Este artículo forma parte de la serie de contenidos del espacio ELECCIONES USA 2020, donde irán escribiendo distintas firmas invitadas.
Días atrás, el director de campaña de Donald Trump, Brad Parscale, escribió en su cuenta de Twitter: «Estamos construyendo una maquina de campaña que es aún mejor, más grande e impetuosa que antes». Y parece estar en lo cierto. La recaudación que está llevando adelante Trump para su campaña de reelección en 2020 no se ha visto antes en Estados Unidos.
Según la Comisión Federal Electoral de EE. UU., hasta el momento, junto con los comités y SPACs, ha recaudado US$149.94 millones y ha gastado US$112.68 millones. Solo en el segundo trimestre de 2019 han recaudado $105 millones superando lo recaudado por Barack Obama en el período equivalente durante su campaña de reelección de 2012.
Trump comenzó la campaña para las elecciones del 2020 el mismo día que ocupó, por primera vez, el despacho oval de la Casa Blanca y develó su nuevo eslogan ‘Keep America Great’. Es decir, durante su presidencia ha vivido en campaña permanente.
La confianza que muestran Trump y su equipo frente al nuevo período electoral se puede explicar por las características que presenta su campaña y que tiene diferencias con la de 2016.
Por primera vez, su equipo de campaña y el Comité Nacional Republicano (RNC) se funden en una misma estructura —en 2016 los gastos de campaña fueron costeados con su propia fortuna y no contó con el aparato del Partido Republicano—. Es decir, estamos en condiciones de afirmar que hoy, a diferencia de 2016, es el candidato del establishment republicano.
Otra de las novedades que presenta la campaña de Trump son los aportes denominados ‘pequeñas contribuciones individuales’, esto es, donaciones de partidarios que rondan los US$200 o menos. Actualmente, representan el 22,5% de los fondos de campaña y superan a las ‘grandes contribuciones individuales’. Por primera vez el Comité Nacional Republicano atrae más donaciones de menos de US$200 que el Comité Nacional Demócrata, un hecho que no ha tenido precedentes en la política republicana.
Muchos analistas señalan que la clave para seducir a los pequeños donantes es la comercialización en el tienda online de su página web, es decir, parece fundamental que los aportantes obtengan algo a cambio de su donación. Por este motivo, la campaña redobla sus esfuerzos en merchandising creativo y ‘políticamente incorrecto’, como es el caso de las pajitas plásticas con el sello de Trump, al promocionarlas como una alternativa a las «pajitas de papel liberales» más ecológicas que «no funcionan».
Oficialmente, la campaña de Trump comenzó el 19 de junio de 2019, día en el que recaudaba US$24.8 millones. Si comparamos dicha recaudación con la del primer día de cualquier candidato presidencial demócrata nos encontramos con números abultadamente diferentes. El exvicepresidente, Joseph R. Biden Jr., en las 24 horas posteriores a que se declarara oficialmente candidato, recaudó US$6.3 millones. La recaudación de Donald Trump ha sido cuatro veces mayor.
La recaudación del Comité Nacional Demócrata tampoco se destaca. El partido se ha estado reconstruyendo desde la derrota de Hillary Clinton en 2016, y todavía está tratando de hacer que sus votantes vuelvan a confiar en ellos.
En cuanto a los gastos de campaña que realiza Trump no debemos dejar de mencionar los más de US$11.1 millones en anuncios de Facebook y Google. La segmentación de los votantes se ha convertido en un arma clave en el período electoral, por eso, Trump cuenta con un poderoso equipo digital y refuerza por dicha vía sus mensajes más controvertidos.
El dinero no lo es todo para una campaña política. Hillary Clinton superó a Trump en 2016, pero no ganó las elecciones. En vistas a las elecciones del 2020, la carrera por los recursos la está ganando Trump frente al Partido Demócrata. Es un gran comienzo, pero no significa que tenga garantizada la victoria.
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Fotografía: Darren Halstead para Unsplash