Madeleine Albright, ex jefa de la diplomacia norteamericana, escribió a finales de febrero en The New York Times sobre el presidente ruso, con algunas de las reflexiones que anotó hace 22 años tras su encuentro con él: «Putin es pequeño y pálido; tan frío que es casi reptil».
Los perfiles psicológicos de los presidentes son, cada vez más, material de análisis en la estrategia geopolítica. Estos días, precisamente, se publican numerosos perfiles de Putin, a partir de sus declaraciones y apariciones públicas. Saber cómo son los líderes es información relevante para prever sus actos.
Siempre ha sido así. Un estudio del año 2006 ya ponía el foco en la salud mental de los presidentes de los Estados Unidos. La investigación, que dirigió entonces el psiquiatra Jonathan Davis para la Duke University Medical Center, puso de relieve que más de la mitad de los primeros 37 presidentes del país habían padecido algún trastorno de la personalidad.
En el libro Los presidentes españoles. Personalidad y oportunidad, las claves del liderazgo político (2014), su autor, José Luis Álvarez, analizaba, desde el punto de vista del liderazgo, las personalidades de seis presidentes de la democracia más reciente (desde Suárez a Rajoy) y hablaba de tres requisitos básicos para un liderazgo presidencial: competencial, contextual y la psicología.
En un contexto marcado por la pandemia, primero, y por la guerra actual entre Ucrania y Rusia, se evidencia que saber ejercer el liderazgo es una virtud, y el hiperliderazgo es un problema. Y grave. En 2018 escribí: «el líder se autolimita, el hiperlíder ejerce su poder sin —casi— contrapesos y, en muchos casos, en sociedades poco vigilantes, o fuertemente condicionadas, donde la denuncia pública del exceso acarrea incluso un riesgo personal. La política democrática corre el riesgo de sucumbir a la irrupción y la consolidación de líderes, como Vladímir Putin, que administran su poder con una potencia autorreferencial que hace imposible la concepción de un poder compartido, condicionado o limitado».
Atrapado por su personalidad, Putin arrastra a su país a un callejón sin salida. Y al mundo, a un conflicto imprevisible. La personalidad será, también, un factor decisivo en la preferencia electoral. De ella depende el futuro de su comportamiento.
Publicado en: La Vanguardia (17.03.2022)
Fotografía: Vlad D para Unsplash
Enlaces de interés:
– Curiosidades: El porqué de la identificación de los demócratas estadounidenses con el símbolo de un burro y de los republicanos con el de un elefante (CNN. Jackson Arn, 6.11.2018)
– Vladímir Putin, el zar que se forjó en el callejón (Berna González Harbour. El País, 20.03.2022)