Quedan menos de 100 días para las elecciones. Una jornada electoral que, hoy en día, parecería decidida si no cambian mucho las cosas. No sólo Joe Biden gana en todas las encuestas nacionales (eso ya le sucedió a Hillary Clinton en 2016) sino que gana también en los estados clave, donde Trump sí ganó, por los pelos, a Clinton hace cuatro años. Biden lidera las encuestas en Pennsylvania por 11 puntos, las de Wisconsin por 8, las de Michigan por 9 y las de Florida por 5 puntos.
En cualquier caso, 100 días siguen siendo 100 oportunidades para que todo cambie. Y ello dentro de un período de pandemia, algo que ha hecho muchísimo daño a Trump, que basaba su legislatura (y elegibilidad) en la economía. Su cambio de idea sobre las medidas contra la COVID-19 y sus diferentes cambios de mensaje y actitudes a lo largo de los meses (o incluso de las semanas) le ha colocado en una situación complicada y ha aumentado la desconfianza en su liderazgo.
Por supuesto, esa desconfianza no existe entre sus votantes más polarizados, que creen a pies juntillas que lo está haciendo bien. De hecho, la COVID-19 se está convirtiendo en un elemento más de polarización y de lucha cultural entre partidos. Con la crisis sanitaria han aumentado las diferencias, a partir de la ideología. En Estados Unidos, así como en otros países, diferentes estudios muestran cómo cambia la percepción del virus si se es demócrata o republicano, así como la confianza en los médicos, o si se toman más o menos medidas de seguridad. Vemos, pues, cómo nuestra racionalidad se somete al prejuicio que justificamos, sin que lo empírico lo disuada, lo inhiba o lo corrija. Como en la fábula de Esopo, La zorra y las uvas: cuando la zorra no consigue alcanzar las uvas, se convence de que no las quiere.
Pero no es a sus votantes acérrimos a quienes Trump debe convencer, sino a quienes no lo son pero optaron por votarle en 2016. Y son muchos. También es importante entender que haber perdido la confianza en el presidente no implica necesariamente que voten directamente por Biden, pero sí que podrían quedarse en casa. Si los demócratas van a votar y algunos republicanos no lo hacen, la derrota es segura.
Hoy en día, la valoración positiva de Trump es del 39%, la peor desde que es presidente. Y esa es la misma cifra que tenía Carter en 1980, justo antes de perder las elecciones contra Ronald Reagan y no ser reelegido. Esa es la primera similitud, pero no es la única, con aquel lejano 1980. En un artículo en The Hill, John Kenneth White hace un análisis de lo que sucedió entonces, y que encaja perfectamente (en cifras) con lo que está ocurriendo en la actualidad.
La segunda similitud para White, además de la baja valoración, es que el entonces presidente Carter atacaba a su adversario llamándole viejo (Reagan tenía 69 años) y señalándole como un peligro para el país, en caso de que perdiera el control a causa de su edad. Trump está haciendo lo mismo con Biden (que tiene 77 años) indicando que un Biden con problemas mentales sería controlado por elementos extremistas. A Carter no le funcionó y Trump parece que tampoco lo logra, por ahora.
La tercera similitud es la percepción sobre lo que ha pasado estos cuatro años. Todos recordarán la frase que dijo Reagan en aquel debate electoral: «¿Estás mejor que hace cuatro años?». En 1980, sólo el 20% dijo que el país se encaminaba en la dirección correcta. Hoy es el 19%.
La cuarta similitud es un presidente tildado de incapaz para liderar crisis. En 1980 fue con los rehenes de Irán; hoy con una mucho peor, la de la COVID-19. Trump empezó relativamente bien respecto a valoraciones sobre la gestión de la pandemia (un 51% positivas en marzo de 2020), pero estas evaluaciones positivas han caído al 38 por ciento en julio de 2020.
Quedan 100 días y pueden pasar muchas cosas. Incluso que el contexto pueda extrapolarse a 1980, con un presidente poco querido y un deseo de cambio. Esa es una de las enseñanzas de la historia para el equipo de Trump, que si no quiere que le suceda lo mismo que a Carter, debe hacer las cosas de modo diferente, y hacerlo desde ya.
(Más recursos e información en ELECCIONES USA 2020)
Fotografía: Nicolas Hippert para Unsplash
La cantidad de «Clase media alta» que tiene EEUU y que no quiere perder sus privilegios sociales y económicos y menos en una situación extrema como la actual, una situación casi de supervivencia, pueden crear una pandemia de «virgencita, virgencita, que me quede como estoy» que nos lleve a ver al Trump de presi otra vez. Yo hasta que no vea los resultados no me creo nada, ya lo diga Antoni o el mismísimo Trump.