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La infodemia contaminó al Mobile

El coronavirus o Covid-19 también se expande en redes sociales y medios de comunicación en forma de fake news e informaciones inexactas. La directora de la OMS (Organización Mundial de la Salud), Sylvie Briand, aseguró hace unos días que el brote de coronavirus no era un problema muy grave, mientras que sí lo era lo que denominaba la infodemia del virus. Y fue más lejos: acusó de falta de información verídica, a la publicada por la mayoría de los medios de comunicación durante la aparición del brote. Hoy, en cambio, la OMS afirma que la Covid-19 ya es el «enemigo público número uno del mundo».

La infodemia podemos definirla como un cúmulo de datos publicados por los medios de comunicación o redes sociales y convertidos en un proceso patológico que se comporta como una enfermedad. Es la primera epidemia de las redes.  Por lo tanto, la infodemia es la perversa combinación de rumorología y noticias falsas acompañadas de un mensaje de odio hacia la comunidad china, a la que se identifica como los transmisores patógenos.

Cuando Sars llegó en 2003, el 6% de la población de China estaba conectada, ahora casi el 60%. El usuario promedio de WeChat, la plataforma de medios sociales dominante del país, pasa 90 minutos al día en la aplicación. Como resultado, mientras más de 40.000 pacientes en China están luchando contra el virus, todo el país —y todo el mundo— se enfrentan a un tsunami de informaciones inexactas e imposibles de verificar.

La OMS ha trabajado contra la rumorología con Google, de manera que, cuando las personas se informen sobre el coronavirus, la primera información que se obtenga sea de la propia OMS o, al menos, fiable. Por otro lado, plataformas y redes sociales como Facebook e Instagram se han comprometido a borrar teorías conspirativas y únicamente proporcionan información contrastada sobre el virus.

Lamentablemente, las recomendaciones de la OMS han chocado contra la realidad de la competencia y concurrencia digital e informativa, contra los prejuicios xenófobos y, también, contra algunos intereses geopolíticos, económicos no declarados. El virus es una oportunidad cínica para algunos negocios sustentados en audiencias. A través de la venta de sensacionalismo, algunos medios consiguen crear un espectáculo narcótico. Esta sobreabundancia de información hace que, para la ciudadanía, sea difícil encontrar recursos en los que confiar a la hora de informarse.

Según el publicista Fernando Monzón, «el tema tiene todos los ingredientes: muertos, una amenaza lejana pero real y, sobre todo, una literatura construida sobre el tema durante mucho tiempo en el imaginario colectivo». Si bien el Gobierno chino adolece de gran falta de transparencia, según todas las organizaciones internacionales de derechos humanos, el peligro chino —alimentado por prejuicios, clichés y arquetipos —encuentra en el coronavirus una lógica perversa de fácil manipulación y recrea tópicos sobre el supuesto y taimado ocultamiento de la comunidad china.

La xenofobia latente ha saltado con la amenaza del virus y ha desatado miedos y recelos. El rechazo surge especialmente en Filipinas, Indonesia o Vietnam. Pero también en Europa y España. El responsable de negocios de la embajada china manifestó: «quiero reiterar que el coronavirus no tiene pasaporte; nuestro enemigo común es el coronavirus, no los chinos». El mensaje de los medios y las redes sociales puede haber propagado el estigma y la discriminación de manera involuntaria, aunque, en muchos casos, temeraria.

En respuesta, varios activistas de países de Europa han denunciado la chinofobia. En España, bajo el hashtag #nosoyunvirus, cuentan las situaciones xenófobas a las que se enfrentan estos días. A la campaña se han sumado conocidos miembros de la comunidad china, entre los que se encuentra la periodista Paloma Chen, el cantante Chenta Tsai Tseng o la ilustradora Quan Zhou.

China, en un salto geopolítico, acusa a los EE. UU. de utilizar el pánico para tomar medidas comerciales restrictivas excesivas y no justificadas como parte de su guerra comercial. La información — y la desinformación o manipulación— son ya las verdaderas armas de guerra comerciales. Estos días, el Mobile (MWC 2020) —el gran evento global de tecnología— está sacudido por la grave crisis de las cancelaciones de algunas grandes marcas tecnológicas. ¿A quién le interesa —y a quién beneficia— la cancelación del MWC 2020? No es una pregunta baladí.

El mundo se ha vuelto más frágil y vulnerable. Los miedos sustituyen a las seguridades, los prejuicios a las razones y las alarmas a los datos. Es tiempo de sociedades nerviosas, tiempo de sociedades víricas. Necesitamos algo más que mascarillas.

Publicado en: El Periódico (13.02.2020)
Fotografía de Kai Pilger para Unsplash

Enlaces de interés:
Cómo evitar ahogarnos en la ‘infodemia’ que rodea al coronavirus (Connal Lee. Éthic, 13.02.2020)
Coronavirus: “Si China estornuda, el mundo se resfría”: el coronavirus amenaza la industria tecnológica» (Isabel Rubio. Retina – El País, 6.02.2020)
MWC 2020: La organización del Mobile se enfrenta a una cascada de reclamaciones por la cancelación (Jesús García. El País, 13.02.2020)
China, en cuarentena: las consecuencias geopolíticas del coronavirus (Miguel Otero. El Confidencial, 14.02.2020)
Le tememos más a lo desconocido que a lo letal: la incertidumbre dispara actitudes irracionales ante el coronavirus (Raúl Rejón. eldiario.es, 25.02.2020)
China receta ‘big data’ para controlar a sus ciudadanos y luchar contra el coronavirus (Alexis Rodríguez-Rata. La Vanguardia, 2.03.2020)
Para este artículo, Alexis me hizo un entrevista. Comparto sus preguntas y mis respuestas en este documento.
¿Por qué el coronavirus nos parece incluso más peligroso de lo que es? (Ferran Lalueza Bosch. Ethic, 27.02.2020)
La OMS abre una cuenta en TikTok para luchar contra la desinformación del coronavirus (Teknofilo, 29.02.2020)
Efectos colaterales del coronavirus (Juan Luis Cebrián. El País, 9.03.2020)
Infodemia y mediademia (Andrés Ortega. Blog Real Instituto Elcano, 31.03.2020)

 

 

 

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