Los conceptos momento y momentum, aunque proceden de la misma raíz latina, curiosamente, tienen significados muy distintos. La palabra momentum se desvincula del sentido del tiempo y hace referencia a un principio físico que define cierta cantidad de movimiento de un cuerpo. De hecho, fue usada por el físico Isaac Newton para describir justo eso: un cuerpo en movimiento. El principio establece que, entre más momentum, más velocidad y mayor dificultad para detenerlo.
En política, conseguir el momentum adecuado es la clave de muchos proyectos, también electorales: estaríamos hablando de aprovechar el instante presente, sin esperar a ese momento considerado como el perfecto, para impulsar una acción o tomar una decisión. Acertar en la identificación del instante preciso y presente —con su fuerza en movimiento— para actuar o comunicar es el gran desafío. La comunicación política debe saber usar más y mejor la psicología social para entender a las sociedades a las que quiere representar y liderar.
Las personas que practican surf lo saben muy bien. Pillar la ola buena es la clave de todo. Interpretar el oleaje, el viento y las corrientes de fondo es la condición necesaria para navegar. La tabla no es nada sin la ola. Hay olas que pasan, otras que no llegan, pero acertar la definitiva es imprescindible. «Cuando las horas decisivas han pasado, es inútil correr para alcanzarlas», en palabras de Sófocles.
Los procesos electorales están sufriendo profundos cambios dada la capacidad autónoma del electorado en sociedades cada vez más globales e hiperconectadas. Hemos pasado de votar para identificarnos a votar para elegir opciones y votar, también, para mostrar sentimientos, sean positivos o negativos. De las ideologías a las emociones.
Las campañas electorales son largas. De hecho, estamos en campaña permanente. Pero el día de la elección es un día finito, concreto, acotado. ¿Cómo serán las emociones y los sentimientos de las y los electores ese día decisivo? ¿Cómo influirá su estado de ánimo personal y colectivo para decir qué opción elegir? Estas preguntas son, muchas veces una gran incógnita. Pero seguir investigando y aprendiendo de cómo las actitudes y los comportamientos se convierten en decisiones y razones para votar —o no— sigue siendo el gran desafío democrático.
Publicado en: La Vanguardia (21.10.2021)
Fotografía: Nadir sYzYgY para Unsplash