Este artículo forma parte de la serie de contenidos del espacio ELECCIONES USA 2024, donde irán escribiendo distintas firmas invitadas.
Donald Trump se ha convertido en el primer presidente de la historia de Estados Unidos en ser declarado culpable. Y la verdad es que tampoco ha pasado gran cosa. Más allá de la indignación demócrata, los republicanos han cerrado filas en torno a su líder a medio año de las elecciones. Algo que contrasta con lo vivido hace cerca de cuatro años, cuando Trump se quedó prácticamente solo defendiendo que le habían robado las elecciones y presionando al que fue su vicepresidente a través de Twitter para evitar que proclamara a Biden presidente electo.
Por el camino, ha ganado mucho más peso en el Partido Republicano y lo ha moldeado a su imagen y semejanza. Una toma de control que empezó en las midterms de 2022, cuando consiguió que más del 80% de sus apadrinados lograran ser los candidatos republicanos (pese a que algunos creen que fue el motivo por el que no recuperaron el pleno control del Congreso) y que ha culminado en el proceso de primarias de este 2024; logrando, incluso, que su nuera controle el aparato recaudatorio del partido y posicionando, junto a ella, a dos de sus aliados y fieles defensores de la existencia de fraude electoral en 2020: Michael Whatley y Chris LaCivita.
Pero por encima de todo, Donald Trump busca responder a la sentencia sacándole el máximo rédito electoral possible. El primero es económico, obteniendo millones de dólares para la financiación de su campaña. Que la condena fuera un empujón en la recaudación era parte del plan de respuesta, por ello, su página web oficial redirigía, pocos minutos después de hacerse pública la deliberación, a una plataforma de donación en la que mandaba el siguiente mensaje: «¡Soy un preso político! Me acaban de condenar en un juicio amañado en una caza de brujas política: ¡NO HICE NADA MALO! Han entrado en mi casa, me han detenido, me han sacado la foto de la ficha policial, ¡Y AHORA ACABAN DE CONDENARME!».
Y funcionó. El expresidente recaudó casi $53M en las primeras 24 horas y ha cerrado el mes de mayo con cerca de $150M de recaudación. De hecho, POLITICO publicó que la campaña de Trump alertó a los candidatos republicanos de que no podían recaudar dinero a costa de la condena para las carreras locales. Querían todo el botín.
La financiación es solo una pieza más en el plan de Trump para lograr que, lo que es visto por muchos analistas como su gran obstáculo para volver a la Casa Blanca, sea en realidad lo que le garantice el billete de vuelta al 1600 de la avenida Pennsylvania.
El expresidente ha armado, desde que se dieron a conocer las primeras acusaciones, un minucioso relato acerca de las motivaciones políticas detrás de su persecución judicial. Esta «caza de brujas» del poder político y económico contra él, que encarna al héroe del pueblo. Una historia que conecta con su origen político, que recuerda al Trump de 2016 que no era más que un outsider que no formaba parte de la «casta política» y que quería hacer grande América de nuevo.
Casi ocho años después, Trump es ahora un héroe que lucha por su gente ante aquellos que quieren destruir el país. «They’re not after me. They’re after you… I’m just standing in the way». Se encarna en un pobre inocente que paga las consecuencias de ir contra el sistema y defender a su gente, creando una sensación de comunidad, un sentimiento de pertenencia que le permite tener a las bases en la palma de su mano. Y hacer con ellas lo que quiera. Por ejemplo, que se movilicen contra una sentencia injusta y le absuelvan en las urnas el 5 de noviembre, cuando, según el propio Trump, «va a llegar el verdadero veredicto».
Y quiere más, sabe que necesita más para llevarse la victoria en las que muchos afirman que serán las elecciones más ajustadas de los últimos tiempos. Por eso ha aterrizado en TikTok, la red que quiso destruir como presidente. Uno de los líderes de MAGA (su grupo ideológico que también se abrió perfil hace unas semanas), Taylor Budowich, lo justificó afirmando que no renunciarán a que sus propuestas políticas lleguen a todos los americanos.
Lo cierto es que TikTok es el espacio perfecto para el expresidente. La red en que triunfa la ironía y el culto a la personalidad. Una red en que es mucho más fácil confrontar con tu enemigo que explicar la complejidad del Bidenomics. Y, en el terreno de la simplicidad, Trump es el rey.
Un partido a su medida, una base entregada y un relato que los movilice a ambos. Ese es el plan de Trump para que pasarse semanas atrapado en la sala de un tribunal de Nueva York le sirva para lograr su ansiado billete de vuelta a Washington.
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Ilustración realizada con IA