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El orden del día

El presidente del Congreso, Jesús Posada, así como las intervenciones de Mariano Rajoy y de Alfredo Pérez Rubalcaba han recordado, una y otra vez, el sentido de la sesión parlamentaria (cumplir la Constitución), el sentido de la Ley que se somete a aprobación (hacer soberana —jurídica y democráticamente efectiva— la decisión de abdicación del soberano) y el sentido del voto (no se puede votar que no, como ha dicho Rubalcaba, si se quiere cumplir la Ley). La expresión «orden del día» refleja, con claridad meridiana, este marco político. Es decir, parafraseando al presidente Pujol, hoy «no toca» hablar de otras cosas, ni hacerlas.

Pero tras la apariencia de normalidad y seriedad, palabras con las que Rajoy ha definido la sesión y la responsabilidad del momento, el Pleno de hoy sí que tiene una gran excepcionalidad y trascendencia política. No es un trámite, al contrario. Primero, porque hoy, tras la votación «pública por llamamiento» (señal inequívoca de la liturgia y significación política de la sesión), el Príncipe heredero será jurídicamente rey. Y segundo, y lo más relevante, el debate permite evaluar el grado de salud, vigencia, fortaleza y estabilidad del consenso político que abrigó, precisamente, la Constitución. Y, aquí, casi todo cambia.

Los votos anunciados, sean afirmativos, negativos, abstenciones o autoexclusiones (Amaiur parece que abandonará el hemiciclo durante la votación), reflejan que el consenso constitucional de aquel 1978 no es posible hoy, en 2014. Este es el dato político relevante, que coincide con una profunda y transversal voluntad de cambios existente en la sociedad española que reclama, también, decidir su futuro. Hay que recordar, de nuevo, que la Constitución Española solo ha sido votada por los ciudadanos mayores de 54 años.

Rajoy, en su discurso, ha utilizado una expresión nueva, sugerente, intencionada. Acusaba de «estar ciegos de obstinación» a los que por prejuicios políticos son incapaces de valorar el enorme aporte histórico del reinado de Juan Carlos I. La obstinación es peligrosa en política, cierto. Sea como razón y motivación para la acción, o sea —en sentido contrario— para la inmovilidad. Tan ciego es el que se obstina en sus prejuicios, como el que renuncia al juicio permanente de la razón. No moverse es también movimiento.

Rajoy se ha referido a que se abre una nueva etapa en la que «cambiamos de página pero seguimos escribiendo el libro de nuestra convivencia». Es decir, página nueva, simplemente. Pero Rubalcaba, con su expresión «tiempo nuevo» pareciera que proponía un capítulo nuevo, del mismo libro, pero otro capítulo. Un tiempo nuevo para «reformas constitucionales por consenso», y no un «proceso constituyente», lo que significaría aceptar que hay que escribir un libro nuevo. Este es el debate posible, parece: entre continuar página o abrir, quizá, un capítulo distinto. Del acierto sobre si este es el debate posible, el debate necesario que espera la nueva y exigente sociedad española dependerá, no me cabe duda, el futuro de nuestros «marcos de convivencia».

Las visibles escarapelas republicanas de los diputados de Izquierda Plural, así como su agitprop con carteles con la divisa #ReferendumYa han introducido, además de sus argumentos y votos, color y visibilidad alternativos en el orden del día. Y la irritación indisimulada del presidente Posada, a quien le enervan estas prácticas. Abstenciones como las de CiU y las del PNV cuestionan la rotunda afirmación de Rajoy: «Mayorías como las de hoy prueban que el pacto constitucional sigue vigente». Solo una obstinación (ciega) puede concluir que de la sesión de hoy se pueda afirmar que sigue vigente —y vigoroso— este pacto, a pesar de la «fidelidad al consenso» que ha manifestado Rubalcaba.

Cuando lo que está a la orden del día en la sociedad española no es lo mismo que el orden del día de la mayoría de sus representantes, los problemas se agravan. Cuando el cambio exterior es superior al cambio interior, la tensión es insoportable.

Publicado en: El País (11.06.2014)(blog Micropolítica)
Fotografía: Isaac Smith para Unsplash

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