La ola Kamala

La candidatura de Kamala Harris (o la renuncia de Joe Biden) aumentó en 39 puntos el entusiasmo del electorado demócrata, que estaba desganado, casi resignado. En un mes han dado la vuelta a las encuestas y ya van tres semanas consecutivas por delante de Donald Trump.

¿Es un éxito pasajero y circunstancial, efecto de la novedad, o es una campaña ganadora? A continuación, algunas de las claves del éxito de este primer mes de Kamala como candidata:

1. El timing de la renuncia de Biden. Quizá no llegó tarde, como muchos pensamos, sino en el momento justo para crear un efecto rebote y una ola imparable. Tanto tiempo había pasado del debate que se llegó a creer que no cedería. Eso, paradójicamente, intensificó el fervor del anuncio y del posterior relevo. Además, sirvió para opacar la Convención Republicana y la atención que recibió Trump por el atentado. Si la renuncia de Biden hubiera sido antes, la historia sería otra. Aquí, el orden de los factores que altera el resultado.

2. El consenso demócrata. Las presiones para la salida de Biden fueron algo caóticas. No así los apoyos a la nominación de Kamala, que fueron unánimes y estuvieron perfectamente coordinados. Una orquesta. Probablemente haya ayudado la proximidad de la Convención, que dejó sin tiempo para debates y posibles postulaciones alternativas.

3. Un reset en el discurso. Biden hablaba de «democracia». Kamala, de «libertad». Un cambio discursivo valiente, que pretende disputar la propiedad de una palabra que ya es casi un fetiche para Trump y la derecha mundial. La libertad es diferente para republicanos y demócratas, como bien explica Tim Walz. Y no solo eso. Trump y JD Vance pasaron de representar un peligro para Estados Unidos a ser simplemente «weirds», una etiqueta que engloba las conductas extrañas y fuera de lo común del ejército MAGA. Tanto una como la otra representaron una inyección de frescura en el discurso demócrata.

4. Tim Walz, el vice perfecto. Ya nadie se acuerda de Josh Shapiro, el gobernador de Pensilvania que estuvo a punto de ser candidato a vicepresidente. Y eso es porque Tim Walz lo tiene todo: midwest, veterano y coach, con lo que significa en Estados Unidos. El complemento perfecto. El Biden de Obama. En estas primeras semanas ya se llevó muchos aplausos y hay expectativas altas para el debate con JD Vance, previsto para el 1 de octubre.

5. La fiesta demócrata. Lograron convertir un evento partidario, que suele ser largo, tedioso y predecible, en un espectáculo de alegría y emociones. Estuvieron los Obama, los Clinton, Ocasio-Cortez, Bernie Sanders y hasta el entrenador de la selección nacional de baloncesto, que acababa de conseguir el oro en París. El mitin de los mítines estuvo pensado para televisión, como siempre, e incluso superó en audiencia a la Convención Republicana, pero también logró generar numerosos momentos e imágenes viralizables.

6. La candidata pop. Biden tenía un problema con el «voto joven». Como en su día explicaba Xavier Peytibi, no conseguía movilizar a las y los jóvenes que son, mayoritariamente, demócratas. No conectaban con él, pero sí parecen hacerlo con Kamala, que está usando sus canales, códigos y lenguajes: las cuenta(s) de TikTok, la red de influencers, los memes del cocotero y el uso del concepto «Brat», por mencionar solo algunas de las tácticas de estas primeras semanas.

7. El espejo Obama. A veces, las comparaciones no son odiosas, sino beneficiosas. Durante la Convención, muchas voces, de dentro y fuera del partido, dijeron que no se sentía tanta energía e ilusión desde la primera campaña de Obama. «Yes she can» coreaban los asistentes y repitió el propio expresidente en un clarísimo autohomenaje. Hay más coincidencias, como el endorsement de Oprah Winfrey, que llevaba varias campañas sin participar en el cónclave demócrata, y la réplica del mítico cartel de «hope», hecho por el mismo artista, Shepard Fairey.

8. El control del balón. «Si tú tienes el balón, el rival no lo tiene», dijo alguna vez el gran Johan Cruyff. Controlar la agenda, ya no el balón, es clave en política, y bien lo sabe Donald Trump que la ha perdido desde que Kamala es candidata. Ha intentado recuperarla con ataques altisonantes, con su vuelta a Twitter de la mano de Elon Musk, y, en esta última semana, con el anunciado endorsement de RFK Jr. Lejos de lograrlo, la campaña demócrata mantiene la iniciativa y marca el ritmo, como volvió a quedar demostrado en la negociación del debate.

Quedan todavía más de dos meses de campaña. Una eternidad. Y con debates incluidos, de presidentes y de vicepresidentes. ¿Podrá Kamala mantener el momentum?

Este artículo forma parte de la serie de contenidos del espacio ELECCIONES USA 2024, donde irán escribiendo distintas firmas invitadas.

 

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