«En la situación de emergencia social en la que nos encontramos y dada la gravedad de la crisis general (económica, política e institucional) a la que nos enfrentamos, ¿qué sentido tiene dedicar tiempo a escribir un libro sobre Juego de tronos? ¿No es acaso una tarea ociosa? ¿No hay asuntos más importantes a los que prestar atención ante el drama social y político en el que estamos inmersos?» Así empieza la presentación del libro Ganar o morir. Lecciones políticas en Juego de tronos coordinado y escrito por el mismísimo Pablo Iglesias, y publicado justo antes de las elecciones europeas de este año. En esta obra coral participan, entre otros, los principales líderes de Podemos: Iñigo Errejón, Juan Carlos Monedero y Luis Alegre. También Tania Sánchez, líder de IU.
No, los autores no están ociosos políticamente, como se ha visto y se verá. Ni frivolizan. Ni se entretienen. Ni juegan, como algunos analistas apuntan. Tampoco confunden la ficción con la realidad, aunque no renuncian a los sueños. Lo nuevo es que en su concepción de política laboratorio han decidido utilizar la ficción, la literatura fantástica (o los juegos de rol) como fuentes inspiradoras e interpretadoras de la realidad, precisamente. Este enfoque, novedoso, junto a otras prácticas tecnopolíticas sitúa su oferta política como el resultado y producto de la innovación comunicativa, estratégica y analítica. Son tan estudiosos como activistas. Tan formados (y calculadores) como audaces (y ambiciosos). Esta visión técnica e innovadora de la política es su gran aportación, de momento, junto a la expectativa creada y la esperanza ofrecida a muchos sectores de la opinión pública.
Cuando hablamos de política, hablamos de ideas, de acciones… pero también de emociones, de sentimientos, de valores, de relaciones, de empatía y, en otro orden de cosas, de estrategia. En este sentido, la conexión entre política y juego es evidente y muy poco utilizada por la práctica política, a pesar de que su ficción lúdica permite posicionarse y jugar con diferentes roles logrando, con la experimentación vivida, un mejor itinerario para comprender situaciones y relaciones. Jugamos para imaginar, también. Justo eso, la imaginación, lo que falta también en nuestra política.
Son muchas las series de televisión, las películas o los juegos que se han inspirado en la política, o en los políticos; pero al revés, ¿se inspiran estos en algún juego o serie de ficción para desarrollar acciones, plantear estrategias o diseñar su comunicación, por poner algunos ejemplos? El libro escrito por el núcleo dirigente de Podemos analiza la popular serie (basada en la saga literaria del autor estadounidense Geoge R. R. Martin) con un claro objetivo: «Elaborar un original curso de ciencia política cuya lectura contribuya al análisis de ese complejo tablero que constituye la política en la que vivimos inmersos». No esconden sus retos, aunque se les acuse —torpe y permanentemente— de ocultar trayectorias, ideas o relaciones.
A pesar de ser una novela convertida en serie, los paralelismos e interpretaciones que se hacen de ella desde la política pueden trasladarnos fácilmente al universo de los juegos de rol. El origen de este tipo de juego se atribuye a William A. Gamson, profesor de Sociología en el Boston College (EEUU), que lo ideó como herramienta para enseñar habilidades de comunicación, entre otros temas vinculados a las ciencias políticas y la sociología. En este juego, la interpretación de un papel ficticio, que poco o nada tiene que ver con la realidad más cotidiana, y el poder de la imaginación para proyectar todo tipo de escenarios y personajes es un marco ideal para el ensayo y la preparación. Juego de tronos ha sido su laboratorio.
Pablo Iglesias, no quiere ser Khaleesi, un personaje de ficción, sino presidente. Ni Podemos aspira al Trono de Hierro, sino a La Moncloa. Su apuesta no es novela, es ensayo. Ensayo político. Y la realidad política española, su laboratorio. No sé si Mariano Rajoy, Pedro Sánchez o Artur Mas saben quiénes son, por ejemplo, los lannisters o los starks, pero si quieren jugar (competir) y ganar (derrotar) a Podemos deberán revisar su bagaje de literatura fantástica.
La política no es un juego, no. Pero los juegos, para irritación de los sacerdotes de la verdad verdadera, pueden ayudarnos a comprender y a competir. Como por ejemplo, Magic: The Gathering, maravilloso juego de cartas de rol, en el que debes organizar tu baraja y llegar a la partida con tus mejores cartas, después ordenarlas y utilizarlas a medida que vayan saliendo. Al final de todo, de lo que se trata es de dejar a tus contrarios con el mínimo de vidas (escaños) posibles, como afirma la ludóloga Imma Marín.
Lo que está en juego es el poder, el real. Podemos existe porque un imaginario Sabemos anterior ha estudiado mejor que nadie el escenario y el tablero (de juego) político, como le gusta decir al propio Pablo Iglesias. Así está la partida.
Publicado en: El Periódico (3.01.2015)
Fotografía: Jonathan Petersson para Unsplash
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