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Sentido y sensibilidad

Al leer el título de este artículo, quizá, lo primero que nos venga a la cabeza sea la novela de la escritora Jane Austen publicada en 1811. Una obra que también se ha traducido como: Sensatez y sentimientos, Juicio y sentimiento o Juicio y sensibilidad. La interpretación clásica de la obra planteaba que las protagonistas, las hermanas Elinor y Marianne, con personalidades diametralmente opuestas, simbolizaban la razón y la emoción.

Lo cierto es que, aunque en el libro estén representadas por personas diferentes, cada vez hay más evidencias que nos muestran que es imposible separar el sentido de la sensibilidad. Este cambio de paradigma, que en la academia se conoce como «giro afectivo», reconoce el papel determinante de las emociones en todo proceso cognitivo. Hace algunos años, un experimento demostró que, si todos los días escribimos sobre experiencias positivas en un papel, a lo largo del tiempo, acabamos mejorando notablemente nuestro estado de ánimo. Pensamos lo que sentimos.

En política también opera esta «falsa disyuntiva», como explican los investigadores Ismael Crespo-Martínez, Antonio Garrido-Rubia y José Miguel Rojo-Martínez. Las estrategias, los mensajes, las decisiones y los comportamientos se mueven permanentemente en este contínuum de emoción y razón, lo cual no quiere decir que, en el último tiempo, la balanza no se haya inclinado hacia el polo emocional.

En la emocracia, vemos cómo los estados de opinión se convierten en estados de ánimo y las personas se vuelven cada vez más estomacales y menos cerebrales. Esto ha llevado a la socióloga franco-israelí Eva Illouz, autora de La vida emocional del populismo y Las emociones contra la democracia, a advertir que hay ciertas emociones, como el miedo, el asco, el resentimiento y el amor a la patria, que el populismo suele utilizar para crear narrativas, configurar identidades y movilizar afectos. Hay que entender los corazones antes de que otros manipulen las tripas.

El verdadero reto es aceptar, entender y aprender a gestionar las emociones sociales y políticas con sentido de responsabilidad y compromiso. Ignorar los sentimientos es grave. Pero no se puede olvidar que sobreexcitarlos para su utilización política puede resultar muy peligroso. Sentido con sensibilidad.

Publicado en: La Vanguardia (9.11.2023)
He pedido la colaboración de Carla Lucena para realizar la ilustración de este artículo.

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