La brevedad es la clave del éxito en la comunicación política. No es lo mismo breve, que brevedad. Lo primero es una simple condición, sea extensión o duración. Lo segundo es una intención. La brevedad es el alma de las ideas. En un mundo saturado de información, la brevedad puede erigirse como una herramienta esencial para la claridad y la eficacia comunicativas.
Comparto a continuación un decálogo sobre la brevedad para una comunicación eficaz.
1. Eficacia: esencia, no síntesis
La brevedad busca capturar la esencia, lo fundamental, de un mensaje. No se trata simplemente de sintetizar, resumir, o condensar. Es un proceso de destilación, donde lo superficial se elimina y solo permanece lo crucial. Es el arte de comunicar lo necesario, dejando un impacto duradero y significativo. Menos es más.
2. Memorable, recordable, perdurable
Un mensaje breve tiene mayor probabilidad de ser recordado. La concisión facilita que las ideas se graben en la memoria a largo plazo, haciendo que el mensaje sea fácil también de transmitir.
Y ello asegura que las ideas no solo capten la atención momentánea, sino que perduren y se arraiguen en la memoria colectiva. Famosos son los lemas triádicos que fijan en tres términos la síntesis de una ideología, de un régimen o de una propuesta. «Veni, vidi, vici», de Julio César; el «Libertad, igualdad, fraternidad», de la Revolución Francesa; o «Sangre, sudor y lágrimas», de Winston Churchill.
3. Capacidad de interpretar el momento
La brevedad puede contribuir, también, a capturar y reflejar el espíritu de un instante, de un contexto… hasta de una época. Y a marcar un camino. La realidad cambiante y fugaz de los tiempos actuales, sobrecargada de información (y de desinformación), demanda una comunicación capaz de hacerse escuchar a través del ruido como si se tratara de balizas de luz. Faros de brevedad.
4. Moviliza y llama a la acción
La brevedad incita a la acción. Los mensajes concisos y directos son más propensos a movilizar a las personas hacia un objetivo o una causa, facilitando respuestas rápidas y decisivas. Los mensajes breves impulsan a la toma de decisiones y a actuar sin dilaciones, a apropiarse, a sumarse… La brevedad como catalizadora de cambio.
5. Compite mejor que la confusión retórica
Frente a la verborrea y la retórica confusa, un mensaje breve destaca y tiene más probabilidades de ser considerado y valorado. La claridad gana batallas. Lo cuentan bien en El método Smart Brevity: El poder de comunicar más con menos, de Jim VandeHei, Mike Allen y Roy Schwartz: «Hazlo simple y breve: La complejidad confunde. La abstracción aliena. La longitud pierde. Puedes unir a la gente mediante la comprensión común de una idea o una información importante escribiendo frases cortas y directas y eliminando la jerga ingeniosa o las oraciones elaboradas». La brevedad como principio y práctica.
6. Entiende, se adapta bien y no sucumbe a la evolución de la tecnología
La evolución tecnológica trae consigo formatos cada vez más breves (de los 140 caracteres iniciales de la plataforma Twitter, a los reels, tiktoks e incluso los prompts que están definiendo nuestra actualidad). Si estamos ejercitados en brevedad, mejor nos adaptaremos a los cambios. En esta era digital, marcada por la inteligencia artificial generativa, la brevedad es la llave ganadora. Ser consciente de ello, entrenarla y afinarla, nos puede ser de gran utilidad.
7. Aprender a hablar de nuevo
Adoptar la brevedad comporta reaprender el arte de comunicar constantemente. Requiere que políticos y comunicadores pongan el foco y la atención en el poder de las palabras (justas y necesarias) y su recepción. David Litt, uno de los speechwriters de Barack Obama, destacaba que, al escribir discursos, trataba de ponerse en el lugar del receptor: «Si no sabía que quería escribir, lo decía en voz alta. Los discursos no se escriben para ser leídos, se escriben para ser escuchados». Es un giro radical: del «qué quiero transmitir» a «qué deben entender». Respeto a las audiencias. Adiós a la arrogancia y a la superioridad moral.
8. Brevedad son valores
Impulsar y adoptar una comunicación que es medida y respetuosa, que evita los excesos y las florituras innecesarias, se convierte en una disciplina, en una manera de ser y estar. Se trata de valores. Es contención, moderación y mesura.
9. Revitaliza el vínculo democrático
Al emplear un lenguaje claro y accesible, como recomendaba Mario Tascón en El derecho a entender, nuestros representantes políticos pueden resetear su conexión con el electorado, con la ciudadanía.
La brevedad asegura que el mensaje no solo sea entendido, sino que también refleje respeto por el tiempo y la inteligencia de los ciudadanos y ciudadanas a los que se pretende servir o representar. «Entre dos explicaciones, elige la más clara; entre dos formas, la más elemental; entre dos expresiones, la más breve.», decía Eugeni d’Ors.
10. Brevedad y claridad, como derechos
Considerar la brevedad y la claridad como derechos políticos del ciudadano a recibir información comprensible y accesible, contribuye a una democracia más funcional y participativa. Y unos servicios públicos más transparentes.
La brevedad puede transformar el diálogo público y la interacción política, elevando la calidad del debate y facilitando una mayor comprensión en un clima marcado por la infoxicación, la polarización, la crispación y la desinformación.
Publicado en: Clarín (08.05.2024)
Ilustración: ©Daniel Roldán para Clarín
Libro:
– Breve elogio de la brevedad (Gedisa, 2024)
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