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Los vicepresidentes

Los debates entre los candidatos a vicepresidente no tienden a cambiar el panorama político, razón por la cual cuentan con mucha menos audiencia que los debates presidenciales y tienen muy poco impacto en la suerte electoral. Sin embargo, el contexto lo es todo y, en estas elecciones, el debate vicepresidencial, por primera vez en años, ha ganado interés. Y mucho.

A pesar de que, hasta ahora, la mayoría de las encuestas han favorecido al presidente Obama, el escenario político de los últimos tres meses se ha mostrado bastante volátil. Minutos después del cierre de las convenciones nacionales, los demócratas obtuvieron un importante impulso en las encuestas. Días más tarde, los comentarios de Romney -sobre el famoso 47%– acentuaron todavía más la ventaja de Obama. No obstante, la pobre actuación del Presidente, en el primer debate, marcó un antes y un después en las encuestas, rompiendo la tendencia definida desde el verano. Romney supo aprovechar su oportunidad para reinventarse. Las altas expectativas, y su evidente falta de energía y reflejos, terminaron por perjudicar tanto al candidato demócrata que la ventaja de hasta diez puntos en los Estados decisivos se habría reducido ahora a uno.

Por eso, la vista de expertos y analistas, y también la de la ciudadanía, estaba puesta en el debate de anoche sobre los candidatos a vicepresidente, Joe Biden y Paul Ryan.

Para los demócratas era básico un triunfo claro de Biden, para frenar la euforia y la dinámica negativa de los últimos días. Para los republicanos, un triunfo de Ryan significaba afianzarse en las encuestas y asestar un golpe importantísimo a la campaña de Obama, evitando su recuperación. En juego está, también, el futuro político de ambos contrincantes. Biden -que siempre habla un poco de más, llegando a cometer pifias muy sonoras e inconvenientes- se perfila como un posible candidato para 2016. Por su parte, el joven (42 años) e inexperto (comparado con los 40 años en política del actual vicepresidente) Ryan pudo ver en el debate una gran oportunidad para su proyección: sea como vicepresidente -si ganan las elecciones- o como serio candidato republicano para 2016 (si Romney, finalmente, acaba perdiendo).

Durante los trece años que lleva Ryan en el Congreso, se ha empeñado en construir su propia marca -posicionándose sobre todo en el tema fiscal-. Se ha caracterizado por estar siempre dispuesto a llevar a cabo grandes recortes, aunque resulten totalmente impopulares. Sin embargo, desde que se convirtió en el ticket vicepresidencial del candidato republicano, Ryan se ha desplazado -como Romney últimamente- hacia posiciones más moderadas y centrales, siendo más prudente y evadiendo el tema de su plan de presupuesto.
Como preparación para el debate, Biden estuvo estudiando vídeos de entrevistas y discursos de Ryan. También leyó el libro que el congresista coescribió junto con los Representantes a la Cámara, Eric Cantor y Kevin McCarthy. El actual vicepresidente, además, contó con el entrenamiento de Ted Kaufman, Mike Donilon y el principal asesor de comunicación del Presidente, David Axelrod, quien estuvo preparándole desde el pasado lunes. Por su parte, Ryan se recluyó en Florida junto con su sparring —quien se ha hecho pasar por Biden en las sesiones de preparación— Theodore B. Olson, de 72 años, ex Procurador General, abogado de apelación y uno de los litigantes más importantes del país.

Una derrota de Biden dejaría a Obama con la necesidad imperiosa de salir en tromba, arriesgando, en el segundo debate presidencial (quedaría todavía un tercero) para evitar la brecha electoral. Obama y su equipo están siendo sometidos a un análisis minucioso. Y lo que, en principio, puede parecer incomodidad puede ser una oportunidad para demostrar que es el mejor, incluso en la adversidad.

Publicado en: El Periódico de Catalunya (12.10.2012) (blog Born in the USA)

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