La bronca que protagoniza el espacio público de la política parece cada vez más encapsulada, encerrada en las burbujas reverberantes de los círculos de los adherentes duros de cada espacio y en sus terminales digitales. Esta bronca cainita y fratricida que muestra una política agrietada, no parece erosionar —todavía y con la misma intensidad— al conjunto de la sociedad. Esta ha decidido impermeabilizarse un poco y protegerse del clima irrespirable que exuda el debate político. El resultado: la política partidaria está con bronca; la sociedad, no tanto.
Los últimos estudios compartidos por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) ponen de manifiesto que la ciudadanía española, a pesar no ver clara una mejoría considerable en un futuro, aprueba el funcionamiento de la democracia española con un 5. El 63% de los españoles y españolas consultados otorgan esta calificación de aprobado (en 2011 fue del 4,5). Y todo ello a pesar de un contexto de incertidumbre y crisis (social, económica…) marcado por la pandemia.
Esto significa que sólo uno de cada tres ciudadanos suspendería el funcionamiento de la democracia. Es mucho, sí, muchísimo, pero menos que en otros entornos próximos y menos si se observa en relación al clima global de deteriorio de la democracia en el mundo. Y si se añade que muchos de estos ciudadanos y ciudadanas manifiestan un elevado grado de satisfacción, en relación a su situación personal/individual, obtendríamos una radiografía social del momento que no parecería tan crispada y negativa como se presupone. Hay una excepción paradójica como indica Carles Castro en un artículo reciente: «quienes más críticos se muestran con la coyuntura política (los votantes ultras y los de los partidos independentistas) son los que reflejan las notas más altas de satisfacción individual en todos los apartados».
Las personas encuestadas consideran el perfil de un «buen ciudadano» y los valores cívicos más relevantes serían: ser honesto, seguido de ser tolerante. Valores en positivo. La sociedad percibe que parte de la política habla entre ella, sobre sus temas, con sus códigos y frecuencias. Frente a esto, la ciudadanía empieza a vivir al margen de este ambiente enrarecido y viciado. Conformidad y hastío. Pero también confianza y tolerancia. No estamos tan mal.
Publicado en: La Vanguardia (9.09.2021)
Fotografía: Anton para Unsplash
Nota:
Algunos datos que apunta el Barómetro de clima social de Metroscopia (septiembre de 2021) muestran un anhelo de optimismo en una situación incierta:
▶️ El 80% de españoles y españolas (8 de cada 10) estima que en el tiempo que ahora se abre (y por encima de todas las incertidumbres que sobre el mismo ciernen) las cosas les irán igual de bien o mejor que hasta ahora.
▶️ Un 32% dice que ahora afronta el tiempo que viene con ilusión (el porcentaje más elevado en lo que va de año, aunque sólo tres puntos superior al que se registraba en junio).
La esperanza es el alimento esencial del futuro.
Puede que la ciudadanía visualice en parte la lucha política como esos luchadores de lucha libre, en los que todo parece y nada es.