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El momentum político

Este martes millones de españoles se han dirigido a sus puestos de trabajo más adormilados que de costumbre tras haber trasnochado para sintonizar la que es la cita clave de la campaña electoral: el debate a cinco de RTVE.

Más de 8,6 millones de ciudadanos siguieron el debate por televisión y 17,3 millones vieron al menos un minuto. Una audiencia que los candidatos no podían ignorar en un terreno político donde la carta ganadora es capitalizar a los abstencionistas y donde un 7% de los electores decide su voto tras el debate. Casi seis millones de indecisos.

La contienda verbal se extendió durante casi tres horas, en las que los candidatos debatieron (o evadieron) las cuestiones más importantes de la política nacional e intentaron convencer a los espectadores.

Pedro Sánchez (PSOE). El presidente del Gobierno apostó por un debate basado en el bipartidismo y logró recuperar el frame que le llevó a la victoria del 28-A, situando al PSOE como único dique de contención ante las tres derechas. Su desempeño fue mejorando a lo largo de la noche, especialmente en su firme defensa de la lucha contra el franquismo ante Abascal. Fue el más interpelado a lo largo de la noche, también el más propositivo, pero no contestó a ninguna de las preguntas que le incomodan. Cada silencio (y cada mirada a sus notas, que pudieron ser percibidas como autosuficiencia) es tan revelador como una respuesta. Llegó como favorito, pero no aumentó su diferencia.

Pablo Casado (PP). El líder popular también recuperó el tono bipartidista en el debate, renunció a polemizar con VOX y se lanzó a por los votantes desorientados de Ciudadanos. Consiguió posicionarse tanto como líder claro del bloque ante un Rivera desubicado y un Abascal extremista, y como alternativa de gobierno frente al PSOE. Mejoró su desempeño de abril, recortó distancias, se impuso por los puntos en el bloque de la derecha, pero su beligerancia le alejó, a veces, del carácter presidencial que se espera de una alternativa. Llegó como segundo, y sigue ahí.

Albert Rivera (Ciudadanos). Fue incapaz de convencer con su nueva apuesta por el liberalismo clásico y de justificar sus pactos con la derecha y su responsabilidad en el bloqueo político. Su gusto (y abuso) por el atrezzo ha pasado a ser ya un recurso casi histriónico, llegándose a escuchar risas entre los periodistas que cubrían el evento cuando mostró el famoso panot barcelonés. A partir del segundo bloque intentó ser más agresivo interrumpiendo a sus adversarios frecuentemente lo que, ante el tono sosegado del resto, solo logró transmitir nerviosismo. Llegó a la deriva, sale en barrena.

Pablo Iglesias (Unidas Podemos) se gana a la izquierda. Iglesias jugó bien sus cartas apelando a los votantes de izquierdas y mantener un tono tranquilo y pedagógico. Escogió centrarse en reivindicar las políticas sociales, a veces a costa de desviarse del rumbo general del debate. Brilló en su enfrentamiento con Santiago Abascal por la memoria histórica y acorraló a Sánchez con su propuesta de gobierno de coalición. Su apuesta más ambiciosa: las referencias a los votantes socialistas catalanes, un nicho importante para su partido, a los que quiere atraer con su política sobre Cataluña. Otra victoria de Iglesias: al terminar el debate, nadie se acordaba de la existencia de Iñigo Errejón. ¿La única alternativa de izquierdas?: Unidas Podemos. Llegó cuestionado, salió reforzado.

Santiago Abascal (VOX). En su estreno en un debate de estas características, el líder de VOX fue el candidato que más brilló anoche. Combinó un discurso ultra y populista con unas maneras de aparente amabilidad que le revisten de una apariencia de normalidad. Mostró un gran uso del lenguaje no verbal, especialmente en materia de mirar directamente a cámara (al espectador) y mantener la mirada a sus contrincantes durante el enfrentamiento dialéctico. Se defendió muy bien de los ataques (su corte a Rivera sobre Salvini estuvo especialmente acertado), y aunque se mostró duro con la izquierda, también apostó por intentar consolidarse como la alternativa de las derechas y la alternativa a la oferta política actual. Tiene un momentum importante a su favor. Y quedan 6 días para las elecciones. Llegó como novato, salió consolidado.

De manera excepcional, el debate reflejó las mismas tendencias que venimos observando en las encuestas las últimas semanas: el PSOE resiste pero no consigue avanzar suficientemente; el PP sobrevive la debacle de las últimas elecciones y se afianza como líder de la derecha y alternativa de gobierno; Ciudadanos continúa su caída libre; Unidas Podemos se recupera de la crisis de la última legislatura y se posiciona como única alternativa de izquierdas; VOX sigue creciendo a costa de la crispación política y social. Todo abierto, demasiado abierto. Los indecisos deciden. Todos pendientes de sus dudas y de sus respuestas. Incertidumbre máxima.

Publicado en: La Vanguardia (6.11.2019)

Enlaces de interés:
Las 18 falsedades de Sánchez, Casado, Rivera, Iglesias y Abascal en el debate electoral de la Academia de Televisión (Maldita.es, 5.11.2019)
Los debates más vistos en España (Statista)

Infografía: Los debates más vistos en España | Statista

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