La preocupación por la pandemia es enorme en Estados Unidos y afectará más que probablemente a las elecciones de noviembre. Ayer, el presidente Donald Trump tuiteó que en Michigan se estaban enviando «ilegalmente» votos por correo a 7.7 millones de personas «para las elecciones primarias y generales de este año». Por hacerlo, dijo que retiraría los fondos a Michigan al no cumplir la ley e intentar hacer fraude electoral. En realidad, lo que hizo el estado de Michigan fue enviar solicitudes para que quien quiera pueda pedir el voto por correo. Trump eliminó el tuit. Pero el daño ya estaba hecho, y muestra el nerviosismo que este tipo de voto causa en los republicanos.
De hecho, la pasada semana, Gallup publicaba una encuesta que mostraba que la gran mayoría de los estadounidenses (el 64%) se muestra a favor de poder votar por correo en dichos comicios. Pero ese apoyo varía según la ideología. Un 83% de demócratas y un 68% de independientes lo apoyan, pero tan sólo lo hacen un 40% de los republicanos. En cualquier caso, a favor o en contra, el debate sobre el voto por correo se sitúa en el imaginario estadounidense.
Sobre ello, el 5 de mayo, en The New York Times aparecía un interesante artículo de Emily Bazelon, sobre cómo podría afectar a las elecciones estadounidenses de noviembre un voto por correo, debido a la COVID-19.
En el propio país se han realizado pruebas con resultados muy diferentes, y a los conservadores no siempre les interesa que todo el mundo pueda votar desde la comodidad de su casa. Como veremos, a más participación, más potencial voto demócrata, lo que significa, por ende, que algunos republicanos no ponen las cosas fáciles para que la gente pueda votar a distancia, como vimos ayer ejemplificado en el tuit de Trump. Y, en medio de una pandemia, ello podría suponer no votar. Sobre el tema, algunas reflexiones, a partir del texto, que considero que hay que tener muy en cuenta:
1. El miedo. Según una encuesta realizada a fines de abril por el Pew Research Center, dos tercios de los estadounidenses creen que el brote de COVID-19 afectará a la votación presidencial del mes de noviembre. Ese miedo va a hacer que mucha menos gente se acerque a los colegios electorales, en un país donde ya vota poca gente. El aumento del voto por correo se da por seguro, pero lo que no lo es tanto es que la ciudadanía pueda acceder en condiciones a ese voto, o que lo consiga a tiempo.
2. Burocracia. Cuando se pide el voto por correo, significa a menudo innumerables peticiones a la Administración pública, que se ve desbordada. Es lo que sucedió en las elecciones primarias presidenciales de Wisconsin y de cuatro jueces, del pasado 7 de abril. Según Bazelon, de 100 peticiones diarias pasaron a 8.000. El día de las elecciones, mucha gente no pudo votar y, pese al intento del gobernador de aplazar las elecciones, la mayoría conservadora de la Corte Judicial no se lo permitió. Esas personas (unas 12.000) tuvieron que elegir si, en medio de la pandemia, o bien no votaban o bien se arriesgaban a ir a uno de los pocos colegios electorales abiertos. Fue en unas «pequeñas» elecciones en Wisconsin, de un millón de personas. Imaginemos lo que podría suceder en unas presidenciales, si no se empieza ya a preparar esa posibilidad de voto por correo.
3. Los swing states. Actualmente, tan solo cinco estados tienen implementado un sistema que envía un voto por correo a todos los votantes registrados (y ellos/as deciden si van o no al colegio electoral): Utah, Hawai, Oregón, Washington y Colorado. El resto no lo tienen preparado. En cualquier caso, y como en todas las elecciones presidenciales estadounidenses, son finalmente unos pocos estados los que realmente «deciden» quién será presidente, y no es probable que sea ninguno de estos cinco. En su artículo, Bazelon analiza cuáles de esos swing states están preparados para el voto por correo, aunque no lo envíen directamente. Se trata de Wisconsin, Michigan, Pensilvania, Florida, Carolina del Norte y Arizona. Todos ellos, junto con otros 23 estados y el Distrito de Columbia, ya tienen leyes que permiten a los votantes el derecho de solicitar el voto por correo. Pero solo en Arizona se suele votar de este modo y están más que preparados (el 79% votó por correo en 2018, por ejemplo). En Florida y Michigan, lo hicieron un 25%. En Wisconsin, Pennsylvania y Carolina del Norte, un 3%. Estos votos, en noviembre, van a ser primordiales para decidir si Trump es reelegido o no.
