Este artículo forma parte de la serie de contenidos del espacio ELECCIONES USA 2024, donde irán escribiendo distintas firmas invitadas.
George Washington ha sido el único candidato independiente que ha ganado unas elecciones presidenciales en EEUU. Lo hizo en 1788 y 1792 en unos comicios particulares a los que se presentó sin rival, después de que el país consiguiera independizarse de Inglaterra.
Con ese dato en mente, las opciones de los independientes Robert F. Kennedy Jr. y Cornel West en 2024 lucen exiguas. Lo mismo vale para los candidatos del Partido Verde, Jill Stein, y del Partido Libertario, que aún está en proceso de selección. Han pasado 175 años desde la última vez que fue elegido alguien que no fuera demócrata o republicano.
Sin embargo, la presencia de estos nominados podría ser decisiva cuando se cuenten los votos el próximo 5 de noviembre. En una elección que se prevé muy cerrada, la diferencia puede estar en unos miles de sufragios en cualquier estado.
En 2016 ya se dio una situación similar: Donald Trump ganó Pensilvania, Michigan y Wisconsin por menos de un punto porcentual. En todos estos estados, el libertario Gary Johnson y la verde Jill Stein sumaron más del 3% de los votos. Si no se hubiesen presentado, quizá Hillary Clinton hubiese sido presidenta.
La situación actual
Kennedy Jr., sobrino del expresidente John F. Kennedy e hijo del famoso fiscal y candidato presidencial Bobby Kennedy, sorprendió a muchos el pasado 11 de febrero cuando salió al aire un anuncio de su candidatura durante el Super Bowl. Esos espacios cuestan más de 6 millones de dólares, lo que le posiciona como uno de los aspirantes presidenciales independientes mejor financiados desde Ross Perot en 1992 y 1996.
Perot era un empresario texano que se pagó sus aventuras políticas con dinero propio. Considerando lo difícil que son estas elecciones para los independientes, tuvo mucho éxito: 18,91% de los votos en 1992 y 8,40% en 1996. Si no hubiese participado, probablemente George H. Bush habría sido reelegido y Bill Clinton nunca hubiese sido presidente.
32 años han pasado desde entonces y, como Perot, Kennedy (y también el resto de terceros candidatos) busca aprovechar el descontento que hay hacia las opciones del establishment tradicional para construir una alternativa viable.
De acuerdo con una encuesta de enero de IPSOS y Reuters, el 70% de los interrogados considera que Joe Biden no debería postularse a la reelección y el 56% opina que Donald Trump tampoco debería presentarse.
Este escenario ha dado cierto impulso a Kennedy, que en el promedio de encuestas de Real Clear Politics acumula un apoyo de 13,7%. Bastante por detrás del 41% de Trump y el 38% de Biden, pero muy por delante del 2,3% de West y el 2% de Stein.
¿Perjudicará esto a Biden o a Trump? Aún es temprano para saberlo.
Inicialmente, Kennedy Jr. iba a participar en las primarias demócratas, pero eligió retirarse. Por la importancia que tiene su apellido en este partido, se podría pensar que restará más votos a Biden. Sin embargo, es un personaje muy peculiar. Ha alimentado teorías conspirativas sobre las vacunas de la COVID-19 y ha criticado a la OTAN y el apoyo de EEUU a Ucrania, posturas más cercanas a las de Trump que a las de Biden. No se descarta, entonces, que pudiera morder en la base de apoyo del republicano.
En el caso de Stein y West, sí parece más claro que su presencia será más perjudicial para el actual mandatario. Ambos defienden posturas progresistas, como la lucha contra el cambio climático, y West ha criticado el silencio de Biden sobre la actuación de Israel en Gaza. Este tema está desmovilizando a los jóvenes demócratas y se apunta como una de las cuestiones relevantes de cara a las presidenciales.
El 5 de noviembre podría ser la primera elección presidencial desde 1996 en la que los candidatos demócrata y republicano concentran menos del 90% de los votos. Un hecho que podría tener consecuencias importantes. El fantasma de Ross Perot está al acecho.
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Fotografía: Gage Skidmore en Flickr