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La política asesorada hoy: ¿El fin de los Gurús?

«Nunca es igual saber la verdad por uno mismo que tener que escucharla por otro», Aldous Huxley

En numerosas ocasiones me han preguntado en qué consiste mi trabajo. Me defino como asesor de comunicación y consultor político. No hacemos política, pero intentamos que sea mejor valorada y percibida. Siempre digo que no creo en los asesores disfrazados de gurús infalibles, de druidas mágicos, de alquimistas electorales, de celebrities expertas… Todos ellos están siendo superados por una nueva cultura de la asesoría política que, bajo mi punto de vista, es (y debe ser) una nueva profesión más humilde, discreta y centrada en el trabajo colectivo, la investigación y las nuevas disciplinas (como la neurociencia, el big data, el visual thinking, el activismo digital, o las campañas ciudadanas, por ejemplo).

Entre las actitudes y habilidades del consultor/a político destaco las siguientes:

Distancia y autonomía. La afinidad ideológica, o la complicidad afectiva, no ayuda a crear un marco profiláctico de profesionalidad. La distancia es vital para no comportarse como un seguidor, sino como un asesor. Alguien a quien deberían contratar por su juicio, no por su prejuicio. Un consultor debe tener capacidad para trabajar con distintos equipos y fuerzas políticas de diferente ideología. Esto, además, estimula la independencia.

Capacidad de escucha. Los y las asesores tenemos que ayudar a comprender el entorno a los candidatos, candidatas u organizaciones para las que trabajamos. Asesorar es entender, comprender. Es la enorme distancia que hay entre ver y mirar, entre oír y escuchar.

No se representa bien a la sociedad que no se entiende. No podemos asesorar si no escuchamos bien (los problemas de nuestro cliente y el contexto).

Pensamiento estratégico. El punto central del asesoramiento político es el enfoque estratégico; la capacidad de encontrar un relato y una actuación que maximice las posibilidades del candidato/a, que minimice sus debilidades y construya mayorías a su alrededor. Siempre hay que encontrar una llave estratégica. Los asesores tenemos que trasladar, a la candidatura y a su entorno, la necesidad de una estrategia orientada a la identificación (con los demás, con sus necesidades y sus estados de ánimo), y no, necesariamente, a la proyección (propia). Si uno no comprende las emociones acaba por no comprender las razones.

Solvencia técnica. Esta tarea es altamente técnica y, para ella, la investigación y la segmentación electoral juegan un papel determinante. Hay que diseñar tantas campañas como públicos y segmentos a los que dirigirse. Hacer esto de manera coherente y personalizada es una de las garantías del éxito electoral. En un entorno cambiante es imprescindible anticiparse, prepararse y adoptar nuevos enfoques. El aprendizaje constante y la innovación permanente son imprescindibles.

Vocación multidisciplinar. La asesoría política necesita de disciplinas muy diversas.  Las especialidades conviven con las generalidades. Es importante conformar equipos plurales, heterogéneos y multidisciplinares.  Distintas fuentes, trayectorias, orígenes, miradas, mentalidades…

Creatividad. «La creatividad requiere tener el valor de desprenderse de las certezas», Erich Fromm. Si la única alegría del mundo es comenzar, como bien decía Cesare Pavese, a esta sociedad le está haciendo falta un nuevo inicio para poder desaprender parte de lo aprendido, de las convicciones anquilosadas, de las falacias de las rutinas, de la falsa conciencia, de la obsesión por la coherencia, de la pereza mental, de la pulsión acomodaticia, de las certezas de los expertos…

Decisiones justificadas. Los asesores tenemos la obligación y responsabilidad de argumentar cada decisión que tomamos y sugerimos a nuestros clientes. No sirven las decisiones arbitrarias, no sirven las decisiones que no se explican y entienden.  Nuestra labor consiste en decir algunas cosas que no son siempre agradables, no ceder a las adulaciones y esforzarnos en capacitar a los representantes públicos para ser más eficaces en su acción persuasiva y comunicativa. También hay que saber y poder decir «NO». Siempre es difícil, pero es fundamental mantener el control y la paciencia estratégica.

