La concentración de ayer mostró una realidad que no se puede contar solo con números, aunque algunos se empeñen en hacerlo —a favor y en contra— antes de tiempo. Los únicos números que valen son, siempre, los de las urnas: en elecciones o en referendos. Una parte significativa de ciudadanos de Catalunya salió a la calle (algunos, probablemente por primera vez) para mostrar y afirmar un compromiso político tras la exhibición soberanista de la Via Catalana. No sabemos si es la mayoría de la que hablan algunos dirigentes, pero sí que ya no es precisamente silente. Han roto, afirman, lo que denuncian como espiral del silencio y marco único de interpretación de la cuestión catalana.
El acto estuvo bien organizado, cuidando los detalles. Pude observarlo directamente, y estas son algunas conclusiones sobre su estrategia comunicativa.
1. El corazón, el símbolo. Ciutadans, una de las fuerzas promotoras, se llevó casi todo el protagonismo. El estratégico, sin duda. Su corazón tripartido (con las banderas catalana, española y europea) fue omnipresente. Y protagonizó la escenografía unitaria (contagiando, también, la versión del corazón partío del PP).
2. Las emociones. La elección de este icono enmarcó un discurso emocional (no ideológico) sobre las bondades de la unidad, la cooperación y el diálogo. Quien gane la batalla de los valores intangibles de la afirmación ganará el combate estratégico, creo. Por eso tanto independentistas como unionistas rivalizan por el sí, por la afirmación en sus reivindicaciones, conscientes del poderoso caudal emocional de esta opción. No es fácil (casi nunca, aunque la historia ofrece casos muy singulares) ganar una consulta con el no como bandera.
3. Sin marcas políticas (casi). Los organizadores pactaron, seguramente, la ausencia de banderas partidarias (pese a las camisetas del PP), valorando que eso les ayudaba. Parecía una concentración de ciudadanos, no de partidos. Un «movimiento cívico», lo llaman. Y eso, estética y estratégicamente, contribuye a alcanzar sus objetivos. Un eficaz servicio de orden (antes y durante el acto) evitó cualquier exhibición preconstitucional o equívoca. No había, casi, ni toros Osborne… Una demostración de control e inteligencia tácticos.
4. Banderas unidas. La profusión organizada de banderas dobles (por un lado la española, y por otro la catalana) fue un acierto. Coherente con el fondo y eficaz en la forma. El efecto era más incluyente y daba la idea de una concentración no tanto española sino catalana. Muchas camisetas de la Roja completaban el mosaico. Mucho mejor que la burda —y errónea— instrumentalización, en un vídeo promocional, de algunos de nuestros más populares jugadores o cantantes internacionales.
5. Fiesta. El ambiente optimista y confiado fue el mayoritario. La música juvenil creó un clima de fiesta y alegría sugestivo. Los energúmenos que desembarcaron en la otra plaza, la de Espanya, fueron el contrapunto que puso todavía más en valor democrático esta concentración.
Al retirarme vi una pancarta que refleja muy bien lo ocurrido: Força España. Escrita así. Un texto híbrido, plural, dual. Afirmativo. Hay un cambio de estrategia de fondo. Mejor esto que la crispación parlamentaria, por ejemplo. No sabemos si habrá o no consulta, pero todo el mundo ya está en campaña. Un dato inequívoco de que quizá sí se realice.
Publicado en: El Periódico de Catalunya (13.10.2013)
Fotografía: Kelly Sikkema para Unsplash
Buen análisis de @antonigr sobre la manifestación de ayer en Barna: «Corazón partío» http://t.co/NEMo5nPUjI
Nuevo post de Antoni Gutiérrez-Rubí
Publicado en: El Periódico de Catalunya (13.10.2013) La concentración de… http://t.co/KUOAyKLNwT