Política frugal

La profundidad de nuestra triple crisis (sanitaria, económica, sociopolítica) abre las puertas a escenarios, personales y colectivos, que están más cerca de un complejo reinicio que de un simple continuará. En este contexto, la mirada hacia lo esencial de la vida adquiere nuevas dimensiones; así como nuestra conciencia —creciente— de vulnerabilidad, provisionalidad y fragilidad.

Frugalidad. En el agónico Consejo Europeo de julio pasado, muchas personas descubrieron una nueva etiqueta política: los países frugales (Países Bajos, Austria, Suecia, Dinamarca y en algunas ocasiones también se ha incluido a Finlandia). Esta es una referencia política y mediática para identificar a los países más austeros, y también restrictivos, en las políticas expansivas y generosas con los países del sur de Europa. Algunos analistas y actores políticos asociaron frugalidad a egoísmo cicatero, a maquillaje estético para defender intereses propios, o incluso a una cierta superioridad moral por parte de estos países.

Consumo responsable. Pero la frugalidad es conocida como la capacidad de ser prudente y responsable en el consumo, tanto en materia de bienes materiales como inmateriales, así como en el tiempo. No se trata de una consecuencia de la avaricia o de la falta de recursos (como la penuria), sino de una voluntad de usarlos de manera más eficiente, proporcionada y sin excesos. Es una virtud, no un defecto o una condición.

La prudencia respecto a los bienes y recursos está estrechamente relacionada con la idea estoica de la ataraxia y la imperturbabilidad. Para encontrar la felicidad (para los estoicos, la tranquilidad del espíritu) es necesario alejarse de todo aquello que confunde, perturba o desorienta. La frugalidad pone el foco en la optimización y eficiencia del uso de los recursos, mientras que el estoicismo lo hace en el alejamiento de todo aquello que no es necesario para alcanzar nuestro fin. Ambas concepciones se centran en prescindir de lo que no necesitamos o no nos hace felices, en favor de una concentración en aquello que sí lo hace, poniendo en ello nuestra atención responsable y preocupación necesaria.

Tres tendencias. Navi Radjou, asesor de innovación y liderazgo en la Escuela de Negocios del MIT (Massachusetts Institute of Technology), explora una nueva forma de concebir la frugalidad aplicada a la economía. Hay tres tendencias destacables en esta propuesta: un sistema de economía colaborativa de empresa a empresa que implique compartir recursos y activos; la microfabricación distribuida con usinas más pequeñas, ágiles y ecológicas, cercanas a los puntos de consumo, y la triple regeneración: restaurar, renovar y hacer crecer a personas, entorno y planeta de forma integrada y sinérgica.
Deberíamos prestar más atención a la frugalidad, también para las propuestas que España presentará en los planes de recuperación pospandémicos. El próximo 15 de octubre, y hasta el 30 de abril, empieza el plazo para que nuestro país presente sus ideas para ser financiadas.

Indolentes. Y no tenemos buena fama: además de la etiqueta de derrochadores, parecemos perezosos o indolentes ante Europa. El nivel de ejecución de fondos en España está entre los más bajos de la Unión. Por ejemplo, en los actuales fondos asignados por el Feder (Fondo Europeo de Desarrollo Regional 2014-2020), España sólo ha sido capaz de gastar el 26%, superada únicamente por Eslovaquia que ha ejecutado el 25%.

Aprender. Séneca, seguramente el máximo exponente de la corriente estoica, nos ilumina con lo esencial: «No hay viento favorable para el que no sabe a qué puerto se dirige». Aprovechemos la dura lección de la pandemia para resetear nuestros proyectos personales y colectivos. Y aprendamos tanto como podamos. Y no lo haremos sin voluntad y capacidad de cambiar. Nadie aprende lo nuevo si no es capaz de desprenderse de lo caduco.

Publicado en: La Vanguardia (1.10.2020). RESET (8)

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1 COMENTARIO

  1. En España, por ejemplo la ley de contratos es una jaula, que obliga a cumplir procedimientos kafkianos en ocasiones, diseñada para evitar la corrupción y que puede tener como daño colateral el colapso.
    Tú que trabajas con organismos públicos imagino que sabes a lo que me refiero.
    Cómo son las leyes en Europa para convertir la gestión pública en algo ágil, certero y al servicio de la ciudadanía?? Frugales o copiosas y pantagruélicas como las nuestras.

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