Este artículo forma parte de la serie de contenidos del espacio ELECCIONES USA 2024, donde irán escribiendo distintas firmas invitadas.
2012 es el año en que todo cambió. En esas elecciones, Mitt Romney, el candidato republicano, obtuvo el 59% del voto de personas blancas, pero perdió. A nadie que hubiera conseguido el 59% de los votos de los blancos le había ocurrido en toda la historia estadounidense. Fue el principio de un cambio que dura hasta la actualidad: los blancos ya no son los únicos que deciden el ganador o ganadora de una elección presidencial.
La razón tiene que ver con las matemáticas. En ese 2012, los blancos seguían siendo mayoritarios (72% de los votos en total), pero había ya un 13% de votantes afroamericanos, un 10% de latinos y un 3% de asiáticos. Juntos tenían una fuerza importante, más aún cuando la gran mayoría de estas minorías votaron demócrata, y aún más cuando lo hicieron en estados clave, que son los que dieron la victoria a Obama. Han pasado 12 años. Los votantes blancos seguirán siendo mayoritarios (por ahora) pero menos importantes numéricamente, mientras que los votantes latinos ya superarán a los votantes afroamericanos. En 2020, los votantes blancos fueron el 67% del total, por un 14% de los latinos, un 13% de los afroamericanos y un 4% de asiáticos.
Los votantes republicanos
¿Aún así, en qué se diferencian los votantes de uno y de otro partido? Los votantes republicanos son mayoritariamente blancos no hispanos. Son un 79% de sus votantes, según los últimos datos de encuestas de Pew Research Center. Son muchos menos que hace veinte años, cuando el 92% de sus votantes lo eran. En 2016 eran el 86% de votos. En 2020, el 85%. Que un 79% de votantes blancos vote a Trump supondría una gran noticia para los republicanos… hace 15 años, pero no tanto ahora, en la que las minorías ya afectan al voto, como hemos visto, pese a seguir siendo minorías. En su caso, en 2020, a ese 85% de votos de votantes blancos en total, hay que sumar que el GOP logró un 4% de voto afroamericano, un 8% de voto latino y un 3% del voto asiático. Así fueron sus votantes. Unas cifras, como veremos, muy diferentes de las demócratas.
Un 64% de sus votantes blancos no tienen estudios universitarios (una cifra que es bastante superior a la media estadounidense de 38%). Solo un 29% de estos votantes apoyaron a Hillary Clinton en 2016, y un 34% a Biden hace cuatro años. En los republicanos, el porcentaje se mantiene estable en ese 63-66% a lo largo de esta década.
La mayoría, además, son hombres. En 2016, un 52% de votantes republicanos lo eran, por un 41% de votantes demócratas. En 2020, lo fueron un 53%, por solo un 45% de hombres que votaron demócrata.
Otra diferencia fundamental es la edad: un 65% tienen 50 años o más. Sólo el 8% de los votantes republicanos tienen menos de 30 años, mientras que entre los votantes demócratas representan el doble de esa proporción (16%). Respecto a la religión, el 81% se consideran cristianos (la mayoría, 30%, son evangélicos blancos). Finalmente, por lo que respecta a su principal preocupación, es la inmigración: el 78% dice que la inmigración ilegal es un problema muy grande en el país hoy en día, una cifra mucho mayor que la del total de adultos estadounidenses que opina lo mismo (51%). También hay preocupación sobre la economía (un 80% cree que va mal o muy mal, por solo un 46% de los demócratas).
Los votantes demócratas
En este sentido, vemos que la mayoría de sus votantes también son blancos, pero lo son mayoritariamente con estudios universitarios. Este segmento solía votar republicano hasta que en 2016 se igualó el porcentaje (45-48% demócrata y 45-49% republicano). En 2020 sus votos ya fueron claramente demócratas: Joe Biden ganó el 55% del voto blanco con estudios universitarios, mientras que Trump bajó al 43-44%. En 2024, se prevé que suceda igual, especialmente en suburbios de grandes ciudades.
