. A pesar de que la fotografía no recoge “el momento final” de la composición del grupo, la información que nos ofrece sobre el acercamiento de cada personaje al grupo es muy reveladora y permite aventurarse sobre una interpretación de la misma.
Josep Piqué
El cruce de brazos a la altura del pecho denota una actitud cerrada, defensiva, de rechazo, que a veces supone una señal de que no se acepta el punto de vista de otra persona, de inseguridad o de deseo de defenderse; su caminar erguido y con la cabeza ligeramente alta, manifiesta una cierta actitud altiva. La ausencia de un contacto visual directo con el resto de los componentes de la escena da la impresión de un cierto aislamiento o desinterés, aunque en este caso parece que busca o responde a la mirada de alguna otra persona o personas situadas frente al grupo o bien que mira de reojo a Manuela de Madre, lo que denota cierta desaprobación, al igual que la inclinación de las comisuras de los labios, hacia abajo. La posición del cuerpo en relación al resto del grupo (a pesar de que se intuye que va a dar un paso al frente), con una cierta orientación hacia la derecha, muestra una cierta exclusión.
Manuela de Madre
Al igual que Carod, mantiene una cierta distancia física con Maragall y Mas que ocupan el centro de la imagen, potenciando el protagonismo de ambos. La postura de las piernas y los brazos ligeramente separados, nos muestra una actitud de confianza, no amenazadora. Se muestra relajada, tranquila y natural. La posición del cuerpo, paralela a los protagonistas, se halla en congruencia con el resto del grupo, lo que significa que se muestra de acuerdo. La cabeza y la mirada (hacia la derecha), junto a la distancia física la mantienen al margen de la conversación y muestran un cierto desinterés respecto al resto del grupo. La expresión de la cara refleja una actitud de seriedad.
Pasqual Maragall
Muy cercano a Mas, mantienen un contacto permanente (rozándose los brazos). Se muestra relajado y confiado, con disposición de escuchar y buscando el contacto visual con Carod. La disposición de Maragall y Mas parece indicar que hablan sobre el lugar que deben de ocupar cada uno en la fotografía. La inclinación muestra una disposición total a la receptividad. Sus manos abiertas son una señal de sinceridad y franqueza. Mira y escucha a la vez, aunque se intuye que va hablar, o ya ha hablado. La posición de sus labios permite interpretar un susurro cómplice, una palabra sólo para sus interlocutores.
Artur Mas
Junto a Maragall centra el protagonismo de la imagen. La postura de las piernas y los brazos ligeramente separados, nos muestra una actitud de confianza en sí mismo. Busca ocupar el máximo espacio físico con sus piernas y brazos y quiere centrar la atención de sus interlocutores… y fotógrafos. Hecho que corrobora abriendo mucho las palmas de las manos, lo que es un claro signo de autoestima. Gesticula abiertamente lo que junto a sus manos y posición del cuerpo indica claramente una necesidad de posicionamiento. Quiere ser escuchado y observado. No está en movimiento, igual que De Madre, lo que señala una gran seguridad de los dos.
Josep Lluís Carod-Rovira
Mantiene una cierta distancia de cortesía aunque la inclinación del cuerpo hacia Mas, la actitud de escucha y la sonrisa parecen mostrar su interés y aprobación. Cruza también, aunque con menor contundencia, los brazos sobre el pecho, lo que podría mostrar una cierta posición defensiva, de distanciamiento. No mantiene la mirada fija en sus interlocutores, sino que opta por mirar al suelo, lo que se interpreta como no dar absoluta credibilidad a lo que se está diciendo.
Joan Saura
A pesar de ser el último en incorporarse (se encuentra unos pasos más atrás), demuestra interés al buscar el contacto tanto con la mirada, como con la inclinación del cuerpo, mientras camina para colocarse al lado de Carod. La expresión facial, con un amago de sonrisa, la leve inclinación hacia abajo de la cabeza y la mirada, así como la mano izquierda cerrada denotaban un cierto punto de desconfianza o desaprobación, quizás por la ligera sensación de exclusión que denota la espalda de Carod que cierra mucho el espacio.
En el centro los dos protagonistas, Maragall y Mas. El mínimo espacio entre ellos, refuerza todavía más la distancia entre los dos y el resto. La centralidad y la proximidad son evidentes. Es sugerente el juego de sentidos . Mas habla par sí, afirmándose, pero sabe que Maragall le observa y le roza; Carod observa sus manos, sus movimientos; y Maragall mira a Carod, con las espaldas bien cubiertas. Oír, tocar, mirar… sólo nos ha faltado oler y probar la fotografía. Pero visto el resultado, parece que olía a horno y sabía a pan recién hecho.
Publicado en: El Periódico de Catalunya 02.10.2005 (formato pdf)
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