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Sobre las actitudes de Mariano Rajoy

Entrevista con Gonzalo Suárez para El Mundo (Crónica, 16.05.2010)

A raíz del sondeo del CIS, el diario analiza los motivos por los cuales Rajoy está casi empatado con Zapatero, pese a la gravísima crisis económica. Gonzalo Suárez me plantea estas cuestiones para el texto «Y un cambio necesario, cinco actitudes de Rajoy» que firma junto al artículo de Miguel Ángel Rodríguez «Un hombre que camina sin prisa». Leer texto completo (versión pdf)

Estas fueron mis respuestas íntegras a estas cuestiones:
¿Cuáles han sido los principales errores -tanto personales como de gestión- de Rajoy que le han llevado a esta situación? ¿Cuáles son sus principales defectos como líder de la oposición?
¿Qué medidas concretas podría adoptar para resolverlas? ¿Existiría algún gesto simbólico que podría ayudarle?

Defectos
Sus silencios, sus dudas, sus vacilaciones, sus cálculos, sus imprecisiones en la gestión interna de las innumerables crisis y convulsiones de la vida de su partido, han acentuado una percepción pública de líder pusilánime y con falta de coraje o determinación. A la impresión de que muchas veces no ha podido actuar con la energía y la libertad necesarias se ha sumado la creciente sensación de que tampoco sabía qué hacer o qué decir. Para compensarlo, quizás, ha gesticulado en exceso su crítica opositora, haciendo una política que se percibe muchas veces como excesiva, radical, invariable, inalterable… alimentado la idea de líder sin reflejos y poco moderado. Ha forzado la crítica con una actitud gestual y verbal que ha confundido, demasiadas veces, la firmeza con la brusquedad perdiendo atributos de moderación y pareciendo un líder poco atractivo, simpático y ecuánime. Los intentos de mejorar su percepción pública, han conseguido algunas mejoras, pero sigue ofreciendo una imagen de líder poco creativo, imaginativo, audaz…. y autónomo.
El rechazo de amplios sectores de la opinión pública a su liderazgo (muy por encima del rechazo a la fuerza política que representa) es un dato incuestionable de falta de connexión empática y emocional con el electorado, incluso con el propio.
La creciente sensación que, incluso con el «viento a favor» (deterioro de Zapatero, gravísima crisis económica, desgaste del poder…), no es capaz de aprovechar la situación para consolidar sus opciones y su liderazgo genera una sombra de duda sobre sus posibilidades y sus aptitudes.

Soluciones
No es fácil. Apuntaría que hay que trabajar acciones y cambios que compensen y reduzcan el impacto de los defectos que he comentado.
Frente a las dudas, decisión. Frente a la aparente radicalidad, moderación. Y así…
Pero le será muy difícil modificar las percepciones negativas sino consigue pacificar la hostilidad creciente entre algunos sectores de opinión conservadores con capacidad mediática y si no consigue, realmente, los apoyos internos y la cohesión necesaria para consolidar sus opciones electorales. Pactar, acordar y sumar es imprescindible. Pero debe hacerlo sin parecer que cede o condiciona excesivamente su mensaje de moderación y de amplio espectro social. Se puede liderar cohesionando a los tuyos con las posiciones más rígidas, más duras, incluso; pero no se pueden ganar las elecciones sin representar a un electorado que no sea sólo el electorado del PP. Un Presidente debe sumar más votos que los de su partido.

Una cosa más. Su agenda. Fundamentalmente le vemos en el atril de los mítines del fin de semana, con un corte mediático duro; en el Congreso; o visitando lugares… Pero no parece que nunca se reúna con nadie. Visita, pasa, saluda y se hace la foto. Quiero decir que para reforzar su capacidad propositiva y su liderazgo incluyente y representativo debería incrementar su agenda relacional. Reunirse. Actuar como si ya fuera Presidente, no sólo como líder de la Oposición. Aumentar su capacidad de encuentro, escucha, diálogo y contraste con amplios sectores. No conseguirá la confianza electoral sin antes ofrecer una imagen presidencial, abierta y plural.

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