El escrutador

Al gran escritor Italo Calvino le pasó: fue incapaz de escribir durante meses, tras presenciar una fuerte discusión entre dos apoderados políticos rivales. Después, tardó diez años en acabar ese relato titulado originalmente en italiano: La giornata d’uno scrutatore. ¿Qué le pasó aquel 7 de julio de 1953 cuando estuvo en el Cottolengo durante unos interminables diez minutos?

Calvino no era escrutador (apoderado), era candidato del Partido Comunista y, como candidato suplente, visitaba los colegios electorales para ayudar a los candidatos de la lista que le pedían el apoyo del partido para atender los problemas que pudieran surgir. De ese modo, presenció una discusión en una mesa electoral del Cottolengo entre democristianos y comunistas. La pretensión obscena y tramposa de hacer votar a personas enfermas y sin capacidad consciente fue el deto­nante de una profunda reflexión democrática.

En su corta novela, el autor explora cuestiones que van desde la política hasta la sociedad o la condición humana. Y lo hace a través de la experiencia de un escrutador, Amerigo Ormea, un militante comunista, durante un día de elecciones en Italia. Ormea es asignado a un distrito electoral en una clínica, lo que le lleva a confrontar sus ideales políticos con la dura realidad de la enfermedad y la muerte durante aquellos comicios.

A veces, la experiencia electoral ­—su desarrollo y su resultado— deja vacíos, silencios y confusiones a sus protagonistas. El desconcierto puede atrapar a los personajes de una manera devastadora, impidiéndoles hacer los análisis y las reflexiones adecuadas sobre qué pasó y por qué. Un día de elecciones puede ser el inicio o el final de grandes sueños y proyectos. De ambiciones, sí; pero, también, de grandes esfuerzos individuales y colectivos. De intereses o miserias, sí; pero, además, de enormes caudales de energía por el interés general.

Un día de elecciones decide la vida —la historia personal y comunitaria— de muchos otros días. Y, a veces, no solo de una legislatura. Calvino se quedó sin palabras, perplejo y desbordado. Pero hay que encontrarlas. Hay que ser capaces de analizar más allá de los resultados, hay que descubrir las poderosas razones (inextricables muchas veces) que llevan al electorado a decidirse en un sentido o en otro.

Publicado en: La Vanguardia (30.11.2023)
He pedido la colaboración de Eduardo Luzzatti para realizar la ilustración del artículo.

Otros contenidos

De Rocafort a Nueva York

El municipio de Rocafort se ­encuentra a muy pocos kilómetros del epicentro de la DANA. Curiosamente, desde allí, en plena Guerra Civil, el poeta...

Portavoz de la cordura ante la crisis

Algunas ideas sobre cómo está comunicando Óscar Puente y el porqué de su éxito: 1. La construcción de autoridad. El desconcierto es la antesala del...

Gana nuestro otro yo

La victoria de Donald Trump es algo más profundo que la victoria electoral de un candidato, de una opción política o de una propuesta programática. Gana...

1 COMENTARIO

  1. Un día de elecciones decide la vida —la historia personal y comunitaria— de muchos otros días. // Es una frase para inscribir en la puerta de cualquier colegio electoral en cualquier proceso de elección de representantes. Clave.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.