4. La tecnología. No se trata sólo de permitir votar por correo, sino de que cada estado debe invertir en tecnología. Bazelon cita algunas necesidades básicas (y caras) que hay que obtener (y hacerlo cuanto antes, ya que hay pocos proveedores y estos tardan), desde papel especialmente certificado para sobres y papeletas, a escáneres de alta velocidad para contar votos, a una máquina que dobla e inserta la boleta en el sobre (que puede costar hasta un millón de dólares), o a simples cajas para guardar esos votos. En la citada elección de Wisconsin, por ejemplo, se quedaron sin sobres en muchos condados.
5. El dinero. Se trata, también, obviamente, de ampliar presupuestos de los estados para las elecciones, y eso es algo que muchos de ellos, en estos momentos de crisis, no se pueden permitir. El Brennan Center for Justice estima los costos asociados de llevar a cabo correctamente las elecciones de 2020 (incluidas primarias y presidenciales) en 4 mil millones de dólares. Hasta ahora, el Congreso ha prometido tan sólo 400 millones, con los demócratas presionando por más y los republicanos bloqueando sus proyectos de ley.
6. La práctica. Hay que añadir el coste de formar a la ciudadanía sobre cómo se vota por correo, los pasos que deben dar, y que en muchos estados son los propios votantes quienes deben pagar el franqueo, lo que hace que muchos jóvenes sea una de las primeras veces que lo hace. El desconocimiento de fases para solicitar el voto, o qué hacer para enviar, o dónde firmar, o los plazos, generan mucha incertidumbre en la gran mayoría de estados.
7. La participación. Hay diferentes estudios que muestran que una mayor participación en voto por correo no tiene por qué significar un mayor voto a los demócratas. Pero, en swing states, especialmente en zonas urbanas, un aumento del voto sí suele ayudar a los demócratas. La autora apunta que, de hecho, Trump se benefició de la disminución de la participación en 2016, especialmente en los estados vitales de Wisconsin, Pennsylvania y Michigan, donde la participación de votantes negros y demócratas disminuyó, si se compara con las elecciones 2008 y 2012. El propio Trump y altos cargos del Partido Republicano han indicado expresamente que no les interesa que aumente el voto, y que precisamente el voto por correo puede provocar ese aumento. Desde febrero, el Comité Nacional Republicano está litigando, con 10 millones de euros, contra todas las leyes de aumento del voto por correo. Que en muchos swing states gobiernen los demócratas pero la mayoría parlamentaria sea republicana genera, también, la seguridad de que habrá desacuerdos.
8. El número de votantes. En algunos lugares donde los republicanos son mayoría se están realizando «limpiezas» de censo, para eliminar a votantes fallecidos o que se han cambiado de domicilio. El problema estriba, como indican en el Brennan Center for Justice, que, muy a menudo, estas se realizan más en barrios con mayoría negra o latina, con criterios algo «curiosos». Por ejemplo, en Georgia, se eliminaron 700.000 personas porque no habían respondido a un aviso enviado por el estado después de que no votaron en las últimas elecciones. Si ya no están en listas, ni siquiera importa que voten o no por correo.
9. La polarización. Que unas elecciones, muy igualadas, tengan por escenario mucho voto por correo es toda una pesadilla para la democracia estadounidense, cada vez más polarizada. Dependiendo de los resultados, estos podrían ser impugnados, con el problema político, económico y social que significaría y con un socavamiento extremo a la democracia.
Las elecciones presidenciales estadounidenses de noviembre son inciertas, porque no se sabe si la pandemia afectará, o hasta qué punto, pero también porque, a estas alturas, ni siquiera se sabe si mucha gente podrá votar o si los Gobiernos de los diferentes estados serán capaces de organizar la logística suficiente para una votación por correo en masa. De ello depende el futuro de su democracia.
(Más recursos e información en ELECCIONES USA 2020)
Fotografía: Daria Nepriakhina para Unsplash
Artículos asociados:
– Trump se une a la guerra republicana para que votar sea más difícil (Carlos Hernández-Echevarría. eldiario.es, 23.05.2020)
Gracias Antoní. Siempre muy interesante leerte. Saludos
El dinero y la estrategia no ganan elecciones 100%, aunque ayudan bastante!!.10 millones de dólares para litigar contra las leyes que favorecen el voto por correo; no sé cómo llamarlo, quizás acoso y derribo del sistema democrático.
Cada estado haciendo algo diferente, se acaban los sobres… si esto pasa en España no sé que pasaría.
Información de alta calidad.
No estoy de acuerdo con la última frase del artículo, pienso que de las elecciones en EEUU dependen las democracias de muchos países….desgraciadamente…..
[…] estudios muestran que realmente no benefician ni perjudican a ningún partido). Como apuntaba Antoni Gutiérrez-Rubí, el propio Trump y altos cargos del Partido Republicano han indicado expresamente que no les […]