El socialdemócrata Gerhard Schröder, elegido canciller alemán en 1998, logró una apretada victoria electoral en el año 2002 después de unas graves inundaciones en Sajonia. Las encuestas mostraban al opositor Stoiber unos seis puntos por delante del canciller, hasta que llegó el llamado «efecto inundaciones». Cuando las elecciones ya parecían perdidas, la intención de voto a los socialdemócratas comenzó a subir al ritmo de las aguas del río Elba, que inundaron el este de Alemania en las últimas semanas justo antes de las elecciones.
El canciller Schröder actuó con decisión ante las graves riadas, que causaron varios muertos y daños materiales millonarios, y el electorado volvió a descubrirle como aquel político y candidato resuelto que en 1998 terminó con 16 años de gobierno del conservador Kohl. Schröder no dudó en ataviarse con unas botas de agua y remangarse la camisa. Las imágenes que le mostraban con barro en la cara ayudando en los trabajos de recuperación acapararon las portadas de los principales diarios del país y se difundieron constantemente por televisión. Le sirvieron para volver a obtener la confianza de los alemanes y ganar una batalla electoral que parecía perdida.
En 2013 también había elecciones, en el mes de septiembre, y, en el mes de junio, se produjeron inundaciones en el este alemán, las más terribles desde 2002. Angela Merkel —junto con miembros del Gobierno— fue a recorrer la zona rápidamente y a “ayudar” a los damnificados. También se hizo fotografías, aunque sin ir ataviada para ello.
Este mes de febrero han tenido lugar las peores inundaciones en el Reino Unido en décadas y la zona más afectada ha sido el suroeste de Inglaterra. El río Támesis ha alcanzado niveles desconocidos en 30 años. Además, las zonas que se han inundado, como indica Íñigo Sáenz de Ugarte, son aquellas donde los votos están más disputados siempre entre conservadores y liberal-demócratas. Durante estas semanas, todos los políticos británicos, de todos los partidos, y también la Casa Real, se han calzado las botas de agua y han ido a recorrer la zona y prometer ayudas, intentando (quién sabe) emular el efecto Schöder que tan bien funcionó hace 12 años.
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Fotografía: Matthew para Unsplash