Este martes se confirmaba que las plataformas internacionales como Netflix, Disney+, Prime Video o HBO no estarán obligadas a producir contenidos en las lenguas cooficiales de España, al aplicarse la directiva europea que las exime de ello. Este anuncio vuelve a poner el tema de la lengua en el punto de mira y amenaza con ser un problema cara a la aprobación de los presupuestos, si no se producen modificaciones antes de la aprobación final de la ley general de Comunicación Audiovisual. Pero este debate también pone en evidencia la importancia que tiene, para cualquier proyecto político, considerar su papel y líneas de acción relacionados con el mundo del ocio y del consumo audiovisual.
En el 2019, Netflix, que es la plataforma de referencia, superó a la televisión por cable y satélite por primera vez en la historia. Esta alteración de hábitos mediáticos está impulsada por las nuevas generaciones: a menor edad, mayor consumo de plataformas online. Y trae consigo un cambio en los hábitos de consumo audiovisual: contenidos serializados, fragmentados, a demanda, afines a nuestros valores… Estas dos transformaciones nos animan a pensar cómo, desde la política, se puede llegar a la ciudadanía, allí donde esta se encuentra.
En el mundo pantallizado y visual en el que vivimos, donde la competición por la atención marca el formato de contenidos (respondiendo a la demanda de un público cada vez más exigente y que crece de manera exponencial), es clave estar presentes de manera real y efectiva.
Y plataformas como Netflix, entre otras muchas, están conectando de manera efectiva con los y las millennials y centennials , que son un referente en este mundo audiovisualizado. En su informe de resultados de octubre sumaba 4,4 millones de suscriptores en el tercer trimestre del 2021, llegando a los 213,5 millones de suscriptores en todo el mundo y pronosticando también que alcanzará los 222 millones al finalizar el año. En relación con el ranking de países en función del número de suscriptores, EE.UU. se mantiene en primera posición y España se sitúa en la posición 15, con 5 millones, según Statista.
El debate sobre la lengua es, también, un debate sobre canales, formatos y medios. La oferta política (y cultural) tiene que estar allí donde está la demanda.
Publicado en: La Vanguardia (2.12.2021)
Fotografía: Souvik Banerjee para Unsplash