El domingo pasado, 48 millones de franceses estaban llamados a las urnas para votar en la primera vuelta de las elecciones regionales. El 68% de la población que podría votar no ejerció ese derecho. Extraordinario. Hace unas semanas, también en las elecciones regionales de Chile, la cifra de abstención aún fue más espectacular: el 80% no acudió a las urnas.
La participación política ha ido disminuyendo lentamente, pero estas cifras son ya históricas. ¿Algo está ocurriendo? Hay numerosos análisis que hablan de desafección, enfado, malestar, desapego, pérdida de esperanza en cambiar nada. Y tal vez todas hayan confluido y se hayan sumado a la sencilla razón de que hay una pandemia mundial, sí, pero ¿eso lo explicaría todo?
Un reciente estudio aparecido en Francia, de Dominique Reynié en la Fundación para la Innovación Política (un think tank de centroderecha, de tendencia liberal, fundado en 2004), hablaba de la posibilidad de una lenta desaparición —o blanda irrelevancia— de la democracia por la falta de interés de la mayoría de la ciudadanía. Desaparición, molicie institucionalizada o decadencia autocrática. Esa hipótesis —cada vez menos distópica— tiene que ver con la idea de que la baja participación, provocada por la desafección, puede convertirse en apoyo a partidos populistas de extrema derecha, especialmente, que crecen en contextos de democracia fatigada. A ello, hay que añadir que el debate sobre una democracia de los algoritmos está emergiendo también con fuerza entre la opinión pública. La pulsión autocrática y tecnocrática a la democracia liberal como la conocemos está ganando espacio. La democracia activa y presente puede derivar en una democracia ausente, protagonizada por todo tipo de populismos y radicalismos con ribetes tecnocráticos.
Volviendo al estudio de Reynié, basado en una encuesta nacional de abril de 2021, más de la mitad (55%) de las personas preguntadas respondieron que, en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de 2022, podrían votar por un candidato/a que no sea de un partido político. Es ahí donde, también, el populismo outsider puede tener su oportunidad. Los partidos políticos siguen perdiendo crédito y confianza como instrumentos para la política democrática. La democracia empieza a ser irrelevante, por ejemplo, para uno de cada cuatro latinoamericanos a quienes les resulta indiferente que su régimen político sea autoritario o democrático. Primero desafección, después indiferencia, finalmente ausencia. Atención.
Publicado en: La Vanguardia (24.06.2021)
Las normas surgen para hacernos iguales y salvaguardar nuestros derechos, con el fin de evitar la corrupción llenamos la gestión política de normas y legislación, en ocasiones kafkiana, estas normas hipotecan absolutamente la gestión. Ccomo no se puede gestionar con agilidad las personas más capaces no quieren entrar en política, la ciudadanía observa por un lado la dificultad de la gestíón y la poca calidad de muchos gobernantes. Como no quieren verse en ese espejo, no se miran, no votan, como no votan llegará un momento que mandará cualquiera y seguramente ese cualquiera no conocerá de derechos ni libertades…y habrá entonces que reinventarlo todo.
PD. Demasiado simple y causal, aunque algo hay,