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Análisis: EEUU ha dejado de ser previsible… y ese puede ser el comienzo de una crisis total

Trump ha ganado. Pero, además, ha humillado a su rival, a sus correligionarios, a sus adversarios y a la mayoría de los analistas. Su victoria es una lección… y un tsunami.

Ha sucedido. Lo que no era probable, ni previsible, ni deseable para tantas fuerzas aliadas contra él… ha pasado. Trump ha ganado las elecciones. Pero, además, ha humillado a su rival (electoral), a sus correligionarios (de partido), a sus adversarios (mediáticos o económicos) y a la mayoría de los analistas. Su victoria es una lección… y un tsunami.

Esta victoria demuestra que los electores son capaces de autolesionarse por venganza. Y con ella, derrotar a quien representa todo lo que temen, detestan o desprecian. Su voto ha sido de resistencia y de ira. Han resistido a todos los que les decían que eran perdedores, que estaban equivocados, o que eran minoría. Se han vengado de todo, de todos. Trump ha sido la piedra con la que han derribado al cíclope. Trump, la piedra. La honda, el voto. David ha ganado a Goliath. Es la rebelión de las masas que han apostado por un osado audaz, tan imposible como temerario. Es un corte de mangas. Es una peineta. Ganó el proscrito, y con él, los olvidados, escondidos o callados.

La comunicación política y la demoscopia que hemos conocido hasta ahora han fracasado. Por prejuiciosas, por incapaces de descubrir movimientos y tendencias de baja frecuencia, pero de gran recorrido, de gran profundidad. Un dato, simplemente. Trump ha arrasado con el Facebook Live. Conexión directa, sin intermediación, pasión digital y excitación visual. Ha ganado el voto oculto, frente al voto culto. Esta es la cuestión.

Trump ha ganado porque Clinton ha perdido, aunque parezca una argumentación simple por banal. Todo lo contrario. La demócrata ha sido incapaz de convertir en movilización, su poder. En pasión, su preparación. En entusiasmo, su hegemonía. Derrotó a Bernie Sanders, consiguió la nominación, pero no su corazón. Y sin la energía democrática de sus partidarios, no ha sido capaz de ganar convenciendo. Creía que con ser el mal menor era suficiente. Y ha sido su gran error.

Trump ha identificado el malestar y la ira. Y se ha convertido en su portavoz. Es un representante de un estado de ánimo. No les lidera, solo aspirar a ser como ellos, a parecerse al máximo. A identificarse. Es un liderazgo por ósmosis. Metaboliza el miedo en odio y rabia mucho más poderoso que los argumentos. El populismo se impone.

Estados Unidos se enfrenta a una crisis total. Estados Unidos ha dejado de ser previsible. Y aquí puede empezar una crisis total, un tsunami de resultados inéditos e históricos.

Publicado en: Univision Política (9.11.2016)
Fotografía: Alejandro Pérez en Unsplash

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