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¿Los demócratas vuelven a ser felices?

FRANZ VON BERGEN  

Este artículo forma parte de la serie de contenidos del espacio ELECCIONES USA 2024, donde irán escribiendo distintas firmas invitadas.

En marzo de este año, el World Happines Report 2024 sorprendía con un dato inquietante sobre Estados Unidos: el país había caído por primera vez por debajo de la vigésima posición en el ranking mundial de la felicidad y estaba por detrás de naciones como Emiratos Árabes, Eslovenia o Lituania.

La situación nos llevaba a preguntarnos si Joe Biden podía ganar la reelección si sus conciudadanos estaban tristes. 5 meses han pasado desde entonces y mucho ha cambiado: el presidente ya no es el candidato, lo ha reemplazado Kamala Harris y los demócratas se presentan ahora como el partido de la alegría («joy»).

La modificación de Biden ha sido mucho más que estética. Sí, fue su edad y la mala actuación en el debate presidencial de junio lo que precipitó su salida, pero había otras cosas que no funcionaban de la propuesta demócrata. El mensaje estaba demasiado centrado en Donald Trump y lo único que ofrecían a los votantes era salvar la democracia evitando que éste volviera a la Casa Blanca. En medio de un clima de pesimismo y tristeza generalizada, esa oferta no atraía a los indecisos ni movilizaba a la base de simpatizantes.

Por eso la propuesta de Kamala Harris ha sido diferente desde el día uno. Su primer spot fue un derroche de energía en el que situó la campaña como una batalla por la libertad (sobre este asunto escribió Antoni Gutiérrez-Rubí). A esto se sumó la continua repetición de la necesidad de construir un mejor futuro y recuperar la esperanza.

Era difícil que Biden, un candidato de 81 años, 4 años más que la esperanza de vida del estadounidense promedio, se convirtiera en el estandarte del futuro y la esperanza. Por eso era un tema tabú de la campaña a pesar de que la mayoría de la población justamente está perdiendo la fe en el mañana.

Ahora los demócratas son los que tienen la ventaja sobre este asunto: su candidata, de 59 años, sí puede hablar con propiedad sobre el largo plazo, mientras que es Trump, casi 20 años mayor, el que no puede.

Adiós Trump, hola futuro y cambio

El cambio gigantesco que ha experimentado la campaña demócrata se hace evidente cuando se analiza el contenido de los discursos de la convención del partido. De acuerdo con un reportaje del New York Times en el que se contabilizaron las palabras más repetidas, dejaron de centrarse únicamente en Trump para introducir otros temas de interés para los votantes.

Mencionaron al republicano 401 veces (después de todo sigue siendo su rival), pero hablaron de «libertad» 227 veces, de «futuro» 199, 188 de «luchar», 168 de «amor», 109 de «esperanza» y casi 100 veces de «alegría». En contraste, los republicanos mencionaron «libertad» 160 veces menos y «futuro» más de 100 veces menos también.

Pero Harris no se ha alejado de Biden solo en lo referente a la campaña electoral, también ha empezado a distanciarse en lo relativo a la acción de gobierno. El actual presidente tiene uno de los índices de aprobación más bajos de la historia: el 55,6% de los interrogados desaprueba su gestión, según el promedio de encuestas de Real Clear Politics.

Pese a que Harris ocupa la vicepresidencia, se presenta como la candidata de cambio ante un Trump que ya fue presidente. «Tenemos la oportunidad de dejar atrás la amargura del pasado y encontrar un nuevo camino hacia adelante», dijo en su discurso de aceptación de la nominación.

Hasta ahora, la estrategia de desmarcase les ha resultado. Los ciudadanos no tienden a ver a la vicepresidenta como responsable de las políticas puestas en marcha. Según el último sondeo de IPSOS, el 64% de los interrogados considera que tuvo poca influencia sobre la economía y el 57% cree lo mismo respecto a la inmigración, los dos principales problemas de la campaña actual.

Si Trump quiere recuperar la iniciativa, tiene que cambiar la conversación. El debate tendría que dejar de centrarse en la disyuntiva entre «avance hacia el futuro o retroceso» para transformarse en un simple referéndum sobre la gestión de la administración Biden. Para que eso sea posible, los republicanos necesitan un electorado nervioso y triste, como el que había hasta finales de julio.

Harris tiene el viento a favor cuando faltan poco más de dos meses para la elección. Mucho puede pasar hasta el próximo 5 de noviembre y las encuestas muestran una contienda todavía reñida. Tampoco se sabe en qué posición estará Estados Unidos en el World Happines Report del próximo año, pero es probable que el resultado de la contienda presidencial y la energía de las campañas tengan un impacto importante sobre el lugar que ocupe en el ranking.

(Más recursos e información en ELECCIONES USA 2024)

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