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Descubre la política emocional con Antoni Gutiérrez-Rubí

Carme Chacón renueva totalmente la cúpula militar, sin estridencias, pero con autoridad. La cúpula del PP se refuerza con nuevas mujeres. Llega una forma de hacer política en femenino. ¿Cómo es? Para averiguarlo, entrevistamos al prestigioso consultor político Antoni Gutiérrez-Rubí.

Antoni Gutiérrez-Rubí es analista y experto en estrategias de comunicación pública y social. Acaba de publicar «Políticas« (El Cobre, 2008), un libro imprescindible para comprender los cambios que se avecinan. Pronto podrás leer sus artículos en marie-claire.es. Además, te recomendamos su página web.

Michelle Bachelet en Chile, Angela Merkel en Alemania, Ellen Jonson-Sirleaf en Liberia, Cristina Fernández en Argentina, Partibha Partil en la India… 2007 fue el año de la victoria de las «presidentas». Nunca antes había sucedido: 14 mujeres presidentas o primeras ministras en contextos dominados por clichés discriminatorios. Y siguen avanzando hacia la igualdad, como en España con 9 ministras.

Marie-claire.es: Arranca una nueva forma de liderazgo, la política emocional… Pero, ¿cuáles son los principales rasgos?

Antoni Gutiérrez-Rubí: La sinceridad: no hay por qué esconder tus emociones, aunque sean íntimas y muy personales y, al mismo tiempo, no hacer política sólo con la epidermis o los instintos.
La proximidad: hacerse cargo del estado de ánimo de los ciudadanos a los que quieres representar. Comprender «su» situación para cambiarla.
El afecto: la política amable, cariñosa, que te consuela y te anima, que te abraza. Una política de afecto con los que más sufren y de respeto con toda la ciudadanía.
La pasión: «Sólo puede ser presidente de la República alguien que desea, ama y quiere» dijo François Mitterrand. Hay que hablar con el corazón si quieres llegar al corazón de las personas. El camino más directo para llegar a su cabeza…

MC: ¿Qué mujer representa más claramente hoy en día ese nuevo modo de hacer política que defiendes?

AGR: Creo que hay muchas (y bastantes hombres) que exploran la «política de las emociones» con acierto y con eco social y ciudadano. En España, al margen de sus opciones políticas, encuentro muchos de estos atributos en personas como la ministra de Defensa Carme Chacón , la ex dirigente del PP María San Gil, o la alcaldesa de Córdoba Rosa Aguilar.

MC: ¿El estereotipo del poder hermético es uno de los motivos por el cual Hillary no ha convencido? ¿Es Obama un ejemplo de ese político emocional que está emergiendo?

AGR: Hillary ha cometido muchos errores de estrategia. El primero no entender que el anhelo fundamental del electorado era el deseo de cambio tras 8 años lamentables (y peligrosos, y ruinosos) de la Administración Bush. Los norteamericanos quieren cambio de política, no «sólo» de líder (experimentada y curtida, como era ella…). Hillary «no escuchó» a sus conciudadanos (no supo hacerse cargo del estado de ánimo…)
Obama representa un político de nuevas bases. Ha susurrado a los electores, estableciendo un diálogo cómplice; ha conectado con lo nuevo y lo emergente; ha sonreído, ha seducido y no ha perdido la calma; ha sufrido (y lo ha mostrado), como cuando se equivocó al despreciar a los que no le votaron acusándoles de «amargados» o con el caso de las terribles declaraciones de su ex pastor religioso. Nunca ha atacado en lo personal a Hillary como sí que lo ha hecho Bill (y ella misma). Mary Lou Quinina (fundadora de Just Ask a Woman), dice que en esta campaña, la mujer es Obama. Yo lo comparto.

MC: Está claro que la imagen de las políticas, su indumentaria, es examinada con especial detenimiento, levantando críticas que ningún político se ve forzado a afrontar si por lo que sea se sale de la norma. ¿Cómo pueden las políticas gestionar esta situación? ¿Conviene no destacar y vestir de forma discreta o defender una personalidad propia?

AGR: Las políticas no pueden escaparse de los estereotipos y clichés sociales , aunque combatan aquellos que consideren injustos. Es obvio que nuestra sociedad reclama patrones de conducta social diferentes a los hombres que a las mujeres en muchos temas, y en particular sobre el vestuario.
Pero yo lo veo, también, como una oportunidad. Representar con dignidad, es decir, con gusto formal, con estilo y calidad, apostando por la creatividad y la imagen, es «otra» manera de vivir la función pública de la representación y la delegación política. Yo no confiaría en una persona despreocupada, desaliñada o sucia.

MC: En tu tarea de asesor en comunicación política, ¿qué consejos o claves sueles dar?

AGR: Lo más importante es trasladar al político tres ideas clave para que pueda conseguir sus objetivos: Primera, cuál es el contexto (mediático, social, político…) en el que se va a producir su actuación o su intervención. Segunda, qué mensaje hay que focalizar y en qué punto de la estrategia nos encontramos en ése momento preciso. Y tercera, qué se espera de él, cuáles son las expectativas de su audiencia. Conseguir la correcta comprensión y atención a estas tres ideas clave es mi mejor consejo.

MC: ¿Crees que el contexto actual haría posible que hubiera una presidenta del Gobierno?

AGR: Perfectamente. Por condiciones profesionales, sin ninguna duda. El contexto político, además, lo va a favorecer. Tenemos un Gobierno con más mujeres que hombres, y las mujeres ya han ocupado casi todas las carteras gubernamentales… (quedan Economía, Interior…, creo). Y un creciente y sólido protagonismo de las mujeres en los partidos que tienen más opciones para conseguir la confianza mayoritaria del electorado. Ahora sólo falta la Presidencia, pero antes tienen que conseguir «la candidatura»…

MC: Rosa Montero afirmaba en El País que la imagen de Carme Chacón embarazada teniendo que ir a Afganistán responde al modelo de superwoman que exige el estereotipo masculino. ¿Es Chacón un buen o un mal ejemplo?

AGR: Es un ejemplo de proyección internacional de la España moderna. La que, en sólo treinta años, ha dejado de ser un país de pandereta y machismo insoportable a otro de modernidad y estilo que marca tendencia. Chacón es la nueva foto de la España del siglo XXI. Además, se puede mandar (y mucho como lo ha demostrado con el relevo total de la jerarquía militar) con una sonrisa y sin perder la autoridad.

MC: ¿La política de las emociones es en el fondo la política de la credibilidad?
AGR: Sí. Es la política que no esconde, no engaña, no manipula. La credibilidad sólo se gana con sinceridad. Las emociones nos hacen más transparentes, más abiertos. Es el futuro.

Publicado en: Revista Marie Claire (01.07.2008)

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