En el contexto actual de descrédito y desconfianza de la política, los líderes políticos compiten por ver quién se muestra más cercano a la ciudadanía. Esta competencia, cuando es forzada o guionizada, puede derivar o percibirse como una frivolización (más) y acabar revelando una torpe impostura. Pero hay otro camino: el que transita por la recuperación de la cercanía, no como pose sino como proyecto sincero e identidad renovada.
Pierre Rosanvallon estudió la aparición de nuevas figuras de la legitimidad democrática, entre las cuales la que denominó legitimidad de proximidad, que se asociaría a una nueva manera de concebir la generalidad social, a través de la atención a las particularidades, de preocuparse por los individuos concretos.
Las nuevas tecnologías de la información y la comunicación han potenciado y potencian los efectos de esa proximidad, sobre todo en la medida en que son muy afines a la «espectacularización de la intimidad».
Aunque la ciudadanía pueda valorar la empatía y proximidad de gobernantes y políticos/as (siempre y cuando sean percibidas con naturalidad, como muestra de autenticidad), la primera exigencia es, más que nunca, la capacidad de estar atentos/as a las necesidades del día a día. Y de actuar en consecuencia. Más que estar cerca, se trata de ser empático/a, de ponerse en el lugar del otro. Y desde esa legitimidad del contacto, poder representar y liderar. Joan Subirats, en el texto El valor de la proximidad en el cambio de época, afirma: «Los retos de todo tipo que tenemos planteados, sean de carácter ambiental, económico o social, exigen modificar las pautas tradicionales de gobierno y gestión de los asuntos públicos. No habrá respuestas eficaces que no busquen la implicación ciudadana desde la proximidad, y cuenten así con la adecuada presencia del territorio y de sus esferas de gobierno».
La micropolítica tiene la capacidad de percibir, atender y adaptarse a realidades, colectivos y situaciones muy distintas, tratando de articular los recursos y respuestas más adecuados al objetivo de mejorar la vida de las personas a las que se sirve, desde lo micro e individual hasta lo comunitario y común que nos define y cohesiona como sociedad. Estar cerca, comprender, interpretar y representar. Esa es la ruta de la renovación democrática.
Publicado en: La Vanguardia (2.06.2022)
Fotografía: Jonathan Beckman para Unsplash