Duane Gish (1921-2013), bioquímico estadounidense, fue una de las figuras más influyentes del movimiento creacionista. No era el mejor orador de su época, pero conseguía deslumbrar en los debates científicos gracias a una técnica muy efectiva, y efectista. Solía comenzar con una avalancha de datos, sin importarle demasiado que algunos de ellos fueran imprecisos o directamente falsos. Sus oponentes, incapaces de dar respuesta a todo, se concentraban en desmentir una o, como mucho, dos de sus afirmaciones y se quedaban sin tiempo para transmitir sus propias ideas. Así, Gish no solo ganaba el debate y proyectaba una imagen de superioridad, sino que también sembraba dudas sobre la solidez de la teoría evolutiva y la credibilidad de quienes la defendían. Esta táctica, conocida como Gish gallop (galope de Gish) o ametralladora de falacias, es un recurso habitual en debates electorales.
El mismo principio de manipulación por saturación está detrás de muchas de las campañas de desinformación masiva y de la estrategia propagandística que se conoce como firehose of falsehood (manguera de la falsedad). Este método, con raíces en la propaganda soviética y perfeccionado en la era de Putin, consiste en inundar el espacio mediático con un torrente de mensajes, transmitidos de forma rápida, repetitiva y continua. Su objetivo no es necesariamente convencer, sino confundir, desorientar y desgastar la capacidad crítica del público.
La saturación también está siendo la estrategia de Donald Trump en su segundo mandato: 59 órdenes ejecutivas en los primeros 20 días (nadie había firmado tantas en tan poco tiempo). Los propios ciudadanos se sienten desconcertados ante la aceleración. De hecho, un grupo de psicólogos advertía que algunos de sus pacientes confesaban sentirse «agotados», aunque las medidas no les afectaran directamente.
El equipo de Trump ya anunció que, en su regreso a la Casa Blanca, la consigna sería shock and awe (conmoción y pavor). Y lo consiguen «inunando la zona», una ofensiva comunicativa que despliega múltiples temas simultáneamente, dificultando la reacción de los medios y de la oposición. Ezra Klein recuperaba unas declaraciones de Steve Bannon, quien fue asesor de Trump: «Lo único que tenemos que hacer es inundar la zona. Cada día los atacamos con tres cosas. Morderán una, haremos todo lo que podamos. Bang, bang, bang».
Basta seguir durante un día la cuenta de Truth del presidente para comprobarlo: el anuncio del sobrevuelo del avión presidencial sobre el golfo de México (golfo de América, según él), su presencia en la Super Bowl, los decretos para que vuelvan las pajitas de plástico o para eliminar las monedas de un céntimo, entre otros muchos.
No importa la metáfora eufemística que se elija. Sea un galope, una manguera o una inundación. Lo que se busca, en todos los casos, es mantener la iniciativa, crear percepción de poder y abrumar a las oposiciones. Quien domina la agenda domina el debate. Ese es el credo trumpista.
Publicado en: La Vanguardia (17.02.25)
Imagen creada con IA (Krea.ai)
La manguera abierta sin cesar produce lodo y te acaba manchando.