El 28 de septiembre se celebró una vez más el Día Internacional del Derecho a Saber, conmemoración que tiene su origen en 2002. Ese año, numerosos activistas procedentes de 15 países se reunieron en Bulgaria para elaborar posibles estrategias para presionar a las Administraciones públicas y sensibilizar a la sociedad sobre la importancia del acceso a la información pública.
Una comunidad, cada vez más amplia y organizada, de ciudadanos, activistas y asociaciones que trabajan por la libertad de expresión, el derecho a saber y a la información, celebran desde entonces esta jornada con un objetivo transversal de fondo: fortalecer la democracia.
La transparencia es un derecho fundamental reconocido por Naciones Unidas, con todas sus consecuencias legales y políticas. Y su defensa (en forma de apelación) debe ser sencilla, rápida, gratuita y vinculante; evitando la vía judicial como única alternativa para su defensa.
Y no es sólo accesibilidad. Es, fundamentalmente, Open Data. Acceder debe permitir usar, reutilizar y compartir. Sólo así la transparencia deja de ser un escaparate para convertirse, realmente, en un vestíbulo de lo público.
Los datos públicos de las instituciones públicas no son propiedad de sus administradores competenciales. Son datos de naturaleza pública y personal, de gran valor político, cultural, social y económico. Liberarlos para una utilización en forma de bien público es exigible y conveniente.
Transparencia es trabajar en abierto, desde el principio hasta el final. La información pública no puede estar secuestrada por el formato de su mediación. Necesitamos una visión y gestión preformato (es decir abierta) de todos los contenidos. Se trata de poder trabajar en lenguajes, formatos, plataformas y dispositivos múltiples para convertirse en un vestíbulo de lo público.
La transparencia comporta obligaciones y derechos. Como el derecho a (y el deber de) preguntar que no puede estar correspondido por el silencio. La reciprocidad es básica. El silencio negativo no es la solución, es la coartada para no cumplir con el derecho a la información.
La ciudadanía quiere más democracia, pero de mayor calidad. Anhela más política, pero más próxima. Se pone de manifiesto la necesidad de crear una cultura mucho más horizontal de colaboración y comunicación entre los ciudadanos y sus representantes.
Gobernar no es simplemente ejercer el poder legítimo que emana de los votos de la ciudadanía y someterse, finalmente, al escrutinio de las urnas. Gobernar es ampliar, consolidar y fortalecer el concepto de lo público, del interés general.
La transparencia no es sólo abrir dentro para que se vea desde fuera, sino abrir dentro para que entre lo que esté fuera.
Citando al poeta Federico García Lorca: «Hay cosas encerradas dentro de los muros que, si salieran de pronto a la calle y gritaran, llenarían el mundo».
Publicado en: Reforma.com (México)(34_Tendencias Globales. 2.10.2016)
Fotografía: Markus Spiske para Unsplash