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¿Enroque o ataque?

Mariano Rajoy no ha mostrado dudas. Ni ha reconocido errores. Gobierna pero no se siente responsable de lo que sucede, ya que -según su relato- sería mucho peor si no hubiese «cumplido con su deber» (en lugar de haber cumplido sus promesas). Con una monocorde y contundente intervención de 90 minutos se ha reivindicado: soy el líder más fiable para esta situación de crisis. ¿Enroque o ataque? Rajoy ha apostado por el ataque. Ha hablado con un tono y un volumen especialmente altos y fuertes. Una amplificación de sonido, de datos y justificaciones que parece inspirada en el inacabado pequeño tratado del filósofo alemán Arthur Schopenhauer: «Dialéctica erística o el arte de tener razón, expuesta en 38 estratagemas». Si quieres tener razón habla fuerte, sin dudar, nunca reconozcas un error y presenta tus actuaciones como determinadas por el destino o el deber. Si alguien pensaba que vería a un Rajoy alicaído, preocupado o tenso, se habrá llevado una sorpresa: la resiliencia es su principal activo. «Hoy tenemos un futuro y hace un año no lo teníamos».

Esta es la matriz de su intervención. Estamos mejor y ha valido la pena porque tenemos futuro, aunque el presente sea —todavía— duro. Rajoy ha decidido reconstruir su deteriorada imagen anclado en su valores y sus virtudes: «Ni improvisación, ni impaciencia». Ni creatividad, ni rapidez, tampoco. Esta es la línea de defensa que se ha convertido en el ariete de sus tres autoreivindicaciones: soy trabajador (reformas), valiente (frente a la amenaza de la intervención), y seguro (frente a la corrupción y las tensiones territoriales). Rajoy busca su punto fuerte: no hay alternativa. Ni a él… ni al PP (al que no ha mencionado ni una sola vez).

El discurso tiene más neuronas que las suyas, y más manos. La mano del ministro José Ignacio Wert es más que evidente. Y detecto un pequeño cambio de estructura narrativa: más dureza y frases más contundentes. Una travesía «dura, larga, difícil y llena de sinsabores…» y reproches (casi patrióticos) a los que nos dejaron esta situación y no han ayudado a resolverla. La rudeza (y contundencia) de lo que ha dicho no parece solo déficit… sino voluntad. No aspira a la poesía política, porque no puede -quizá-, pero sobre todo porque no quiere. No es un buen momento para la lírica, debe de pensar. Su resistencia al lenguaje emocional, empático o inclusivo (por identificación) es una decisión: no desea ser amado, pero sí respetado aunque sea sin afecto.

En sus casi 12.000 palabras, Rajoy ha sido un martillo: las palabras «duro» y «dura» (y sus plurales) han sido más utilizadas (¡36 veces!) que la referencia a la justicia (como valor u objetivo), por ejemplo, que no ha sido citada NI UNA sola vez. Mal asunto en la misma fecha en la que conmemoramos el Día Internacional de la Justicia Social. Esta es su justificación: «Estamos pagando un precio muy alto por aprender que no se puede gastar más de lo que se tiene… Pero ya tenemos la cabeza fuera del agua». «Los españoles ya no son niños… y aceptan los sacrificios».

Rajoy ha pasado al ataque. Con tres instrucciones. Primera: el silencio y la disciplina (como en el caso Bárcenas). No se habla de lo que no conviene o no se puede controlar. Segunda: sin dudas, ni matices, ni improvisaciones. Lo que se hace es necesario, aunque sea doloroso (no tenemos la culpa), es inevitable… y tendrá recompensa. Tercera: sin prisas, pero sin pausas. Ninguna aceleración. Ya lo dijo hace poco: «A veces la mejor decisión es no tomar ninguna decisión y eso es también una decisión». Así es Rajoy. Y así ganará o se hundirá. Tragedia personal, tragedia política. Estamos en manos de una personalidad (de un carácter) que domina a su propietario. El mundo hecho a su imagen… y semejanza. Rajoy nos ofrece ser… como él, para superar los problemas y los retos. Esto sí que es un desafío titánico.

Publicado en: El País (20.02.2013)(blog Micropolítica)
Fotografía: Wim van ‘t Einde para Unsplash

Enlaces de interés:
– Discurso íntegro Mariano Rajoy (20.02.2013) (documento pdf)
Por qué son tan aburridos los políticos cuando hablan y qué nos cuentan en realidad (Esteban Hernández. ElConfidencial.com, 21.02.2013)
La mayoría cree que no hubo un claro ganador del debate, según el CIS (El País, 23.02.2013)
Diez claves del debate que Rajoy ganó sin citar a Bárcenas (Diario.es, 21.02.2013)
El deterioro de la vida política y económica tensa el debate de la nación (Fernando Garea. El País, 20.02.2013)
Pobrezas (22.02.2013)
Entrevista en Cadena SER , programa ‘Hoy por Hoy’ (21.02.2013) «No mencionar a Bárcenas es una decisión»
#DEN2013 en Twitter (David Álvarez. Sesión de Control, 28.02.2013)

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