Entrevista con Gustavo Montiel en Tiempo (Argentina), que reproduzco a continuación:
Antoni Gutiérrez-Rubí, analista político catalán, consultora Ideograma.
El «cambio de época» que implica para la comunicación política la irrupción de las redes sociales, la pérdida de hegemonía de los medios masivos tradicionales , la presunta disminución de la influencia de las encuestas y de la publicidad ante el nuevo escenario comunicacional, así como el desplazamiento del concepto de opinión pública desde una «opinión publicada» en el siglo XX hacia una «opinión compartida» actual fueron algunos de los conceptos desarrollados por el analista político catalán Antoni Gutiérrez-Rubí, fundador y director de la consultora Ideograma. Sucedió en el marco del cierre de #ComPolEnUmet, actividad desarrollada por la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET) que, con su rector Nicolás Trotta como moderador, contó también con las exposiciones de Roberto Bacman, Sergio Berensztein, Ricardo Rouvier y Hugo Haime. Gutiérrez-Rubí, además, tuvo a su cargo la campaña de imagen del exvicepresidente del gobierno de España Alfredo Pérez Rubalcaba en 2013 y con la consultora que fundó en 1985 desarrolla trabajos en España y Latinoamérica.
Las encuestas, detrás del electorado
«Pongan un poco en la nevera las encuestas», pidió Gutiérrez-Rubí al público durante su exposición. «Tienen procesos de tratamiento que no son capaces de entender ni lo último ni lo que está sumergido», afirmó. Y fundamentó su exposición en cambios profundos en las conductas decisorias del electorado, producto de la pérdida de credibilidad de las elites, sobre todo a partir de la crisis financiera mundial de 2008, donde los bancos y la clase política que debía controlarlos, en especial, recibieron la «desafección» de los votantes. «En este contexto, aumenta muchísimo el sentimiento crítico de los votantes. Ciudadanos cada vez más críticos, menos confiables, menos convencidos, con más dudas, con más críticas respecto a los que tenían que guardar el bien público y que no fueron capaces de guardarlo. Electores más volátiles, más indecisos. Electores dispuestos a votar sin fidelidades. En donde por eso, seguramente, el fracaso y los límites de la democracia tradicional son incapaces de ver los profundos movimientos de fondo que se están produciendo en las sociedades latinoamericanas y argentina», argumentó. «Además, electores que han tomado la decisión de no decirnos lo que van a hacer hasta el último minuto. Y que van a tomar la decisión de voto 48, 24, 16, 6 horas antes, al último minuto. Por lo tanto, mayor imprevisibilidad en términos electorales», analizó.
En ese marco, el especialista español puso bajo la lupa el balotaje argentino de 2015, donde las encuestadoras fallaron. «¿Cuántas encuestas decían que iba a ganar Scioli en primera vuelta? Todas. No había discusión de primera o segunda vuelta. La discusión como máximo, meses antes era de diez o doce puntos (de diferencia). Pero no fue así. ¿Cuál era la única encuesta que alarmaba, alertaba y anunciaba que algo por debajo estaba pasando? Las búsquedas de Google. Solo en las búsquedas de Google el actual presidente Mauricio Macri tenía una ventaja significativa respecto a sus opositores», afirmó. «A esto hay que anadir abstenciones electorales muy importantes y una disminución de la presencia electoral en el mundo. Este es el cóctel en el que estamos y al que nos tenemos que enfrentar y cada vez hay más estudios que demuestran que en estos entornos los electores deciden hasta el final», insistió. «No les hablo de tecno. Sino de nuevas configuraciones de poder que cambian rápidamente. Hoy el poderoso no es el más grande ni el que tiene mayor estructura o propiedades. Si ustedes creen que el poder lo tiene el de arriba lo van a perder. El poder tiene que ver con la agilidad y el movimiento. Hoy un pequeño, ágil, puede ganarle a un grande, torpe, aburrido y analógico», marcó Gutiérrez-Rubí. Entonces, «la agilidad, la creatividad, la rapidez, el trabajo en red y en comunidades», destacó el analista, se imponen sobre los viejos esquemas comunicacionales, especialmente para las campañas.
