Comparto mis opiniones con otros colegas y expert@s en este reportaje de Iñako Díaz-Guerra para El Mundo (PAPEL, 29.01.2017) titulado:
Acoso, trolls y violencia: cómo el odio envenenó las redes sociales
(…) Donald Trump es un troll orgulloso de serlo. Un hombre capaz de hacer público el teléfono de un rival en las primarias o de tuitear cualquier barbaridad contra medios de comunicación, programas de TV o contrincantes. Su uso de las redes sociales durante la campaña fue una de esas sangrientas películas gore en las que no quieres mirar y te tapas la cara con las manos, pero es imposible no abrir un poco los dedos y observar de reojo porque hay algo magnético. Una clase magistral de cómo hacer llegar tu mensaje a su destino… si te da exactamente igual que sea cierto o no.
En EEUU, el fenómeno troll ha tenido un claro posicionamiento político, al ser las redes la plataforma principal de la llamada Alt-right, movimiento reaccionario, machista y antiinmigración que ha resultado clave en el ascenso del nuevo presidente. «Se ha producido una degradación del debate social y político que ha tenido como consecuencia el aumento de la tensión y la agresividad. Trump lo vio claro. 200 millones de personas tienen Facebook en EEUU y casi un 50% dijo que sólo se informaba de política a través de esta red. Era un medio perfecto para él: transmitía su mensaje en cápsulas sin verificación ni contexto. La paradoja es que aumentando la calidad tecnológica de las redes se ha empobrecido la dinámica de pluralidad, contraste e inteligencia colectiva», analiza Antoni Gutiérrez-Rubí, asesor de comunicación política. (…)
Fotografía: Drew Beamer en Unsplash
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– «Internet: Los rostros del ‘troll’” (Ernesto Hernández Busto. El País, 6.05.2017)
– Mundo troll: el detrás de escena de las fábricas de insultos en las redes sociales (Brenda Struminger. La Nación, 2.05.2018)