El juez de la Audiencia Nacional dejó en libertad, este miércoles pasado, al concejal de la CUP en Vic, Joan Coma, imputado por un delito de incitación a la sedición. Durante el interrogatorio, el fiscal quiso que Coma le explicara el sentido de sus palabras cuando en el pleno municipal afirmó: «Para hacer una tortilla hay que romper los huevos». El fiscal deseaba calibrar el grado de violencia metafórica —y, por lo tanto, política— que albergaba esa sentencia irrefutable. La cuestión no es anecdótica, ni cómica, ni surrealista; aunque lo parezca. Forma parte de una de las contribuciones de la CUP a la comunicación política contemporánea: el uso del lenguaje simbólico y codificado para la elaboración de su discurso político. Un uso que forma parte inseparable de su indudable atractivo mediático y social entre amplios sectores de nuestra sociedad. Una contribución que el fiscal deseaba decodificar.
David Fernàndez, quien fuera el rostro, la voz y la imagen de la CUP hasta hace muy poco, lo explicaba así: «Hemos tratado de hacer aquello a lo que nos habíamos comprometido y a lo que estábamos obligados por la asamblea [..] recuperando el nombre exacto de las cosas». Esta idea central de que la CUP habla diferente (más claro, más directo, más certero) que la mayoría de los discursos políticos (opacos, evasivos, falaces e imprecisos) explicaría su éxito: la política de las palabras. Y de los gestos. El cuerpo habla, también. Estas serían algunas de las claves de la comunicación política de la CUP.
- Sedes o redes. En un documento sobre la actividad parlamentaria de la CUP, un responsable de comunicación afirmaba que están utilizando las redes para ir más allá de los medios, dado que éstas brindan muchas potencialidades y es necesario desplegarlas. No es un elemento singular o exclusivo de esta formación, pero sí la idea intensiva de aprovechar el espacio institucional como escenario de sus propuestas políticas. Hacer política es hacer comunicación de la misma. El resto, no sirve. Ausentes de la gestión, a pesar de que gobiernan varios municipios, utilizan la liturgia institucional como caja de resonancia digital.
- Liderazgos colectivos. Ruedas de prensa plurales, portavocías múltiples, palabras y mensajes que insisten en el «nosotros», tanto para definir el partido como los colectivos que representan. Han huido de los hiperliderazgos, aunque luego han tenido que aceptar que debían explotar mediáticamente sus cabezas visibles más carismáticas. Tanto en sus publicaciones en redes como, sobre todo, en sus artículos, vemos cómo mucho del contenido se centra en la confirmación del porqué de la CUP, sus orígenes, su recorrido, su horizonte. Contenido de consumo interno para reforzar la organización, ayudar a tejerla después de que en los últimos años haya estado al borde de la ruptura en más de una ocasión.
- La estética es el mensaje. La estética de sus contenidos (imágenes, vídeos, materiales), de sus cargos públicos, e incluso de sus comportamientos, está completamente integrada en su forma de entender y hacer política, hasta el punto de que se ha convertido en el elemento central de toda su comunicación. Han construido una imagen de marca que cumple a la perfección con los objetivos de toda estrategia de comunicación corporativa: diferenciación respecto al resto, fácil identificación y eficacia en la difusión del mensaje. La estética empieza en el propio cuerpo y en los códigos de vestimenta: camisetas que hablan como subtítulos sugerentes, peinados que miran desafiantes, accesorios que afirman y conectan, tatoos que identifican. Irreverentes, sarcásticos o bufos. Todo vale.
- Concisión y percusión. Un elemento que destaca en la comunicación de la CUP es su capacidad para crear eslóganes políticos que responden a los cánones digitales: brevedad, concisión, capacidad de viralización. Palabras que son dardos, puños o banderas. Hashtags como argumentos. Este es el elemento que explica su éxito en las redes: mensajes que sintonizan, que van más allá de los perfiles del propio partido y acaban siendo utilizados por una gran diversidad de usuarios: #NiReiNiPor
- El lenguaje es el campo de batalla. La radicalidad en el uso del género femenino como género incluyente, forma parte de su cruzada antisexista y contra el patriarcado sociológico de nuestra cotidianeidad. Es uno de los signos distintivos. Hay más. El poder se construye, y se combate, en el lenguaje y en las formas. Romper huevos o fotos, por ejemplo. Veremos si sale una tortilla, un revuelto o dos huevos duros. La política como desafío, la desobediencia como método.
Publicado en El Periódico (29.12.2016)
Fotografía: Oliver Buchmann en Unsplash