Durante su exposición, Gutiérrez-Rubí bajó del escenario y se sentó entre el público para ejemplificar que quien detenta el poder, hoy, no siempre está visible, en el centro de la escena, sino oculto. También lo escuchaban y observaban atentamente los presidentes del Partido Justicialista de la Ciudad, Víctor Santa María, de la provincia de Buenos Aires, Fernando Espinoza, así como la intendenta de la Matanza Verónica Magario y su par de San Antonio de Areco Francisco Durañona. «Ustedes este año se juegan los pesos, las intendencias o el trabajo. ¿En qué equipo quieren ir?», les preguntó. «Si tienen que buscar un equipo, ¿con qué equipo van a competir? Pues esto: que por primera vez el poder tiene que ver con pequeños, rápidos, conectados, creativos y en red, frente a grandes, torpes, aburridos, analógicos, es la primera vez que nos pasa en términos históricos», aseguró.
Redes: la otra patria
En diálogo con Tiempo, Gutiérrez-Rubí aceptó repasar algunos conceptos de su exposición, donde el territorio a conquistar por los políticos parece ser esa «otra patria» distribuida en las redes sociales, con 26 millones de usuarios de Facebook a la cabeza en Argentina –»el ágora más importante» para el analista catalán-, donde comparten intereses, gustos, preferencias y también información de índole política, con un fuerte predominio del material audiovisual. Para el analista, por ejemplo, el triunfo de Donald Trump en las presidenciales de Estados Unidos, donde el multimillonario candidato enfrentó la oposición de la mayoría de las empresas de comunicación estadounidense, del rival Partido Demócrata y de las propias autoridades de su partido, se explica en gran medida por la conquista de esa «otra patria», donde eligió una «conexión directa, desintermediada, persona a persona» con el ciudadano y lo consiguió con Facebook Live, donde efectuó 64 emisiones contra 17 de la candidata demócrata Hillary Clinton. En esa batalla en las redes, Trump consiguió 120 millones de visualizaciones completas de sus videos, frente a 30 millones de Hillary Clinton. «No me atrevo a hacer una relación causa-efecto tan directa, pero sí planteo lo razonable de la interpretación de que hay, sí, una fuerte vinculación entre el éxito de Donald Trump y el uso inteligente de las redes sociales y de la comunicación directa», sostuvo.
– ¿Cuáles son a su criterio los elementos que componen la opinión pública y cómo interactúan entre sí?
– El elemento principal es que la opinión pública ya no está participada por la opinión publicada, sino que es más importante la opinión compartida, que incluye opiniones publicadas y editadas suministradas por medios de comunicación y por empresas periodísticas. Pero este es un punto central: la pérdida de hegemonía y el privilegio exclusivo del tratamiento, la difusión y la generación de contenidos. Y el segundo es el incremento y la autonomía, la emancipación del usuario en términos de consumo de contenidos. Y esta es una dinámica nueva, un elemento nuevo. Entonces los usuarios son más críticos, más activos, más exigentes, más autónomos, lectores más críticos, en definitiva, y también electores más autónomos en un sentido más completo de la palabra. Pérdida hegemónica, y crecimiento de la autonomía de los lectores-electores.
– Usted mencionaba la opinión compartida, que es la que está predominando. ¿Dónde entra en esa opinión compartida la correspondencia con los hechos?
– En este ecosistema tan denso y tan acelerado, agitado y relevante, es evidente que algunas empresas, personas gobiernos tienen la tentación de crear opinión introduciendo información falsa o creando contenidos clararemente alternativos a la realidad. Pero esto también es fácil de discutir en internet. No digo cómo, pero sí que es fácil. Necesitamos lectores más exigentes y críticos con lo que consumen y con lo que comparten para poder discernir mejor la verdad de la mentira. Y también tenemos una responsabilidad que es que compartimos algo sin verificar una fuente, sin contrastar la información.
