Esta noche se enfrentan de nuevo, en la segunda parte del segundo debate demócrata (el anterior tuvo lugar hace un mes en Miami), Joe Biden y Kamala Harris. En ese primer debate, Harris atacó al gran favorito Biden y, de hecho, le desarmó. Ese ataque le reportó beneficios: de un 6% de intención de voto pasó a un 14%, además de ser líder en búsquedas en Google.
Es por ello que hay mucha expectación por ver si Biden logra «vengarse» o si, por el contrario, Harris vuelve a atacarle y a conseguir réditos en las encuestas y, por ende, en las donaciones recibidas. También podría ser hoy la última oportunidad para Cory Booker de reengancharse o despegarse de los favoritos. Booker podría intentar hacer lo mismo que Harris hace un mes, con Biden también como blanco.
De hecho, el ataque a los favoritos se ha convertido en una suerte de herramienta en estos debates. Lo vimos ayer claramente, en los ataques de Delaney, Hickenlooper y Bullock contra Warren y Sanders, en la primera parte del debate. Y lo veremos esta noche.
Ayer Warren se defendió bien, al igual que Sanders (aunque mostrando más enfado al hablar) cuando a ambos les acusaban de proponer ideas imposibles, especialmente en la sanidad. Los debates, sobre todo cuando hay tantos candidatos —muchos de ellos desconocidos—, sirven para que estos obtengan visibilidad. En este sentido, los tres «pequeños» la consiguieron, atacando esas promesas y pidiendo salir de la extrema izquierda para ir más al centro, que es donde, según ellos, están los votantes independientes. Destacó Delaney: «Creo que los demócratas ganan cuando buscamos soluciones reales, no promesas vacías».
Pero, pese a su estrategia, y al contrario que con Biden en el primer debate, no consiguieron derrumbar a los dos favoritos de ayer. Tanto Warren como Sanders se defendieron bien. Importante una frase de la primera, dirigida a Delaney: «¿Saben? No entiendo por qué alguien se toma toda la molestia de presentarse a la presidencia solo para hablar de lo que no podemos hacer y de aquello por lo que no deberíamos luchar».
Alguien que no destacó en el debate, pero sigue en la lucha por la elección, es Pete Buttigieg. Sí que puso la nota de humor, y resume también los ataques de ayer: «Es hora de dejar de preocuparse por lo que dirán los republicanos», dijo. «Si adoptamos una agenda de extrema izquierda, dirán que somos un grupo de socialistas locos. Si adoptamos una agenda conservadora, ¿sabes lo que van a hacer? Van a decir que somos un grupo de socialistas locos. Así que defendamos la política correcta, salgamos a defenderla».
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