Trabajo en equipo. La comunicación política implica un trabajo colectivo. El consultor debe integrarse y trabajar como un director de orquestra, apuntando una visión y generando sinergias y complicidades con todo el equipo. Debe ser visto como un recurso y no como una amenaza. La adaptación a demandas, situaciones, contextos culturales o culturas organizativas muy diferentes debe ser una cualidad de un consultor/a.

Inteligencia emocional. La inteligencia emocional, en especial las habilidades sociales, abanderadas por la empatía, junto a las capacidades comunicativas, de liderazgo, de resolución de conflictos y cooperación son esenciales como elemento de vinculación con el candidato/a (coaching) y con su equipo de campaña.

Servicio público. La política bien asesorada debe aspirar a la excelencia democrática (y meritocrática). No siempre ganan los mejores, pero querer ser un buen servidor público es la mejor opción, siempre, para obtener la confianza ciudadana. La política asesorada debe ser más útil y eficaz para los electores, para los ciudadanos. Debe contribuir a que la política sea mejor, a la calidad política y democrática del ecosistema en el que se trabaja.  Una gestión eficaz de la comunicación puede generar y mejorar la confianza.

Componente ético. Podemos contribuir a recuperar esta confianza a través de una comunicación ética y honesta. En cada profesión se comparten un conjunto de prácticas y/o normas éticas reconocidas y aplicadas por sus miembros. En la consultoría y el asesoramiento estratégico, especialmente, estas normas constituyen la pauta a seguir en el camino de las actitudes, acciones y comportamientos que se consideran apropiados, legitimados (y se diferencian de los que no lo son).

La consideración de Adversarios, no de Enemigos. Con enemigos, no hay democracia; con adversarios, sí. Se esté en el poder, o en la oposición. Cuando se quiere ir lejos, los pasos cortos son los más seguros y los que realmente generan cambios. Uno de los grandes problemas de la innovación es que la comunicación y la política deberían ser capaces de arrastrar mayorías para que los cambios sean irreversibles. Ir lejos llegando solo no es suficiente. Es mejor llegar con más gente, al mismo tiempo, y creando mayorías.

¿El fin de los gurús? La comunicación política es un ejercicio constante de humildad, es entender que tener la razón, ser más inteligente o tener el candidato/a con mayores capacidades no es suficiente. La humildad es incompatible con la vanidad y arrogancia de los consultores druidas.

Adlai Stevenson fue un político demócrata de los Estados Unidos. Dos veces candidato a la presidencia y dos veces derrotado en 1952 y 1956. Sus derrotas fueron, hasta cierto punto, sorprendentes, ya que era muy famoso por su habilidad en la discusión y la oratoria. En la última campaña, un seguidor se le acercó y le dijo, entusiasta: «Todas las personas inteligentes estamos con usted». Y él le respondió: «Gracias, pero mi problema es que necesito una mayoría».

La anécdota explica muy bien, a mi juicio, cuál debe ser el trabajo de un asesor o asesora profesional.

El trabajo de la asesoría política es tan antiguo como el del liderazgo. Como sabemos, por ejemplo, por el general Quinto Tulio Cicerón, quien le escribió a su hermano mayor Marco Tulio Cicerón en el año 64 a.C. unos consejos sobre campañas políticas para ayudarle a ganar la elección para Cónsul de Roma. Un texto hoy convertido en un clásico de referencia: «Las promesas de un candidato siempre son vitales para una campaña, sin promesas la campaña electoral se vuelve vacía e inocua. El votante debe sentir que, al votar por ti, tiene la esperanza de recibir alguna recompensa».

La mejor modernidad es la que se nutre de las fuentes clásicas. Leer, beber de fuentes que son imprescindibles. Con disciplina lectora, disciplina académica, disciplina de conocimiento. Si siempre respiramos el mismo aire, acabamos envenenados. La asesoría no es magia: es esfuerzo, talento, humildad y determinación. El resto son fuegos artificiales.

Publicado en: Revista Washington COMPOL 2019-2020. MPR Group (versión .PDF)

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1 COMENTARIO

  1. ¿Es ético asesorar y colaborar en el éxito electoral a partidos que claramente desprecian normas básicas del derecho natural y de la moral en su sentido más humano e universal?
    Parto de la base de que defender un sistema de «economía liberal» ya me parece inmoral e inhumano.

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