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Sortear emociones

Vuelve la Navidad, vuelven los anuncios de las loterías. Son paisaje y tradición. Son cultura popular y negocio. Los anuncios televisivos de las diversas loterías forman parte de nuestro bagaje cultural con una profunda huella memorable: los recordamos —y los esperamos— porque apelan a nuestros sentimientos, haciéndonos vivir la ilusión del espejismo. Lo ves, pero no lo alcanzas nunca porque realmente no existe, aunque te haga creer en ello. Ofrecen un producto, pero venden intangibles. Prometen transformar, a través del azar, el futuro incierto en un sueño posible. Y queremos creer en ello.

Sortear solidaridad. El Sorteo Especial de Lotería de Navidad de Loterías y Apuestas del Estado se ha presentado este año con el lema: ‘Unidos por un décimo’Una campaña que veremos en cuatro anuncios, cuatro historias, que se van presentando cada semana y que tienen un hilo conductor: hay vínculos que no se rompen, aunque las circunstancias cambien o el paso del tiempo los diluya o los debilite. La primera de las historias nos presenta a un hombre mayor que comparte un décimo con la que resulta ser la exmujer de su hijo.

El intento de desvincular el décimo del premio y asociarlo al hecho de compartirlo, como muestra de amor, solidaridad, afecto o agradecimiento es un terreno muy sugerente. Se trata de comprar un décimo no por lo que puedes ganar, sino por lo que puedes ofrecer y compartir.

Sortear una nueva vida. En contraste, la campaña de la Grossa de Cap d’Any 2019, de Lotería de Catalunya, empodera a su protagonista y deja de lado las sensiblerías. Su mensaje: «Ya está aquí la Grossa de Cap d’Any, compártela… o no». Para Neus, una adorable señora de unos 80 años, que vemos en la cocina y de la que se presupone una larga vida de cuidado a los demás, en especial, de su desagradable y egoísta marido, el premio de la lotería supone una puerta abierta a un cambio de vida, dejando atrás todo lo que no la hace feliz. No compartas con quién no lo merezca, es el mensaje último.

¿Sentido del humor o elogio del egoísmo? La apuesta de la Grossa (hay que escuchar las cuñas radiofónicas) es ocurrente para unos, arriesgada par algunos y desafortunada para otros. En cualquier caso, nos muestra a su pletórica protagonista despidiéndose («Aquí te quedas») mientras se va montada en una moto a iniciar su ‘Feliz vida nueva’ (la Grossa se celebra el 31 de diciembre, último día del año). Empezar una nueva vida es posible, para cualquiera. Aunque seas una persona octogenaria y tu destino sea perpetuar tu pasado con un presente sin futuro.

Sortear amor con humor. La ONCE, por su lado, presenta el Cupón Extra de Navidad con pequeños ‘zascas’ (palabra que, finalmente, ha entrado este año en el Diccionario de la Real Academia Española), en forma de bromas, que solo se pueden dar —con cariño— en entornos familiares, con amigos, compañeros de trabajo… con el toque de humor justamente medido: «En Navidad, nos encanta repartir». La ironía amorosa, el humor cómplice, el reproche cariñoso, o la petición afectuosa que apelan a las treguas navideñas.

Todos los anuncios de este año se sitúan en entornos cotidianos y familiares. La cocina y el salón comedor de las casas son el escenario natural de las situaciones presentadas. Se trata de convertir el tedio previsible en un momento de oportunidad y esperanza con nuevas oportunidades. En ninguno de ellos, el premio económico supera, supuestamente, el premio moral (de la generosidad) o emocional (de la ilusión o cariño). Las loterías explotan nuestras emociones mientras, en otros casos, nos vuelven dependientes. Lo estamos viendo en los debates sociales y políticos que hay sobre la influencia perversa de los juegos de azar y apuestas deportivas que invaden nuestros barrios y nuestros teléfonos móviles hasta engancharnos a una rueda de drogadicción ludópata. Pero eso es otro tema, para enero.

Llega la Navidad. Sorteamos emociones. Antonio Damasio, en El extraño orden de las cosas. La vida, los sentimientos y la creación de las culturas, explora y profundiza «por qué y cómo nos emocionamos, sentimos y utilizamos los sentimientos para construir nuestro yo; cómo los sentimientos ayudan a nuestras mejores intenciones o las socavan; por qué y cómo el cerebro interactúa con el cuerpo para sostener estas funciones».

Las loterías nos conocen demasiado bien. Exploran un terreno emocional, mientras explotan una oferta comercial. Conocen nuestras debilidades, deseos y esperanzas. Las necesitamos para no renunciar a lo imposible, a lo inesperado. A ser elegidos por la suerte, a vivir un momento fugaz, a soñar con ser diferentes o mejores. Podemos vivir sin fortuna**, pero no sin el derecho a la suerte.

Publicado en: El Periódico, 18.12.2019

** Conoce la probabilidad de que te toque una de estas loterías:

LOTERÍA DE NAVIDAD: 1 entre 100.000
http://bit.ly/2M4xAUt

CUPÓN DE LA ONCE: 1 entre 100.000
(Si aciertas las 5 cifras del cupón)
http://bit.ly/2sxVe4W

GROSSA DE CAP D’ANY: 1 entre 80.000
http://bit.ly/2Z3FZwD

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Gestionar las emociones políticas

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1 COMENTARIO

  1. Estupendo artículo. Jamás en mi vida compro lotería o realizo ningún tipo de apuesta o juego de azar, siempre he tenido la sensación de no tener «derecho a la suerte» o más bien mirando el mundo en el que vivimos de no tener «derecho a quejarme de mi suerte».
    Feliz Navidad querido amigo.

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