La mayoría, además, son mujeres. En 2016, un 54% de votantes demócratas lo eran, por un 41% de votantes republicanas. En 2020, aumentaron al 57%, por un 42% de mujeres que votaron republicano. La legislatura de Trump 2016-2020, así, hizo aumentar un 3% el apoyo femenino a los demócratas (o el voto anti Trump). Que la candidata actual sea una mujer puede fortalecer ese voto para las elecciones de 2024, mientras que la presencia de Trump puede seguir movilizando al público femenino para votar contra él, como ya sucedió en 2020.
Además, las tendencias electorales recientes muestran que las generaciones más jóvenes tienen una inclinación predominantemente demócrata. Por ejemplo, en las elecciones presidenciales de 2020, apoyaron a Joe Biden, sobre Donald Trump, por un margen del 61% al 36%. Justo lo contrario que los votantes de 65 años o más, quienes apoyaron a Trump sobre Biden por un margen del 52% al 47%. Sin embargo, lo importante es si van o no van a ir a votar. Eso es lo prioritario para una Kamala Harris que necesita como nunca ese voto. De hecho, estudios mostraban como Biden podría perder entre un 8% y un 10% de voto joven, que se quedarían en su casa. Veremos si Harris los recupera.
Respecto a los afroamericanos, alrededor de tres cuartas partes de los votantes (77%) dicen que votarían por Harris o se inclinarían por ella si las elecciones presidenciales de 2024 se celebraran hoy. Tan solo un 13% dice que respaldaría a Trump. Aún así, el voto afroamericano va, lentamente, aumentando para los republicanos. En 2016 era un 9% de este segmento, en 2020 era un 12%. El tema prioritario para los demócratas, como con los jóvenes, es si se van a movilizar. Era complicado con Biden, pero sí parece que lo harán más con Harris. Además, la participación afroamericana en general será crucial en estados como Georgia y Michigan.
En el segmento latino, lo interesante es su aumento no solo en población (ya son un 15% de la población adulta) sino en su participación electoral. Por ejemplo, el 40% de los votantes hispanos votó en las midterms de 2018 (en comparación con el 27% en 2014), y el 54% lo hizo en las presidenciales de 2020 (por el 47% en 2016). De hecho, esa diferencia de participación —por baja— en 2016, es una de las diferentes razones por las que se produce la victoria de Donald Trump: la minoría latina no se movilizó a favor de Hillary Clinton (aunque la votaron el 70% de quienes fueron a las urnas). No ocurrió lo mismo en 2020, cuando los latinos sí salieron en masa a votar demócrata (66%), pese a que Trump aumentó voto (30% de este segmento en 2016, 35% en 2020, gracias a los latinos de Florida y Texas).
Finalmente, por lo que respecta al segmento asiático, la gran mayoría siguen votando demócrata, como ya hicieron en 2016 (65% votó a Clinton) y en 2020 (63% votó a Biden).
Lo importante no es solo el segmento
Hay un interesante artículo de Domenico Montanaro donde explicaba los cambios poblacionales en los estados clave (recomiendo ver también su gráfico). Por ejemplo, indica algunas buenas noticias para los demócratas: los votantes blancos sin título universitario han disminuido en todas partes de manera bastante significativa mientras que los latinos y los blancos con título universitario han aumentado drásticamente. Además, ha sido especialmente importante la disminución de blancos sin estudios en Pensilvania (-12%), Michigan (-8%) y Wisconsin (-7%); y el aumento de latinos en Arizona y Nevada. La buena noticia para Trump es que esos blancos sin estudios, aunque sean menos, siguen siendo mayoría en todos los estados.
En cualquier caso, todo depende de qué segmentos de población vayan a las urnas. Hoy en día, el votante blanco de Trump está muy movilizado. Lo que necesitan los demócratas es movilizar a sus votantes de minorías, aquellos que sí fueron a votar en 2020 y que, con Biden, se iban a quedar en casa. Todo depende de ellos y ellas.
(Más recursos e información en ELECCIONES USA 2024)
Publicado en: Política & Prosa (10.10.2024)