– ¿Las redes sociales van a complementarse con los medios de comunicación?
– Tienden a interactuar, a complementar, y los medios están haciendo actividad profesional y empresarial en las redes. Y las redes se incluyen en los medios. Ya no hay ningún medio de comunicación que pueda plantearse su relación con sus clientes, usuarios y lectores sin redes sociales.
– ¿Se pueden instalar nuevos paradigamas en ese reforzamiento de valores, ideas, creencias que crecen en torno a la opinión compartida en las redes?
– Hay oportunidades para los referentes, para la gente con reputación y autoridad en internet. También hay oportunidades para la gente dispuesta a utilizar internet en contra de la verdad y en contra de una cultura democrática. Estamos en un espacio abierto, y en ese espacio abierto no todo es fácil ni cómodo. Pero también, todo es posible en términos de calidad democrática y calidad informativa.
– ¿Cómo caracteriza a la Argentina en materia de uso de las redes sociales?
– Tiene un comportamiento puntero en la región. No solo en cuanto a la penetración de internet y a las prácticas en ella, sino también en el uso de redes sociales Argentina está a la vanguardia.
– Con respecto a la proliferación y uso de trolls en las redes sociales, ¿puede surgir una regulación para este tipo de herramientas?
– Hay que olvidarse de una regulación. Esto hay que ganarlo gracias a si logramos meter tecnología capaz de discernir, discriminar y de impedir, de la misma manera que impedimos publicidad no deseada, tener tecnología capaz para bloquear , para discernir e impedir. Esto se gana a pulso de verdad. Ganan los contenidos de calidad. Pueden tardar más o menos tiempo, pero la calidad va a ganar.
– ¿Qué otras herramientas pueden tener los usuarios justamente para discernir a los trolls, los contenidos tergiversados?
– Es muy importante la dieta digital. Aquí se trata de que no consumamos todo de la misma manera, en el mismo orden, con las mismas fuentes, que le demos trascendencia e importancia a la diversidad y a la pluralidad de contenidos informativos, aumentar nuestra capacidad crítica. Todo eso es dieta digital.
– En estos días, usted destacó que el presidente Macri ha sido un innovador en el uso de redes sociales en su campaña presidencial, y que actualmente avanza en el seguimiento digital de la gestión de las diferentes áreas de gobierno. ¿Cómo puede evolucionar esto?
– Dependerá del grado de radicalidad con la que lo quiera hacer. Si ese escrutinio y fiscalización es simplemente superficial, o si es un camino abierto también al Open data (NR: concepto vinculado fuertemente al de Gobierno Abierto, para garantizar acceso, participación ciudadana y transparencia de la información del Estado, especialmente en plataformas digitales) y a otros modelos de gobernanza en la administración pública. Macri ganó con la comunicación y puede perder con ella.
Enlaces de interés:
– Troops, Trolls and Troublemakers: A Global Inventory of Organized Social Media Manipulation (Samantha Bradshaw & Philip N. Howard, University of Oxford)
– Quatre tècniques per reconèixer trolls i evitar propagar informació falsa (Digital Transmèdia)
– ¿Hacia una Tumultocracia? (Elena Costas Pérez y Víctor Lapuente. Politikon, 20.06.2018)
#BeStrong es un experimento social de Real Life que reproduce conductas negativas online:
Al leer «dieta digital» en el titular, lo he asociado directamente a reducir el consumo drásticamente, un error muy habitual en cualquier dieta.
Al leer la entrevista he entendido, y estoy totalmente de acuerdo, que dieta digital es consumir cribando, seleccionando, eligiendo.
Mucha fruta y verdura, bastante pescado, algo de carne, algunos hidratos de carbono y poquísimos dulces.
Me encanta el concepto de dieta digital, simplemente clave.