Este artículo forma parte de la serie de contenidos del espacio ELECCIONES USA 2020, donde irán escribiendo distintas firmas invitadas.
Tras una noche trascendental, esta mañana llegaban los resultados (casi) definitivos del Super Tuesday. Unas votaciones determinantes en las que los candidatos se jugaban un tercio de los delegados demócratas y que han cambiado sustancialmente el escenario de las últimas semanas.
Además de tener unos ganadores y perdedores muy claros, el Super Tuesday marca tres tendencias para el resto de la campaña demócrata:
1. La carrera demócrata se convierte en un pulso entre Sanders y Biden
La campaña de Bloomberg, propulsada por una inversión de 500 millones de dólares, había apostado por no presentarse a las primarias anteriores y centrarse en conseguir un buen resultado este martes. No lo ha conseguido. Tras lograr solo 44 delegados y una victoria menor en Samoa Americana, se ha esfumado su oportunidad de superar a Biden y presentarse como principal candidato moderado, y se ha retirado de la carrera para lograr la nominación demócrata.
Tampoco Elizabeth Warren ha tenido una buena noche. La senadora, que arrancó siendo una de las favoritas de las encuestas, no había conseguido buenos resultados en las anteriores primarias, resintiéndose especialmente por la derrota en New Hampshire, vecino de su estado, Massachusetts. Su tendencia a la baja se ha confirmado este Super Martes, en el que ha quedado en tercer lugar en el estado que la eligió senadora.
Con solo 50 delegados conseguidos hasta la fecha, Warren no ha conseguido posicionarse como líder del ala izquierda y, si bien de momento apuesta por mantenerse en la campaña, ya recibe críticas por dividir el voto progresista y permitir que Biden se haya hecho con la victoria en Maine y Minnesota.
Sigue también en la campaña la candidata hawaiana Tulsi Gabbard, con una presencia y resultados muy minoritarios.
La carrera demócrata se ha convertido así en un pulso entre los dos grandes ganadores de la noche: Biden y Sanders.
El Super Tuesday ha beneficiado especialmente a Biden, que ha conseguido mantener el momentum de Carolina del Sur y situarse como front-runner con victorias en nueve estados. Sanders ha conseguido resultados algo más ajustados de lo esperado, pero también se ha llevado estados muy importantes, como California, y se sitúa a la zaga de Biden con una distancia recuperable.
2. Los jóvenes y las minorías, en el foco
El Super Tuesday ha reforzado también algunas tendencias que ya se apuntaban: Sanders gana entre los jóvenes y pisa fuerte en la comunidad latina y Biden lo hace entre la comunidad afroamericana.
Con estados de gran peso electoral y tradicionalmente moderados, como Florida, en el mapa, la balanza parece decantarse hacia Biden, pero Sanders ha demostrado tener muy buenos resultados entre los electores jóvenes latinos en estados como Texas y, de conseguir repetir, podría arrebatarle la victoria al exvicepresidente.
El voto de las minorías siempre ha sido uno de los focos de las campañas demócratas, pero ahora que los candidatos saben que las opciones de los electores son más reducidas redoblarán sus esfuerzos para atraer a estos sectores.
También es un esfuerzo necesario cara a las elecciones presidenciales. Cualquier candidato presidencial demócrata necesita del voto de las minorías para vencer ante Trump. Tanto jóvenes como afroamericanos como latinos tienden a estar entre los sectores más desmovilizados en las elecciones; lograr motivarles a acudir a las urnas y presentarles un proyecto político estimulante será clave para ganar tanto la nominación como las elecciones.
3. Cuidado con el fuego amigo
Las diferencias entre el sector progresista y moderado del Partido Demócrata son profundas, como también lo son entre los candidatos que ahora mismo representan ambas corrientes: Bernie Sanders y Joe Biden.
De encontrarnos ante un sistema político distinto no sería raro esperar que esta divergencia terminara resultando en una escisión a la izquierda y la fundación de un nuevo partido (tal y como seguramente habría sucedido en 2016 con el Partido Republicano), pero en un contexto de firme bipartidismo, esa no parece ser una opción.
A partir de ahora, la campaña va a mostrar de manera todavía más evidente las tensiones existentes dentro del Partido Demócrata, y desacreditar al candidato y al proyecto político del bando opuesto puede ser tentador para las campañas. Sin embargo, los demócratas deben aprender de las lecciones de 2016, cuando muchos votantes de Bernie Sanders quedaron tan desencantados con Hillary Clinton que no acudieron a las urnas. Una división similar volvería a conllevar la derrota del Partido Demócrata.
Así, será fundamental que uno y otro recuerden que nos encontramos meramente en la fase previa a las verdaderas elecciones, las presidenciales, donde el rival a batir es Trump, quien ya está intentando capitalizar la división demócrata.
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Fotografía: Jon Tyson para Unsplash
Lo siento Antoni, leo todos tus artículos sobre la carrera por la presidencia de los EEUU, especialmente tus comentarios a cerca de los «demócratas» que pudiesen tener la oportunidad de quitarle la silla a mister «Trumpf» como diría Ibañez, pero a mi edad la gerontocracia me acojona mogollón, sobre todo porque me voy a perder el final.