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Trump y su estrategia electoral ante la COVID-19

XAVIER PEYTIBI

Este artículo forma parte de la serie de contenidos del espacio ELECCIONES USA 2020, donde irán escribiendo distintas firmas invitadas.

Todas las encuestas lo muestran: Joe Biden ganaría las elecciones estadounidenses de noviembre. La suma de encuestas de Real Clear Politics le sitúa con 5,3 puntos más que Trump. Tan claro, al menos, como lo tenían las encuestas en 2016, cuando indicaban que iba a ganar Hillary Clinton. 

No importa ganar en votos porque en Estados Unidos, como sabemos, el ganador de cada estado logra todos los votos electorales. Por lo tanto, no importa cuántos votos consigue Trump en todo el país, le basta ganar en estados clave para tener una mayoría de votos electorales: 270 votos electorales dan la victoria.

Hace cuatro años Trump necesitaba un milagro: ganar en casi todos los swing states, y añadir algunos que hacía décadas que «eran demócratas». Y lo logró, algunos por sólo 30.000 votos, sí, pero le bastó, incluso perdiendo el voto popular. Florida, Colorado, Indiana, Iowa, Nevada, New Hampshire, New Mexico, North Carolina, Ohio y Virginia fueron los swing states, pero si algo varió en 2016 fue que estados que no eran tan claramente dudosos dieron la victoria a Trump: Indiana, Wisconsin, Pennsylvania y Michigan (el denominado rust belt, estados industrializados en crisis). En las pasadas elecciones, y por primera vez desde los años ochenta —con Reagan—, los republicanos ganaron en estos tres estados a la vez: Michigan, Wisconsin y Pennsylvania.

Pero Trump ganó de muy poco: Wisconsin, por 27.257 votos; Pennsylvania, por 68.236 votos; y Michigan, por 11.612 votos. También Florida, por 112.911 votos (un 1,2%). Lo improbable (que ganara Trump en todos estos estados) le dio la victoria en 2016. Es por eso que saber si Biden podría arrebatarle estos estados permitiría saber si, también, puede arrebatarle la presidencia en 2020.

En estas elecciones de 2020 parecía que la estrategia iba a ser parecida: mantener esos estados. De hecho, Trump hace muchos meses que hace campaña en el rust belt. Y la contienda, si miramos por estados, está igualada. De hecho, la propia Real Clear Politics marca como indecisos a muchos de esos estados. Según esta web:

  • Biden tendría 155 votos electorales seguros (California, New York, Hawai, Vermont, Massachusetts, Delaware, Maryland, Illinois, Maine, Rhode Island, Washington, Connecticut, New Jersey y Oregon).
  • Trump tendría 125 votos electorales seguros (Idaho, Wyoming, Dakota del sur, Dakota del norte, Nebraska, Kansas, Oklahoma, Alabama, Tennessee, Kentucky, Arkansas, West Virginia, Indiana, Missouri, South Carolina, Alaska, Louisiana, Mississippi, Montana y Utah). 
  • Hay un empate aún en 230 votos electorales (Arizona, Nevada, Colorado, New Hampshire, Florida, New Mexico, Georgia, North Carolina, Iowa, Ohio, Pennsylvania, Texas, Michigan, Virginia, Minnesota, Wisconsin y Nebraska.

Como se puede observar, nada es seguro, faltan muchos meses y lo importante no es ver la suma de votos totales, sino los votos electorales que se pueden obtener en estados clave, como sucedió hace cuatro años. Si nos centramos en los estados que le dieron la victoria a Trump:

  • En Florida, la media de encuestas da a Biden la victoria por sólo un 3,3%.
  • En Wisconsin, por sólo un 2,7%.
  • En Michigan, por un 5,5%.
  • En Pennsylvania, por un 6,5%.
  • En Carolina del Norte, por sólo un 1%.
  • En Arizona, por un 4%.

Está todo muy justo, y cualquier cosa puede ocurrir. Esta crisis sanitaria, que se convertirá en económica en días o semanas, va a tener mucho que decir. Hace unas semanas, hablábamos en esta sección de cómo el efecto Rally round the flag no sólo no había funcionado en Estados Unidos, sino que incluso había disminuido la valoración de Trump y cómo todo ello podía ponerle en problemas para lograr la reelección. Estas semanas, en cambio, se ha recuperado. No significa que haya aprovechado este efecto mediante el cual, en situaciones de crisis, la ciudadanía apoya a su líder. Esta semana, su valoración ha vuelto, según Gallup, a como estaba antes de la crisis, un 49% a favor, el máximo de su presidencia. 

Las razones son claras: su empecinamiento en que las empresas abrieran no ha generado más enfermos de COVID-19. Eso ha sido visto por la ciudadanía como un triunfo de sus políticas, y de que él tenía razón. Veremos lo que sucede la próxima semana, porque la valoración con Trump es totalmente cambiante (hace dos semanas tenía una valoración positiva del 43%, por ejemplo).

En cualquier caso, si la crisis sanitaria se minimiza y la económica no es demasiado dura, las opciones de Trump se multiplican, y lo que hace dos semanas (no sólo no aprovechar el efecto Rally round the flag para aumentar valoración, sino que perdía 6 puntos) era un claro indicador de  que Biden lo tenía mucho mejor para arrebatarle los estados clave, esta semana no es tan seguro.

La campaña sigue. Trump intenta, por ahora, que no se hable tanto del virus, porque no puede jugarse las elecciones con ello, y trata de desviar la atención, por ejemplo atacando verbalmente a China (y generando comunicación negativa hacia Biden, llamándole muñeco chino o «Beijing Biden») o con su «ObamaGate». Pero sabe también que no le funcionará más que para alimentar a sus activistas ya polarizados.

Sabe que, si su estrategia de «abrir» Estados Unidos de nuevo a la economía le funciona sin que aumenten los casos y los fallecidos, tendrá mucho ganado. Es su apuesta, y se la juega.

 

(Más recursos e información en ELECCIONES USA 2020)

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