La gran paradoja de la toma de posesión de Joe Biden fue que la imagen con mayor alcance y viralidad resultara ser la del meme de Bernie Sanders. A pesar de toda la planificación televisiva y protocolaria del acto, de la presencia de grandes celebrities, y de la importancia institucional del evento, fue la foto del senador la que acabó impactando en los espectadores con mayor fuerza y memorabilidad.
En la imagen que acabó convertida en meme, el senador de Vermont aparece sentado en una silla, cruzado de brazos y piernas y con posado serio. Usa unas vistosas manoplas de lana en tonos marrones, que se las había regalado y tejido una profesora de su estado natal. No era solo una eficaz prenda de abrigo. Era un código activista y político.
Hace cuatro años, en la toma de posesión de Donald Trump, el activismo político del ganchillo protagonizó la respuesta viral y la protesta política con gorros rosas (pussy hats) —hechos a mano también— en contra, entre otras cuestiones, del machismo manifiesto de Trump, tras destapar en una grabación por dónde pensaba el candidato que había que agarrar a las mujeres: «grab them [women] by the pussy». El movimiento feminista tiñó Washington de ese color un día después de la investidura presidencial. Esta vez, Sanders, usó el poder simbólico de sus manoplas para representar a millares de organizaciones grassroots y a millones de votantes que rechazan y desconfían de las élites del Partido Demócrata. «Ignoradnos y no nos sentaremos tan cerca la próxima vez», parece querer decir. Sus pacíficas y encantadoras manoplas pueden ser guantes de boxeo político.
Naomi Klein escribe en The Meaning of the Mittens: Five Possibilities sobre el significado y el poder de las manoplas de Sanders. En el artículo, Klein explica que el meme silente es toda una declaración política: «Estoy aquí, vigilante, observando. Vamos a ver qué es lo que hacéis realmente y luego hablaremos de unidad».
El senador de Vermont jugó a fondo sus opciones comunicativas: sus brazos cruzados expresaban una actitud vigilante y su vestuario informal —un abrigo de invierno tipo snowboard— contrastaba con los trajes elegantes del resto de los exclusivos invitadose, en una ceremonia que para muchos activistas se entendió también como un retorno a «la normalidad neoliberal».
Sanders capitalizó todos los registros posibles. Su equipo decidió hacer merchandising con la imagen del meme, imprimiéndolo en camisetas y sudaderas a la venta en su oficina de campaña. Los beneficios —más de 2 millones de dólares hasta la fecha— se han destinado a varias ONG de Vermont. Un meme como estrategia de comunicación, como herramienta de movilización social y como instrumento de financiación. Artivismo y tecnopolítica a fondo.
El meme ha dado la vuelta al mundo y ha batido récords en la historia de Internet. Sanders ya es un mito global. Representa la irreductible resistencia de la conciencia progresista. Casi llega a ser candidato, pero hoy ya es un icono nac&pop internacionalista, como en su día fue la imagen en stencil del Che Guevara. Sanders es el símbolo de las generaciones millennials y centennials; y su meme, sus banderas.
Enlaces de interés:
– El arte de crear juguetes piratas transformando muñecos de bazar o de segunda mano (Pablo Cantó. Verne-El País, 18.02.2021)
– The Trucker Convoy (ideograma, 2.02.2022)
– Un megáfono, un balancín y Bernie Sanders: los memes de la mesa de la reunión de Putin y Macron (elDiario.es, 8.02.2022)
Frente a las manos despejadas del mago que siempre sacan del sombrero de copa algo inesperado, las manoplas de Sanders son para mí un lugar confortable en el que conservar los valores del partido demócrata.