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Sagacidad política

El liderazgo sagaz, instintivo, intuitivo es un liderazgo muy competitivo. La premisa es siempre la anticipación y la capacidad de entender —aunque solo sea un segundo antes— el curso de los acontecimientos, maniobrar y adaptarse a ellos. «El juicio en política es como la capacidad de oír, antes que nadie, el distante ruido de los cascos del caballo de la historia», en palabras de Otto von Bismarck.

El adjetivo sagaz proviene del término sagax (dotado de buen olfato) y hace referencia a la capacidad de ser perspicaz, astuto… de poder presagiar un determinado escenario y actuar en él con elegancia y solvencia. Esta cualidad, que supone prevenir y avanzarse con inteligencia, se convierte en un atributo loable en el terreno de la política, no siempre al alcance de muchos. Es un liderazgo que atiende la demanda, y adecua la oferta. Así de práctico. Así de elástico y flexible. El sagaz es un surfista sofista: espera la ola buena y pone la tabla hasta la playa. Y, si no es tan buena, es capaz de venderla como excelente.

Pero ser sagaz, en la política democrática, debería conllevar la difícil tarea de equilibrar prudencia con rapidez. De llegar al sitio justo en el momento preciso. De tomar las decisiones oportunas con previsión y determinación. De adelantarse, antes de ser adelantado. De sopesar y actuar con determinación y, también, juiciosamente. Ser sagaz es un arma de doble filo: el error y el acierto conviven en la misma moneda. El interés particular y el general, también.

En esta era de permanente efervescencia política, la sagacidad se eleva, no solo como virtud, sino también como herramienta esencial para navegar a través de las turbulentas aguas del cambio y la incertidumbre. Tener la habilidad para maniobrar entre dilemas y obstáculos aparentemente insuperables es clave. Una buena estrategia y la anticipación marcan la diferencia entre la eficacia y el estancamiento.

La ciudadanía demanda, más que nunca, líderes con la capacidad de entender y gestionar los intrincados caminos de la realidad política, así como la habilidad para generar consensos y, simultáneamente, preservar los valores e ideales que los definen. La política sagaz sería aquella capaz de escuchar, interpretar y actuar con perspicacia equilibrando la habilidad táctica y la integridad moral.

Publicado en: La Vanguardia (12.10.2023)
He pedido la colaboración de Carla Lucena para realizar la ilustración de este artículo.

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